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Por qué el nuevo récord del Nikkei no es motivo de celebración: tres lecciones de su crisis
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A punto de tocar techo

Por qué el nuevo récord del Nikkei no es motivo de celebración: tres lecciones de su crisis

El Nikkei, al igual que el Dow Jones Industrial Average, es una forma atroz de medir el mercado. Las cifras de los índices no incluyen los dividendos que reciben los inversores

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.
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El índice japonés Nikkei 225 está a un pelo de superar su máximo de 1989 [lo ha superado este jueves, después de la publicación de este artículo] y poner fin a 34 años de sequía para los inversores en la bolsa nipona. Esto es tanto motivo de celebración como una forma profundamente errónea de entender la inversión en bolsa, tanto en Japón como en Estados Unidos.

La parte buena es obvia. Las acciones japonesas se han disparado, con el Nikkei casi igualando al S&P 500 desde principios del año pasado, a pesar de su exposición relativamente pequeña al auge de la inteligencia artificial que impulsa los mercados estadounidenses. Sin embargo, hay razones de peso y de inversión básica para no festejar.

Al más alto nivel, es una señal de lo mal que han ido las cosas, que no es algo que uno suela celebrar. Se parece más a un funeral que a un cumpleaños. Las acciones japonesas tocaron techo el último día de negociación de 1989, y a partir de ahí el Nikkei cayó más de un 80%.

Los inversores fueron aplastados, y el Nikkei perdió casi tanto —aunque durante un periodo más largo— como el índice precursor del S&P 500 entre 1929 y 1933, durante la Gran Depresión. El mercado estadounidense tardó un cuarto de siglo en alcanzar un nuevo máximo.

Las acciones japonesas tocaron techo el último día de negociación de 1989, y a partir de ahí el Nikkei cayó más de un 80%

Menos obvio, pero más importante, es que las cifras de los índices no importan mucho a largo plazo. El Nikkei, al igual que el Dow Jones Industrial Average, es una forma atroz de medir el mercado. Las cifras de los índices no incluyen los dividendos que reciben los inversores. No tienen en cuenta el pernicioso impacto de la inflación. Y medir los rendimientos desde el pico de una de las mayores burbujas de la historia nos dice poco sobre el futuro.

El Nikkei es una forma de medir errónea. Creado por primera vez en 1950 por el periódico del mismo nombre, promedia los precios de las acciones, por lo que los títulos de mayor precio tienen más impacto que los de menor precio. Esto es absurdo, ya que el precio de una acción es un resultado arbitrario del número de acciones que la empresa decide emitir, y al igual que con el Dow, conduce a algunos resultados extraños.

El Nikkei, al igual que el Dow Jones Industrial Average, es una forma atroz de medir el mercado

El mayor componente del Nikkei es Fast Retailing, propietaria de la cadena de moda Uniqlo, que representa casi el 11%. Toyota Motor, la empresa más valiosa del país, representa el 1,4%. Si clasificamos los valores por su valor de mercado, como hacen otros índices importantes, Fast Retailing ocuparía menos del 2% del indicador y sería el séptimo componente más importante.

Esto podría tomarse a risa, excepto por el hecho de que, a diferencia del Dow Jones, el Nikkei realmente importa. Los contratos de futuros basados en él se negocian mucho más que los basados en el Topix, un índice de referencia mucho mejor elaborado técnicamente. Como resultado, enormes cantidades de dinero se mueven en función de algo que no está a la altura para ayudar a decidir cómo debe asignarse el capital entre las empresas.

Si se utiliza el Topix en lugar del Nikkei, las acciones siguen estando más de un 8% por debajo de su máximo de diciembre de 1989. Así que las celebraciones sobre un nuevo máximo de precios son del todo prematuras.

Si se utiliza el Topix en lugar del Nikkei, las acciones siguen estando más de un 8% por debajo de su máximo de diciembre de 1989

Los dividendos son vitales. A largo plazo, el efecto compuesto de la reinversión de dividendos supone una enorme diferencia en la rentabilidad. En el último medio siglo, las acciones estadounidenses convirtieron 100 dólares en 6.200 dólares sin dividendos (sin tener en cuenta costes e impuestos), mientras que con dividendos valdrían 25.000 dólares. Lo mismo ocurre en Japón, donde la rentabilidad del 2% de los dividendos es ahora mucho mayor que en Estados Unidos. Un inversor que tomó la nefasta decisión de comprar en la cima de la burbuja y reinvertir los dividendos recuperó todas las pérdidas en marzo de 2021. Por alguna razón nos olvidamos de celebrar esa fiesta.

La inflación también importa. La buena noticia para los propietarios de activos en Japón es que una década y media de deflación significó que todo se abarató, por lo que durante esa supuesta "década perdida" el valor de sus activos no se vio erosionado por la inflación, como ocurrió en otros lugares. La mala noticia es que los rendimientos fueron muy superiores en todas partes, incluso después de la inflación. Peor aún, la subida de los precios, antes y después de la década perdida, ha dejado el valor después de la inflación, excluyendo los dividendos, del Nikkei (y del Topix) todavía sustancialmente por debajo del máximo de 1989.

A largo plazo, el efecto compuesto de la reinversión de dividendos supone una enorme diferencia en la rentabilidad

Los inversores japoneses ni siquiera obtuvieron como compensación una divisa más fuerte, que suele venir acompañada de deflación: la última década de estímulo en el país debilitó el yen hasta más o menos donde estaba en el pico de la burbuja de 1989. El verdadero motivo de celebración es psicológico: Japón se despide de la resaca de aquella burbuja.

Olvídese del precio nominal de un índice defectuoso y fíjese en los cambios reales del país. El tiempo ha curado las heridas, permitiendo a los bancos japoneses reconstruirse, a las empresas superar el exceso de inversión de los años ochenta y a los consumidores superar la mentalidad deflacionista de precios cada vez más bajos y salarios estancados. Las valoraciones también bajaron. El sector privado se ha recuperado y, aunque la deuda pública sigue siendo demasiado elevada, las empresas japonesas son mucho más atractivas. Eso sí merece una fiesta.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.

El índice japonés Nikkei 225 está a un pelo de superar su máximo de 1989 [lo ha superado este jueves, después de la publicación de este artículo] y poner fin a 34 años de sequía para los inversores en la bolsa nipona. Esto es tanto motivo de celebración como una forma profundamente errónea de entender la inversión en bolsa, tanto en Japón como en Estados Unidos.

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