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Masacre yihadista en París
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Masacre yihadista en París

No fue un atentado aislado contra un objetivo concreto, sino siete ataques en diferentes zonas de la capital, para expandir el terror en toda la ciudad, en todo el país. Hay 129 muertos y 352 heridos

Foto: Un policía asiste a uno de los heridos cerca de la sala de conciertos Bataclan. (Reuters)
Un policía asiste a uno de los heridos cerca de la sala de conciertos Bataclan. (Reuters)

Francia no ha podido dormir. Imposible olvidar la matanza terrorista que ha provocado la muerte de al menos 129 personas en una serie de siete atentados en París. Alrededor de 352 personas han resultado heridas, de las cuales 99 continúan muy graves, según el último balance provisional. Los franceses no encuentran adjetivos para describir lo que anoche se vivió en las calles de la capital. No fue un atentado aislado contra un objetivo concreto, como el 11-S de Nueva York o el 7-J londinense. Fueron siete ataques, en diferentes zonas, para expandir el terror en toda la ciudad, en todo el país. Y en cuestión de minutos, en concreto entre las 21.20 y las 21.53 hora local. También parece que han sido seis los terroristas muertos, según los últimos datos facilitados por las autoridades galas.

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Todo empezó alrededor de las 21.20. Los distritos X y XI de París, la zona de la capital que ha recuperado la noche para el ocio y la fiesta, tenía sus terrazas, bares y restaurantes llenos a rebosar. La agradable temperatura para un mes de noviembre invitaba a disfrutar. Entre los paseantes aparecieron varios individuos armados con Kalashnikov que abrieron fuego apuntando directamente al público. Tiroteos similares se produjeron en calles próximas. El comando o los comandos terroristas (aún se desconocen gran parte de los detalles de los atentados) se desplazaban por la zona regando a balazos los establecimientos más concurridos.

Dos individuos armados con el mismo tipo de armas se dirigieron hacia otro de sus principales objetivos, la sala de conciertos Bataclan, donde actuaba el grupo californiano Eagles of Death Metal. Sin ninguna duda, los asaltantes conocían la hora del comienzo del concierto. Entraron en la sala disparando primero al techo y apuntando después a los espectadores que intentaban huir a la desesperada. Comenzaba la toma de rehenes. Los testigos confirman que los asaltantes gritaron "¡Allahu Akbar!" (Alá es grande) y "!Es por Siria!".

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Las selecciones de fútbol de Francia y Alemania se enfrentaban en partido amistoso en el Stade de France. En plena transmisión en directo se oyeron dos grandes explosiones. El público presente en el estadio lo tomó a chanza. Pensaron que eran cohetes. La seguridad del presidente francés, François Hollande, presente en la tribuna, inició la evacuación del mandatario.

Por primera vez en Francia, varios kamikazes eran protagonistas de un atentado. Se especulaba a última hora con que se tratara de tres terroristas suicidas, cuya acción provocó la muerte a cuatro personas. Los viandantes descubrían cuerpos destrozados en las aceras aledañas al recinto deportivo. El encuentro fue suspendido por precaución. Muchos espectadores iniciaron entonces una pequeña avalancha hacia el exterior; otros prefirieron buscar refugio en el césped.

También iban apareciendo cadáveres en las calles del centro. Se contaron hasta siete puntos distintos de la capital donde los terroristas centraron sus ataques. Fuentes policiales barajaban la posibilidad de que alguno de los terroristas disparara a bordo de un vehículo. Eso explicaría que hubieran recorrido en tan poco tiempo zonas algo alejadas entre sí.

El presidente Hollande apareció en directo poco antes de medianoche, hora a la que había convocado un consejo de ministros de urgencia. El jefe del Estado francés estaba claramente afectado, casi balbuceaba, y antes de anunciar las medidas que iba a aplicar exclamó un "!Es un horror!". Hollande anunció -antes de reunirse con su gabinete- que había decretado el estado de emergencia en todo el territorio y ordenado el cierre de fronteras. Además, informaba de que el Ejército se iba a desplegar en las calles de la capital. El presidente matizó que la toma de rehenes del Bataclan no había concluido.

Hollande ya había ordenado a las fuerzas especiales el inicio del asalto para liberar a los posibles supervivientes de la sala. Sabía que los terroristas no habían entrado para negociar ni para difundir mensaje político alguno. Actuar cuanto antes era obligado.

La reconstrucción de los hechos

Según la detallada cronología que ha explicado este sábado el fiscal de París, François Molins, tras las primeras investigaciones, la primera explosión en las inmediaciones del Stade de France le causó la muerte a un terrorista suicida y a otra persona por el impacto de la metralla. Sólo cinco minutos después, dos individuos abrían fuego contra las terrazas de los bares "Le Carrillon" y "Petit Cambodge" cerca del canal Saint Martin, a varios kilómetros del estadio. Los terroristas llegaron en un Seat León negro y mataron a 15 personas, dejando a otras 10 gravemente heridas.

