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Cuando su banquero privado le pone la alfombra roja, cuidado: la está pagando usted
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Cuando su banquero privado le pone la alfombra roja, cuidado: la está pagando usted

El negocio de la inversión está fundamentado en las comisiones. No es extraño que esté empujando a los inversores hacia los activos privados

Foto: Inversores en la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Platt)
Inversores en la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Platt)
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Durante el siglo pasado, las acciones rindieron un 10% anual, pero quienes las compraron no obtuvieron ese rendimiento. Y hay una lección en ello para todos los que compran los productos más atractivos de Wall Street.

Cuando inviertes, no estás comprando una media hipotética que no conlleva costes. Sólo se puede invertir en el mundo real, donde los costes son los asesinos de los rendimientos.

Los intermediarios (fondos de inversión y agentes de bolsa) se han llevado regularmente una sexta parte de las ganancias de las acciones, según ha revelado un nuevo estudio. A veces el porcentaje superaba el 33%. Si invierte en fondos "alternativos" de activos no cotizados, como operaciones de compra directa de empresas, fondos de alto riesgo y bienes inmuebles privados, tome nota. Sus rentabilidades pasadas teóricas pueden parecer magníficas, pero sólo cuentan las rentabilidades netas, después de restar todos los costes.

Edward McQuarrie, profesor emérito de negocios de la Universidad de Santa Clara, que estudia la rentabilidad de los activos a largo plazo, analizó recientemente cómo les ha ido a los inversores en fondos de inversión desde la década de 1920. Su objetivo era medir sus rendimientos no en teoría, sino en la vida real. Así, midió los rendimientos de una cesta de los mayores fondos de inversión bursátiles de EEUU desde 1926 hasta 1986, cuando se generalizó el acceso a fondos indexados baratos que replican la evolución del mercado. Restó las "cargas de venta", o comisiones, que los inversores tenían que pagar.

Los costes se comieron la mitad del patrimonio que la teoría afirma que se podría haber conseguido con los fondos

Descubrió que una inversión de 10.000 dólares en 1926 en el índice que evolucionó hacia el S&P 500 actual, habría crecido hasta casi 198.000 dólares, 30 años después, con todos los dividendos reinvertidos. El problema es que era imposible hacer esa inversión directa en el índice. Se trata solo de una medida hipotética, sin tener en cuenta comisiones y otros costes asociados.

En el mundo real, donde los fondos de inversión cobraban comisiones de venta de hasta el 8,5% más gastos anuales, una inversión de 10.000 dólares en 1926 habría crecido hasta menos de 99.000 dólares en esas mismas tres décadas. En el mundo real, los costes se comieron la mitad del patrimonio que la teoría afirma que se podría haber conseguido.

Foto: Rodrigo Buenaventura, presidente de la CNMV. (Europa Press/Alejandro Martínez)

Durante el siguiente periodo de 30 años, hasta 1986, los inversores en fondos sólo captaron el 71% de la riqueza acumulada que hipotéticamente generó el S&P 500. (Ninguno de estos resultados tiene en cuenta el peaje de los impuestos y la inflación). Para ser justos, en aquellos días, invertir directamente en acciones individuales probablemente costaba incluso más que a través de los fondos de inversión, y reunir una cartera bien diversificada, acción por acción, estaba fuera del alcance de la gran mayoría de los inversores, excepto de los más ricos.

¿Por qué es importante mirar datos tan antiguos?

Puede que le intenten seducir diciendo que los altos rendimientos proyectados de la inversión en fondos privados son solo para elegidos como usted y que las elevadas comisiones bajarán a medida que vayan entrando billones de dólares. Pero eso no es lo que ha ocurrido a lo largo de la historia. Las comisiones de venta de los fondos de inversión tardaron décadas en caer, y los gastos anuales aumentaron, no disminuyeron, a medida que los fondos crecían.

