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Putin no quiere guerra, sino imponer su paz
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los jóvenes rusos se 'alistan' en facebook

Putin no quiere guerra, sino imponer su paz

El líder prorruso de Crimea llama al levantamiento de las regiones del Este de Ucrania. Todo esto es ruido; Moscú no quiere la guerra, sino imponer su paz.

Foto: El presidente ruso, Vladimir Putin, durante una reunión del Ejecutivo en la residencia de Novo-Ogaryovo, en Moscú. (Reuters)
El presidente ruso, Vladimir Putin, durante una reunión del Ejecutivo en la residencia de Novo-Ogaryovo, en Moscú. (Reuters)

En las páginas de Vkontakte (el equivalente ruso a Facebook) la Juventudes Euroasiáticas han empezado a reclutar hombres "para la batalla de Ucrania". El grupo Defensa Civil de Ucrania busca varones de entre 18 y 45 años dispuestos a cruzar la frontera y entrar en el país vecino para prestar "ayuda moral" a una población en peligro tras el "golpe de Estado" en Kiev. La iniciativa nació hace una semana y acumula más de 7.000 seguidores. Serguéi Axiónov, nuevo hombre fuerte de Crimea, líder del Gobierno prorruso que rige la península, ha llamado al levantamiento de las regiones rusófonas del este. Pero todo esto son exabruptos y ruido: Ucrania es el pueblo más hermano de los rusos y Moscú no quiere la guerra, sino imponer su paz.

Una guerra provocaría inestabilidad política para Vladimir Putin, fuga de capitales, crisis económica y aislamiento internacional. Occidente tampoco puede permitirse el lujo de romper relaciones con Moscú, algo que traería consecuencias económicas, energéticas y políticas irreversibles. ¿Nos podemos permitir acaso que el Kremlin gire hacia Pekín?

Putin quiere negociar desde una posición de fuerza cualquier decisión que afecte a Ucrania. De hecho, el Gobierno ruso está defendiendo sus intereses legítimos, que, en este contexto, son contrapuestos a los occidentales. Moscú también está cansado del doble rasero de Occidente y Kosovo sigue muy vigente en la memoria de la sociedad rusa.

placeholder Manifestación en Moscú a favor de la intervención en Crimea celebrada el 28 de febrero en Moscú (Reuters).

Las protestas no eran contra Rusia

Desde el comienzo, la crisis ucraniana ha estado rodeada de mucha propaganda e instrumentalización exterior, hasta el punto de que sólo era posible conocer la no verdad: por ejemplo ver la CNN y Russia Today. También ha habido mucha demagogia sobre un conflicto que no tiene buenos y malos y que no ha sorprendido a los que conocen la región.

Conviene recordar que, en gran medida, las protestas de Kiev no han sido contra Rusia, sino contra un sistema político y una oligarquía económica que han llevado a Ucrania a la quiebra financiera, degradación social y riesgo de guerra civil. Un sistema político en el que han participado muchos de los que ahora se presentan como alternativa

Los equilibrios de poder en Ucrania no pueden ignorar a Rusia, por historia, cultura, geopolítica, economía y por sentido común. Conviene recordar que, en gran medida, las protestas de Kiev no han sido contra Rusia, sino contra un sistema político y una oligarquía económica que han llevado a Ucrania a la quiebra financiera, degradación social y riesgo de guerra civil. Un sistema político en el que han participado muchos de los que ahora se presentan como alternativa.

La UE ha actuado de forma timorata: poco generosa con el pueblo ucraniano en cuanto apoyo económico, que se ha dejado engañar por Yanukóvich, quien sólo quería sacar más dinero de Moscú; sin capacidad de reacción ante una protesta tan inesperada como cuestionable; y sin estrategia común para los países exsoviéticos. De hecho, el atractivo de Europa no se debe a la pericia de Bruselas, sino a cómo dichas negociaciones se entendieron entre la población ucraniana: una elección drástica, o Rusia o Europa.