Ya a las 21.30 estalló en la puerta H del estadio el rudimentario cinturón explosivo que llevaba el segundo de los terroristas fallecido. Sólo dos minutos después, hombres con armas automáticas irrumpieron a tiros con armas automáticas a bordo del Seat negro, causando la muerte de 5 personas y la evacuación de 8 heridos. Acto seguido, se concentraron un nuevo tiroteo en la calle Charonne (19 muertos, 9 heridos graves), y dos explosiones suicidas más, en el céntrico bulevar Voltaire y de nuevo junto al estadio. Tan sólo eran la antesala de los sucesos en la sala Bataclan, donde tres terroristas retuvieron por horas a cientos de personas y dispararon entre alusiones a Siria e Irak hasta a acabar con 89 vidas. La intervención de las fuerzas especiales interrumpió el asalto y acabó con la vida de dos terroristas, que explosionaron sus cinturones.

Entre ellos y a través del análisis de las huellas dactilares, las autoridades han identificado a un delincuente común francés de 29 años, y a quien había abierto una ficha S de seguimiento por radicalización. Estuvo condenado ocho veces entre 2004 y 2010, aunque nunca había sido encarcelado. Otro de los sospechosos tenía pasaporte sirio y nació en septiembre del 1979 en ese país. No era conocido por los servicios secretos franceses.

Todos ellos usaron kaláshnikov. Los dos que activaron los explosivos DATP adheridos a su cuerpo viajaron en un Seat y un Polo de color negro, matriculados en Bélgica. Uno de estos vehículos fue alquilado por un individuo en este país, quien esta mañana iba en un tercer vehículo y fue parado por la policía. Iba con otras dos personas y los tres fueron arrestados, aunque tampoco son conocidos por las fuerzas de seguridad francesas.

Caos y desesperación

Mientras tanto, las conexiones telefónicas y las redes sociales se colapsaban por los familiares y amigos que sabían que sus allegados tenían entradas para el concierto. Cuando la operación policial terminó, el espectáculo en el interior del Bataclan era indescriptible: al menos 80 cuerpos yacían víctimas de la munición de los AK y de las granadas que dos terroristas hicieron estallar. Según informó posteriormente la Policía, los asaltantes que irrumpieron en la sala eran cuatro y se suicidaron al accionar cinturones explosivos.

Las televisiones mostraron minutos después imágenes similares a las vividas en el supermercado kosher en enero pasado: los supervivientes saliendo en fila y con los brazos en alto del Bataclan. Muchos se frenaban en plena acera y rompían a llorar. Comprendían de lo que se habían librado. En las últimas horas la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha confirmado que entre quienes perdieron la vida en la sala se encuentra el joven madrileño Juan Alberto González, de 29 años, que había acudido al concierto junto a su mujer -y sí logró salvarse-. Las autoridades han identificado a otro joven español, I.G.G., con heridas leves, que está localizado y fuera de peligro.

Horas después del inicio de los ataques, cuando París empezaba a vaciarse y sólo policías, militares y ambulancias ocupaban las calles, fuentes oficiales informaban de que cinco terroristas habían sido "neutralizados" (horas después la cifra se elevó a ocho). No estaba claro si uno de los miembros del grupo había conseguido escapar. No era difícil burlar el cerco policial en una zona tan amplia, en plena noche de un viernes. El temor al terrorista armado que busca refugio en las calles parisinas recordaba inevitablemente al periplo asesino de los hermanos Kouachi y de su cómplice Coulibaly, hace ahora once meses.

Francia, sus ciudadanos y sus dirigentes están en estado de shock. El atentado se produce a poco menos de un mes de las elecciones regionales y de la Cumbre Ecológica, la COP 21, que ya iba a provocar el restablecimeinto del control de fronteras durante un mes.

El terrorismo ha franqueado el peldaño que muchos temían y ha conseguido de momento su objetivo: los franceses tienen miedo. Y el miedo sólo puede calmarse con medidas policiales. Entre las medidas de excepción que el Estado de emergencia permite están inevitablemente los recortes de ciertas garantías jurídicas. De momento, hoy en Francia, pocos se van a atrever a oponerse a cualquier medida que pueda ayudar a derrotar al terrorismo islámico.

Francia no ha podido dormir. Imposible olvidar la matanza terrorista que ha provocado la muerte de al menos 129 personas en una serie de siete atentados en París. Alrededor de 352 personas han resultado heridas, de las cuales 99 continúan muy graves, según el último balance provisional. Los franceses no encuentran adjetivos para describir lo que anoche se vivió en las calles de la capital. No fue un atentado aislado contra un objetivo concreto, como el 11-S de Nueva York o el 7-J londinense. Fueron siete ataques, en diferentes zonas, para expandir el terror en toda la ciudad, en todo el país. Y en cuestión de minutos, en concreto entre las 21.20 y las 21.53 hora local. También parece que han sido seis los terroristas muertos, según los últimos datos facilitados por las autoridades galas.

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