Desde hace dos semanas, un río de lava está arrasando campos y casas en su camino hacia el mar. La lava expulsada desde cuatro bocas eruptivas ha cubierto casi 500 hectáreas y ha ampliado la superficie de la isla con más de medio kilómetro de tierras robadas al mar. En su desarrollo ha destruido casi 1.000 edificios e infraestructuras.

Los últimos terremotos registrados podrían indicar que el volcán se estaría alimentando por una cámara de magma más profunda que amenaza seguir provocando estragos con más ríos de lava. El destino de la isla cuando se acabe la erupción será convivir con el monstruo de roca vomitado por el cráter del volcán. Una convivencia difícil, como demuestran los ejemplos de otras islas volcánicas habitadas que ya vivieron lo que hoy vive La Palma.

Hawai

En 2018, en la isla más grande del archipiélago de Hawái, el volcán Kilauea, entró en erupción. Un volcán que ha vuelto a entrar en actividad en 2021. Un muro de lava de 15 metros de altura sepultó un área de 35 km cuadrados y llegó al océano Pacífico en dos vertientes. En su camino arrasó más de 700 edificios en el pueblo de Leilani Estate. 3.000 personas fueron evacuadas y hubo daños por valor de 800 millones de dólares.

Tres años después de la erupción los residentes siguen esperando la reparación de infraestructuras y carreteras. Para rodear la colada de lava se han construido nuevas carreteras. El trayecto que antes no duraba más de 10 minutos se ha convertido en un rodeo de 45 minutos. Y aún habiendo pasado ya tres años desde entonces, algunos puntos el terreno siguen calientes.

Islandia

Durante la erupción de 2010 del volcán Eyjafjallajökull en Islandia, se puso mucha atención a la nube de cenizas que desde el 15 al 23 de abril obligó a suspender el tráfico aéreo entre Europa y América del norte. Pero los peores efectos se produjeron cuando las cenizas empezaron a depositarse en los alrededores del volcán, dañando irreparablemente los cultivos del sur de la isla, donde se concentra la mayor parte de las actividades agrícolas.

El magma fundió el hielo del glaciar Vatnajokul, el más grande de Europa. Las aguas, mezcladas con las lluvias torrenciales provocaron corrimientos de tierras e inundaciones que destruyeron puentes y carreteras, además de edificios, viviendas y escuelas, así como el que era el puente más largo de la Ring Road, la carretera circular que conecta la isla.

Guatemala

En 2021 ha vuelto a la actividad también el Volcán de fuego en Guatemala. Un gigante de 3.700 metros que está entre los volcanes más activos del mundo. En 2018 una violenta erupción, no dio tiempo a evacuar los pueblos de los alrededores. Una superficie de 60 km cuadrados quedó sepultada bajo el río de lava y cenizas incandescentes que dejó inservibles más de 17 kilómetros de la Ruta Nacional 14, una de las arterias más importantes del país. La población recibió ayuda internacional de emergencia, pero en 2019 el Gobierno guatemalteco había entregado apenas 160 casas de las 1.000 que prometió que serían reconstruidas antes de final de año.

La recuperación de las áreas habitadas afectadas por la actividad volcánica es una tarea difícil, que requiere de años, con resultados inciertos y que a menudo no se pueden trasladar de un sitio a otro. Por eso de momento la mayoría de las inversiones se centran en el monitoreo y la previsión de la actividad sísmica, con el objetivo de, por lo menos, limitar el número de víctimas y reducir el impacto de una posible erupción.