Aunque atrae toda la atención como el principal órgano que nos mantiene con vida, el funcionamiento del corazón es al fin y al cabo bastante sencillo: es una bomba que se llena de sangre y la envía de fuera de nuevo. Eso ha hecho que, con mayor o menor dificultad, la fabricación de una versión artificial no fuese tan complicada.
Los pulmones... eso es otra cosa. Un pulmón es un órgano muy complicado en su funcionamiento: hace de punto de intercambio de gases (el oxígeno hacia dentro, el CO2 hacia afuera) y es difícil encontrar una tecnología que cumpla con esa función de una forma tan perfecta y eficiente como nuestros pulmones.
Científicos de la Universidad de Pittsburg han presentado esta semana su versión de un pulmón artificial, un dispositivo mecánico que realiza lo que han llamado una "diálisis respiratoria", al eliminar el dióxido de carbono de la sangre de los pacientes. Este dispositivo, lo suficientemente pequeño como para entrar en una mochila o bolsa, tendrá que ser complementado con un aporte de oxígeno añadido, de forma que está pensado para utilizarse dentro de los hospitales, pero permitirá a los pacientes una mayor movilidad que los actuales sistemas de asistencia respiratoria.
La asistencia o sustitución de órganos por dispositivos mecánicos o biónicos no es ni mucho menos nueva. De hecho, la tecnología ha conseguido ya, poco a poco y con mayor o menor éxito dependiendo del órgano, crear versones de varias partes de nuestro cuerpo.