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Los israelíes siguen temiendo a Irán
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PREOCUPACIÓN POR EL ACUERDO NUCLEAR

Los israelíes siguen temiendo a Irán

“Este acuerdo es un error como fue el de Múnich en 1938. Occidente negocia con Irán creyendo que va a olvidar su ambición de tener armas nucleares”

Foto: Decoraciones de Hanukka en Tel Aviv (Reuters)
Decoraciones de Hanukka en Tel Aviv (Reuters)

27 grados de temperatura marcaban de media esta semana los termómetros de Tel Aviv. Muchos israelíes han abarrotado las terrazas de los 14 kilómetros de playa de la ciudad, cuando acaban de arrancar las fiestas de Hanukka en un otoño que aguanta cálido la impaciencia del invierno levantino.

En la de Metsisim, situada en la parte norte de la ciudad, junto al antiguo puerto que fue rehabilitado a modo de gran centro comercial, debaten animados cuatro jubilados. El tema estrella de la semana, como no podía ser de otra forma, es el acuerdo alcanzado por el G5+1 (los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania) con la República Islámica de Irán, para que esta paralice parcialmente y durante seis meses su programa nuclear a cambio del levantamiento –también parcial– de las sanciones comerciales y financieras que le fueron impuestas desde Occidente.

“Este acuerdo de Ginebra supone un error tan grande como fue el acuerdo de Múnich en 1938”, comenta Gaby Alcalay, un antiguo empleado de banca. “Tal como Chamberlain (primer ministro británico entre 1937 y 1940) entregó Checoslovaquia a Hitler con intención de apaciguarlo, ahora Occidente negocia con Irán bajo la creencia de que va a olvidar su ambición de tener armas nucleares”, añade. Para Gaby, el hecho de que el Parlamento iraní haya dicho que seguirán adelante con su programa de enriquecimiento de uranio es señal de que no van a cejar en su empeño. “Eso de que sólo lo quieren para fines civiles no se lo cree nadie”, espeta.

Su hermano Yakob tampoco es muy optimista. “En el fondo ni vosotros los europeos ni tampoco los americanos entendéis nada de Oriente Medio”, afirma este jubilado que durante su vida laboral fue joyero en la conocida bolsa de diamantes de Tel Aviv. “Fíjate en el iluso de Obama, que pensó que podía llevar la democracia y la libertad a Egipto (en relación con el famoso discurso “Un nuevo comienzo” que el Presidente de los EEUU pronunció el 4 de junio de 2008 en la Universidad de El Cairo) y mira cómo está hoy el país”, agrega. En opinión de Yakob ninguno de los países limítrofes con Israel puede convertirse en una democracia real, estando condenados a ser regímenes autocráticos de uno u otro signo. “El experimento democrático de Egipto llevó a la subida de Mursi al poder, y él también quiso manipular a los jueces y las leyes a su antojo", señala.

placeholder Planta nuclear de Busher, en Irán (Reuters)

Para Yair Oren, que antes tenía una fábrica de uniformes, Irán está jugando sucio. “Están engañando a todo el mundo y no tienen intención real de dejar el programa nuclear, así que es todo una farsa”, denuncia. Poca atención prestan los jubilados al hecho de que Israel militarizó su programa nuclear de forma clandestina durante la década de los sesenta, huyendo de las demandas de otros países de la zona para que se acogiera al Tratado de no Proliferación (TNP). Para ello utilizó la central nuclear de Dimona, que en principio había sido diseñada para fines estrictamente civiles, lo que en su momento provocó importantes fricciones diplomáticas con el entonces presidente de los EEUU, John Fitzgerald Kennedy. "La diferencia es que nosotros nunca hemos amenazado a los iraníes con borrarles del mapa, como ellos sí han hecho con nosotros", exclama Oren.

“En realidad se trata de una cuestión geopolítica”, comenta Yossi Bushira, antiguo gestor inmobiliario. “En el pasado Irán fue un imperio y ahora está haciendo todo lo posible por volver a serlo”, continúa. Desde su punto de vista, el único que realmente les está plantando cara es su primer ministro, Benjamín Netanyahu, que según la analogía histórica de su amigo Gaby desempeñaría en este caso el papel de Winston Churchill. “Churchill dijo entonces que el pacto de Múnich no frenaría a Hitler, sino que le permitiría hacerse más fuerte, y esto mismo es lo que ahora clama Netanyahu sobre el pacto con Irán", concluye.

Netanyahu, de estadista a líder ninguneado

Netanyahu había intentado prevenir la firma de este acuerdo, multiplicando sus gestiones diplomáticas ante las potencias occidentales y, sobre todo, recabando apoyos dentro del Congreso de los EEUU para intentar evitar que la Administración Obama lograra su objetivo. Después de acceder a la propuesta rusa para neutralizar los arsenales de armas químicas en Siria en vez de lanzar un ataque aéreo de represalia tras la masacre del 21 de agosto, resultaba impensable que Obama estuviera interesado en bombardear las instalaciones nucleares iraníes, algo que, según el propio Netanyahu ha dicho, Israel está dispuesto a hacer en solitario.

placeholder Netanyahu, en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2012 (Reuters)

Aunque el primer ministro israelí fue el primer dirigente internacional en reaccionar, calificando el acuerdo como un “error histórico” y llamando la atención sobre las deficiencias del mismo, el hecho de que se haya firmado ha supuesto un importante varapalo político para Bibi (apodo con el que se le conoce el Israel). Tanto él como su exministro de Defensa Ehud Barak no han dejado de advertir durante estos últimos años de que el programa nuclear iraní constituye la principal amenaza para la seguridad mundial, hasta el punto de que algunos veteranos de los servicios de inteligencia israelíes Mossad (exterior) y Shabak (interior) como Meir Dagan y Yuval Diskin llegaron a criticar su “liderazgo mesiánico”.

Mas una vez que el acuerdo es ya un hecho consumado y se ha dado cuenta de que es imposible revocarlo, Netanyahu ha intentado hacer de la necesidad virtud, recordando a la comunidad internacional que este acuerdo interino de seis meses solamente podrá convertirse en un acuerdo permanente si Irán acepta un régimen de inspecciones creíble, suspende el enriquecimiento de uranio al 20%, elimina sus stocks de uranio enriquecido y no sólo paraliza la construcción del reactor de agua pesada de Arak (que eventualmente le permitiría el procesamiento y abastecimiento de plutonio), sino que lo desmantela completamente.

Pero aunque Netanyahu se encuentre en una situación de evidente inferioridad diplomática frente al resto de la comunidad internacional (con la excepción del movimiento neocon en EEUU –cuyos principales exponentes han condenado el acuerdo en términos tan duros o más que el propio Netanyahu– y algún país temeroso de Irán como pueden ser Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos) Bibi hará todo lo posible por impedir un acuerdo permanente dentro de seis meses. Y si no lo consigue, ya ha dicho que Israel se reservará el derecho a bombardear las instalaciones nucleares iraníes de forma unilateral, tal como ya hizo con los reactores de Osiraq (en Iraq) en 1981 y Al Kibar (Siria) en 2007.

27 grados de temperatura marcaban de media esta semana los termómetros de Tel Aviv. Muchos israelíes han abarrotado las terrazas de los 14 kilómetros de playa de la ciudad, cuando acaban de arrancar las fiestas de Hanukka en un otoño que aguanta cálido la impaciencia del invierno levantino.

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