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Los cabos sueltos del acuerdo con Irán
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"TODAVÍA PUEDE ACERCARSE AL UMBRAL NUCLEAR"

Los cabos sueltos del acuerdo con Irán

El acuerdo con Irán para ralentizar el programa nuclear de los ayatolás está llamado a convertirse en el primer trazo del dibujo del nuevo Oriente Medio

Foto: El líder supremo iraní durante una ceremonia militar en Teherán (Reuters).
El líder supremo iraní durante una ceremonia militar en Teherán (Reuters).

El acuerdo logrado el pasado fin de semana por el G5+1 (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China y Alemania) e Irán para ralentizar el programa nuclear de los ayatolás está llamado a convertirse en el primer trazo del dibujo del nuevo Oriente Medio. Si cuaja en un pacto definitivo, dentro de seis meses, y las esperanzas de hoy se materializan en el fin de un alejamiento entre Teherán y Occidente que dura ya tres décadas, habrá que reordenar el mapa de fuerzas en la zona.

Quedan, no obstante, numerosos cabos sueltos en torno al acuerdo, según sostienen los críticos con el mismo. El analista israelí Ron Ben-Yishai, por ejemplo, entiende que, de partida, el pacto es “razonable, podríamos decir que bueno”, pero si dentro de seis meses estas condiciones se convierten en permanentes se tornará “malo, hasta peligroso”, porque a su entender Irán todavía tiene capacidad para acercarse al “umbral nuclear”, puede tocar con los dedos el montaje de una bomba atómica. Todo ello porque así se lo está permitiendo Occidente.

Irán no va a ratificar aún el protocolo adicional de 1997, que permite al OIEA unas inspecciones más exhaustivas. Tampoco amplía el número de centrifugadoras pero sí mantiene plenamente activas las casi 19.000 que posee actualmente

Ben-Yishai hace cuentas de los flecos pendientes. En primer lugar, Irán no va a ratificar aún el protocolo adicional de 1997, que permite al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) unas inspecciones más exhaustivas; segundo, no amplía el número de centrifugadoras pero sí mantiene plenamente activas las casi 19.000 que posee actualmente; asimismo, mantendrá algunas reservas de uranio enriquecido al 20% sobre las que se puede seguir trabajando; y, por último, si se rebajan las sanciones su economía mejorará y su industria se reforzará, también en conocimiento, incluyendo aquella que desarrolla nuevos medios de explotación nuclear.

Es la tesis que manejan los opositores al acuerdo, que creen que el consenso inicial es demasiado hermoso para ser cierto. Sobre todo cuando a un “régimen oscuro” se le deja aún manejar herramientas “peligrosas”. “La historia nos enseña que debemos esperar el engaño (de estos Gobiernos)”, ha afirmado en una polémica tribuna Douglas Feith, subsecretario de Defensa norteamericano (2001-2005) y colaborador del Instituto Hudson. “Los líderes democráticos suelen exagerar sus logros”, abunda.

Fuentes de la embajada norteamericana en Tel Aviv sostienen que su Gobierno confía en la “lealtad” de todos los interlocutores y en ver avances sobre el borrador inicial dentro de ese semestre de trabajo que queda por delante. Frente a los críticos que pronostican que Irán tendrá, ahora, más dinero disponible y que lo usará para financiar el radicalismo en el interior del país y en la región (apoyando a los chiitas de Siria, Baréin o Yemen), EEUU sostiene que ese dinero ayudará a estabilizar el país, a mejorar las condiciones de vida de sus habitantes y a reducir el sectarismo en Oriente Medio.

De hecho, el plan a largo plazo incluye usar a Irán para estabilizar Siria y poner la brida a Hizbulá (la milicia islamista libanesa), e incluso llamar a Teherán para que ejerza como mediador en Afganistán, en una hipotética negociación de posguerra con los talibanes, según informa The New York Times.

placeholder La UE espera levantar parte de sus sanciones a Irán en enero como muy tarde (Efe).

Ganadores y perdedores

En cuanto a la cuestión de quién sale beneficiado de este acercamiento, los analistas destacan que con el pacto ganarán, sobre todo, el pueblo iraní y el empresariado norteamericano, y perderán, principalmente, Israel y las monarquías petroleras del Golfo Pérsico.

Irak, Siria, Baréin o los palestinos han mostrado en público su apoyo al acuerdo. Israel y Arabia Saudí, por el contrario, mantienen su oposición enconada. Israel ha calificado el documento forjado en Ginebra como un “error histórico” que ha puesto “el arma más peligrosa del mundo en manos del país más peligroso del mundo”. Más allá del miedo existencial de Tel Aviv, cansado del discurso clásico de Irán que promulga la desaparición de su estado, hay otra razón menos visceral para rechazar el acuerdo: si Teherán se reforma, Israel se quedará como el único país de la zona que mantiene su actividad nuclear en secreto.

El movimiento económico, gracias al levantamiento de algunas sanciones, puede ir acompañado de mejoras en los derechos civiles de Irán, lo que ayudaría a la futura instalación de empresas de EEUU en un mercado que roza los 77 millones de consumidores

Tel Aviv nunca ha confirmado que tenga armas atómicas, pero el OIEA lo considera evidente. No hay, sin embargo, inspecciones internacionales en Israel. El aislamiento sería importante y la presión para esclarecer su programa nuclear, creciente, incluso por parte de su aliado estadounidense.