La posición de Rusia la ha resumido muy bien Putin este martes: en Ucrania ha habido un “golpe de Estado” en el que “se ha tomado el poder por las armas”. Rusia se involucrará en una guerra “en caso extremo”, “como último recurso”. Lo irónico es que en esta ocasión Moscú está “defendiendo la legalidad”.

Una invasión ‘justificable’

De hecho, en estos momentos el control ruso de Crimea es justificable, aunque no correcto: alegando que la población rusa en la península está en riesgo, Moscú ha aumentado y activado la presencia militar en la península (donde siempre ha habido una base naval rusa). Desde el Kremlin se interpreta que ha habido injerencia extranjera, por lo tanto no reconoce al Gobierno provisorio aupado por el Euromaidán. Su estrategia parece razonable: si Occidente ha alentado y reconocido el cambio de poder en Kiev a través de protestas sociales, ¿por qué Moscú no puede hacer lo mismo en Crimea?

placeholder Cosacos durante una marcha prorrusa celebrada en la capital de Crimea, Simferópol (Reuters).

El poder en Rusia sigue concebido y ejercido de forma imperial. De ahí la excusa de ayudar a pueblos hermanos, un argumento que ha utilizado repetidamente y que no siempre es injustificado. De acuerdo con la estrategia geopolítica del Gobierno ruso, Moscú sólo puede sobrevivir si está rodeado de una periferia frágil. Ucrania lo ha sido durante siglos y al Kremlin le interesa que así sea.

Organizar un sistema político más democrático en Ucrania también es visto con recelo desde el Kremlin (por la capacidad de contagio) y reduce la capacidad de influencia del actual Gobierno ruso, al que interesa una Ucrania federal con un poder central débil.

Desde el Kremlin se interpreta que ha habido injerencia extranjera, por lo tanto no reconoce al Gobierno provisorio aupado por el Euromaidán. Su estrategia parece razonable: si Occidente ha alentado y reconocido el cambio de poder en Kiev a través de protestas sociales, ¿por qué Moscú no puede hacer lo mismo en Crimea?

El control de Crimea es la respuesta de Moscú al cambio de poder en Kiev: una jugada diplomática contra Occidente, una demostración de fuerza contra Ucrania y un aviso a los opositores internos. Rusia ha movido ficha para mantener su capacidad de influencia sobre Kiev y marcar su territorio, y lo ha hecho de forma inteligente, situando a las otras dos partes del tablero en una difícil tesitura.

Putin no quiere usar la fuerza

Ni Crimea es Osetia del sur ni Ucrania es Georgia (con todos los respetos). En esta ocasión, Putin no quiere usar la fuerza. El riesgo de un conflicto con repercusiones más allá de la región es muy alto.

Las chispas iniciales prendieron un fuego que está lejos de ser apagado. Y la crisis ya no es ucraniana, sino entre Rusia y Occidente. Ucrania podía haberse convertido en corredor y puente entre ambos. Sin embargo, sin una coalición que abarque todos los poderes presentes y cohesione el país, la fragilidad de Ucrania es tal que ha bastado un pequeño movimiento para que el gigante del mar Negro colapse. Un statu quo político que favorece al actual Gobierno ruso y perjudica a Ucrania.

*Francisco Martínez es antropólogo de la Universidad de Tallín y periodista de Rusia Hoy.

En las páginas de Vkontakte (el equivalente ruso a Facebook) la Juventudes Euroasiáticas han empezado a reclutar hombres "para la batalla de Ucrania". El grupo Defensa Civil de Ucrania busca varones de entre 18 y 45 años dispuestos a cruzar la frontera y entrar en el país vecino para prestar "ayuda moral" a una población en peligro tras el "golpe de Estado" en Kiev. La iniciativa nació hace una semana y acumula más de 7.000 seguidores. Serguéi Axiónov, nuevo hombre fuerte de Crimea, líder del Gobierno prorruso que rige la península, ha llamado al levantamiento de las regiones rusófonas del este. Pero todo esto son exabruptos y ruido: Ucrania es el pueblo más hermano de los rusos y Moscú no quiere la guerra, sino imponer su paz.

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