Así ha tenido que simplificar Rusia su vehículo 'bestseller' para fabricarlo tras las sanciones

Las sanciones económicas a Rusia motivadas por la invasión de Ucrania en febrero han devastado el mercado ruso del automóvil, pues las ventas de coches se han desmoronado en el primer semestre del año hasta las 370.228 unidades, un 57,5% por debajo de ese mismo periodo en 2021; y la situación vivida en los últimos meses es aún más crítica, pues la caída en mayo fue del 83,5% en relación al mayo anterior, y en junio las ventas en ese país bajaron un 82% en comparación con el mismo mes del pasado año, matriculándose solo 27.761 unidades.

Además, el cese de actividad en Rusia de buena parte de las marcas extranjeras ha motivado que los constructores locales, pese a las tremendas caídas de ventas que han sufrido también, ganen cuota de mercado, encabezados por Lada, que en junio copó un 27% del mercado, la más alta proporción durante la última década. Por detrás se sitúan las también rusas GAZ y UAZ, mientras que los fabricantes chinos empiezan a aprovechar el momento para ganar terreno en el mercado ruso, y ya venden aproximadamente uno de cada ocho vehículos nuevos en ese país.

Pero las sanciones no solo están trastocando el mercado, sino también a la propia industria local. Meses atrás, a raíz de la invasión, Renault Group decidía deshacerse de todas sus acciones en Lada a cambio de dos céntimos (un rublo, que fue lo cobrado por el gigante francés, equivale a 0,018 euros), de manera que la principal marca del país volvía a recuperar su condición de empresa estatal, gestionada desde entonces por el NAMI, un departamento de la administración rusa dedicado a la investigación, el desarrollo y la certificación de automóviles. Y el NAMI ha colaborado con Lada para modificar a toda velocidad sus vehículos, de modo que pudiera reiniciarse la fabricación en la planta de Togliatti lo antes posible a pesar de la falta de vitales componentes que hasta ahora se importaban, y que ya no llegan ni la industria rusa es capaz de producir a corto plazo. Uno de esos modelos que quedaron detenidos en las líneas de montaje fue el Granta, el coche más vendido en Rusia desde hace tiempo y el más barato del mercado, y los esfuerzos del NAMI y de Lada se centraron en él.

Adiós a la tecnología 'moderna'

Así, el pasado 8 de junio la cadena volvía a ponerse en marcha, aunque con toda la gama Granta modificada a fondo para salvar las sanciones. Y modificada lógicamente a la baja, pues los ingenieros han simplificado los coches, renunciando a soluciones tecnológicas que son comunes en los países occidentales desde hace mucho tiempo pero que los fabricantes rusos habían adoptado recientemente. Es decir, que si el Lada Granta ya era un vehículo muy atrasado en comparación con los que disfrutamos en España, incluso si pensamos en los más asequibles o 'low cost', ahora ese coche cuadra mejor con el calificativo de antediluviano. Porque los Granta ahora a la venta no equipan los airbag frontales delanteros, ni el sistema de frenos antibloqueo ABS, ni los pretensores pirotécnicos en sus cinturones de seguridad... y ni siquiera radio. Y pese a ello, en junio fue de nuevo el 'bestseller' en Rusia, copando el 11,9% de las matriculaciones; por más que sus cifras se sitúen todavía un 76,6% por debajo de las de junio de 2021.

En esa acelerada vuelta a la vida del Granta, cuya denominación oficial es VAZ-2190, el Kremlin ha ordenado plantear comercialmente el producto estrella de la industria local como el coche que resiste las sanciones, y de hecho la eliminación de importantes componentes de confort y seguridad se ha visto reflejada en el precio, que de media ha caído unos 96.000 rublos (1.700 euros), de forma que el Granta más accesible, de carrocería sedán, se vende ahora por 678.300 rublos (12.050 euros). El de carrocería más deportiva, con perfil 'fastback' de cinco puertas, arranca en 698.300 rublos (12.400 euros), la variante de cinco puertas más compacta tiene un precio base de 778.500 rublos (13.825 euros), el Granta familiar empieza en 705.300 rublos (12.525 euros) y el Granta Cross, de tipo todocamino, tiene precios desde 742.300 rublos (13.180 euros).

En lo que al parecer no hay cambios es en la parte mecánica, donde el Lada Granta, que emplea ciertas piezas procedentes del primer Dacia Logan y del segundo Renault Clio, mantiene básicamente el mismo motor de gasolina que incorporaba en el momento de su lanzamiento, allá por 2011. Un 1.600 que no cumpliría ni de lejos las normativas ecológicas vigentes en la UE y cuya variante básica, de 80 CV, se conforma con una culata de dos válvulas por cilindro; aunque también existe una versión potenciada a 87 CV y denominada GLI. En cambio, se han eliminado de la gama a partir de junio los Granta más 'lujosos', que montaban ese mismo 1.6 de gasolina pero con culata de cuatro válvulas por cilindro y 98 CV de potencia, pues eran esas versiones las dotadas de serie de elementos ya no disponibles, como los airbag de conductor y copiloto, el ABS, los asientos delanteros calefactados o el radio-CD/MP3.

Pese a los esfuerzos de las autoridades rusas para que los ciudadanos vuelvan sus miradas masivamente a los automóviles locales, buena parte de los usuarios estaría retrasando su compra a la espera de que cesen las sanciones y lleguen de nuevo al mercado los vehículos occidentales con los que sueñan. Incluso si toca esperar varios años...