El malestar israelí puede acarrear otro problema añadido a su desencuentro con EEUU: el bloqueo del proceso de paz con los palestinos, retomado el pasado julio. Es posible que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, se niegue a hacer concesiones o siquiera a debatir en firme los temas esenciales en litigio, como le pide el secretario de Estado norteamericano, John Kerry.

placeholder Un vendedor entre alfombras iraníes en su tienda en el viejo mercado de Dubai (Reuters).

“La amenaza viene de Persia, no de Israel”

Arabia Saudí, por su parte, teme perder la alianza de suníes moderados que lidera en las últimas décadas, junto con Emiratos Árabes Unidos, Egipto o Jordania. Con Irak, Siria y Egipto en crisis, perdido el liderazgo regional de antaño, Irán atisba el momento de sucederles en el trono de Oriente Medio. “La amenaza viene de Persia, no de Israel”, han dicho en los últimos tiempos destacados miembros de la diplomacia saudí.

El movimiento económico, gracias al levantamiento de algunas sanciones, puede ir acompañado de mejoras en los derechos civiles de Irán, lo que ayudaría a la futura instalación de empresas de EEUU en un mercado que roza los 77 millones de consumidores, algo que perjudicaría también a la monarquía saudí.

El diario israelí Haaretz, citando fuentes de Washington, sostiene que Estados Unidos e Irán están ya trabajando sobre un plan de desarrollo económico para dinamizar el país, con la aportación de 500 expertos de todo el mundo. En una de las reuniones privadas paralelas a Ginebra, los iraníes también han declarado a Rusia su deseo de convertirlo en socio comercial prioritario.

Un pacto que “ayuda a rebajar el radicalismo interno”

Otros analistas optan por situar el foco sobre las mejoras sociales para los iraníes que puede traer este acuerdo. Hamid Dabashi, profesor de Estudios Iraníes en la Universidad de Columbia, sostiene que la respuesta en la calle está siendo “muy positiva”, ante la esperanza de abandonar una crisis que ha dejado al Gobierno de Teherán con una deuda acumulada que supera los 70.000 millones de dólares (según datos aportados por el Banco Mundial esta semana).

Los iraníes se sienten “aliviados” ante la amenaza de ataque militar que se diluye y el aislamiento de los que mantienen sus posturas belicosas (Israel insiste en su derecho a defenderse de la amenaza que supone el programa nuclear de los ayatolás), pero también aguardan con ansia la reducción de las sanciones que redundará más directamente en su día a día: rebajas en los gastos de matrículas universitarias y acceso a alimentos, productos agrícolas, medicamentos y equipos médicos que llegan del exterior.

placeholder Un iraní lee en la prensa el acuerdo inicial cerrado entre las potencias y su país (Reuters).

“Es una cadena. Ven que su apuesta por el cambio con Rohani tiene resultados, que no se equivocaban, y eso ayuda a rebajar el radicalismo interno”, señala. No obstante, cada paso que da el nuevo presidente, desde su llegada al poder en verano, tiene el visto bueno del líder supremo de la revolución, Ali Jamenei, conocido por su extremismo. Otro motivo de incertidumbre en los tiempos por venir.

De la amenaza de guerra a las negociaciones secretas

El avance diplomático de Ginebra supone un cambio esencial en el statu quo de lejanía actual, en vigor desde la Revolución Islámica de 1979. Al fin, Occidente y Teherán vuelven a sentarse a la misma mesa, superando una brecha de desencuentros que algunos han comparado con la guerra fría entre EEUU y la URSS.

Arabia Saudí teme perder la alianza de suníes moderados que lidera en las últimas décadas, junto con Emiratos Árabes Unidos, Egipto o Jordania. Con Irak, Siria y Egipto en crisis, perdido el liderazgo regional de antaño, Irán atisba el momento de sucederles en el trono de Oriente Medio

En apenas un año se ha pasado de una amenaza creíble de guerra, con Israel empleando un tono belicista que ocasionalmente teñía también los discursos de su socio norteamericano (“todas las opciones están sobre la mesa”, “actuaremos si hay que actuar”, decían los líderes de Washington), a unas negociaciones secretas iniciadas hace siete meses que han cristalizado en un acuerdo preliminar “muy significativo”, en palabras de la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton.

Básicamente, Irán se ha comprometido a acabar con sus reservas de uranio enriquecido por encima del 20% (que se temía que usase como base para crear una bomba atómica), a no enriquecer su producción por encima del 5% (es lo máximo para un uso médico o energético, civil), a no mejorar sus plantas de Natanz y Fordow (las que cuentan con la tecnología más avanzada) ni el reactor de agua pesada de Arak (que al estar finalizado podría servir a fines militares), y a permitir inspecciones serias del OIEA.

A cambio, las potencias del G5+1 reconocen en la práctica el derecho de Irán a tener energía nuclear, permitirán que el Gobierno de Hasan Rohani destine a material humanitario 7.000 millones de dólares generados por su ventas de petróleo y bloqueados hoy en bancos internacionales (hay 100.000 millones más que no se pueden tocar aún) y flexibilizarán las sanciones sobre los refinados del petróleo, la automoción o los metales preciosos, aunque el grueso de los castigos (a la venta de crudo) se mantiene.

El acuerdo logrado el pasado fin de semana por el G5+1 (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China y Alemania) e Irán para ralentizar el programa nuclear de los ayatolás está llamado a convertirse en el primer trazo del dibujo del nuevo Oriente Medio. Si cuaja en un pacto definitivo, dentro de seis meses, y las esperanzas de hoy se materializan en el fin de un alejamiento entre Teherán y Occidente que dura ya tres décadas, habrá que reordenar el mapa de fuerzas en la zona.

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