En teoría económica, las empresas en crecimiento crean economías de escala, vendiendo sus bienes y servicios a precios más bajos a medida que se expanden. A menudo, los fondos de inversión crearon deseconomías de escala. En los años 90, siete décadas después de la aparición de los fondos de inversión, todavía existían cargas iniciales del 5% o más. Algunos fondos cobraban un 4% sólo por reinvertir sus dividendos. Los gastos anuales podían superar el 2%. No fue hasta la década del 2000, en respuesta a la competencia ejercida por los fondos indexados de bajo coste, cuando las comisiones se redujeron drásticamente.

McQuarrie señala lo que él llama "la ley de conservación de los beneficios de Wall Street: si no lo conseguimos de una forma, lo conseguiremos de otra". Cuando finalmente se redujeron las comisiones de venta de los fondos de inversión, no desaparecieron. En su lugar, las empresas sustituyeron esos gastos iniciales por "comisiones de distribución" de hasta el 1% anual. Una factura gigantesca se transformó en otras más pequeñas, pero el contador nunca deja de sumar.

Foto: Ilustración con el logo de Nvidia y uno de sus chips. (Reuters/Dado Ruvic)

Hoy, con las comisiones de los fondos indexados y los fondos cotizados en bolsa prácticamente en el 0%, Wall Street ya no puede prosperar vendiendo fondos que invierten en acciones y bonos públicos. No es de extrañar que esté ofreciendo a los inversores particulares el segmento de los activos privados, que antes eran patrimonio exclusivo de personas e instituciones muy ricas.

Los costes de los fondos alternativos, cientos de veces superiores a los de los fondos indexados, apenas han bajado en décadas. Un estudio reciente reveló que, de media, por cada dólar de rentabilidad que generaron entre 1995 y 2016, los hedge funds cosecharon 64 céntimos en comisiones de gestión y rendimiento. Últimamente, en algunos de los principales hedge funds, los gastos han aumentado incluso hasta un 5% o 7% anual.

En los fondos de capital privado que invierten en adquisiciones directas, las comisiones tienden a reducir los rendimientos brutos en alrededor de 6 puntos porcentuales anuales, según un reciente estudio de investigación.

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.

Dado que las carteras alternativas, a diferencia de los fondos de inversión y los ETF, apenas revelan información sobre sus estrategias y participaciones, sus inversores no saben nada. Esta ventaja informativa permite a casi todos los fondos alternativos cobrar comisiones elevadas. Los clientes no pueden distinguir fácilmente la buena gestión de la mala.

Los comerciales de los fondos alternativos responden a esta acusación diciendo que los rendimientos del pasado se ofrecen netos de comisiones, y que, a menudo, han sido superiores a los de los mercados públicos. Y eso es cierto. Lo que no dicen es que los rendimientos futuros son inciertos, mientras que las comisiones son inevitables.

Los comerciales de los fondos alternativos responden diciendo que los rendimientos del pasado se ofrecen netos de comisiones

Supongamos que las acciones estadounidenses rindan una media del 6% anual durante la próxima década. Si invierte en un fondo indexado al mercado total de acciones o en un ETF, pagará tan sólo un 0,03% de gastos anuales. Eso le promete la mayor cuota neta de rentabilidad que los inversores hayan podido alcanzar jamás. Si, por el contrario, invierte en un fondo alternativo que cobra un 6% en comisiones, tendrá que obtener el doble de rentabilidad que el mercado bursátil público, antes de costes, sólo para igualar esa rentabilidad después de costes.

En 1940, el agente de bolsa (y antiguo periodista del Wall Street Journal) Fred Schwed Jr. publicó su clásica sátira financiera, "¿Dónde están los yates de los clientes?". Al final de cada jornada bursátil, bromeaba Schwed, los gestores reparten los activos que han conseguido entre ellos y sus clientes: cogen todo ese dinero y lo lanzan al aire. Y remata el chiste: "Todo lo que se pega al techo pertenece a los clientes". Así funcionaba el negocio de la inversión en aquellos tiempos. Sería una pena que ahora acabara funcionando igual.

Durante el siglo pasado, las acciones rindieron un 10% anual, pero quienes las compraron no obtuvieron ese rendimiento. Y hay una lección en ello para todos los que compran los productos más atractivos de Wall Street.

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