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Cómo Japón se ha convertido en el mercado bursátil más emocionante del mundo
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Cómo Japón se ha convertido en el mercado bursátil más emocionante del mundo

La visita de Warren Buffett en primavera puso de relieve el valor, y las acciones han subido un 20% desde marzo

Foto: Vista general de Tokio, Japón. (Unsplash/Katrin Huth)
Vista general de Tokio, Japón. (Unsplash/Katrin Huth)
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Hay historias contradictorias que contar sobre la inversión en Japón en este momento, y por desgracia ambas parecen ser correctas. La primera es que el mercado bursátil está que arde, generando los mejores rendimientos de cualquier gran país desarrollado desde principios del año pasado, a medida que los extranjeros se despiertan ante el nuevo enfoque favorable a los accionistas del Gobierno, la bolsa y los consejos de administración de las empresas.

La visita y los comentarios positivos del multimillonario Warren Buffett en primavera pusieron de relieve el valor de aventurarse en el país, y las acciones han subido más de un 20% desde finales de marzo gracias a la afluencia de capital extranjero.

La segunda es que todo el trabajo lo ha hecho el desplome del yen, y en dólares las acciones japonesas se han comportado casi exactamente igual que el S&P 500. Estoy convencido de ambas historias. Ambas versiones me convencen, lo cual es complicado. En cuanto a la primera, hace tiempo que pienso que Japón se está inclinando más hacia el capitalismo de mercado (incluso cuando Estados Unidos parece alejarse de él).

Foto: El director de cine japonés Hayao Miyazaki durante el homenaje a su amigo y cofundador de Studio Ghibli, Isao Takahata, fallecido en 2018. (EFE)

El proceso de reforma que comenzó con la tercera de las "tres flechas" de los Abenomics hace una década está dando por fin sus frutos, a medida que los directivos se centran cada vez más en la rentabilidad, agotan las reservas de efectivo y dan prioridad a los inversores. Aún queda mucho camino por recorrer (la mayoría de los bárbaros siguen fuera de la muralla), pero las recompras, las adquisiciones hostiles y las presiones de los inversores para salirse con la suya ya no son imposibles.

No se trata solo de que el Gobierno, la comisión de ofertas públicas de adquisición y la bolsa intenten crear un entorno favorable a los accionistas. Como señala Peter Tasker, cofundador y estratega jefe de Arcus Investment, están empujando una puerta ya abierta. En general, las empresas tienen liquidez neta, lo que las libera de las obligaciones con los bancos que les hacían centrarse en sus prestamistas más que en sus accionistas.

La incipiente inflación —aún apoyada por los tipos de interés negativos del Banco de Japón— hace que mantener efectivo sea menos atractivo. El envejecimiento de la población ha creado una escasez permanente de mano de obra. Esto facilita políticamente los despidos, ya que los trabajadores despedidos pueden encontrar rápidamente un nuevo trabajo. Y el deseo de Estados Unidos y Europa de reducir su dependencia de China hace atractiva la base manufacturera de Japón y su ubicación en el Pacífico.

Foto: El nuevo gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda. (EFE/Kimimasa Mayama) Opinión
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"Considero muy importante la confluencia de los incentivos que ofrecen las autoridades a los inversores y la posición geopolítica de Japón, sobre todo porque el yen está muy barato", afirma Tasker. Pero el problema es precisamente que el yen está muy barato. Desde principios del año pasado, las ganancias de las acciones japonesas por encima del S&P solo se han producido cuando el yen se ha debilitado, y lo ha hecho a lo grande. La divisa vuelve a acercarse a los 150 yenes por dólar, lo que preocupa a los responsables políticos, que el año pasado intervinieron por primera vez desde 2011 para proteger el nivel. Esta semana, el ministro de Finanzas, Shunichi Suzuki, advirtió de una posible intervención, aunque insistió en que lo que preocupa al Gobierno son los movimientos bruscos del yen, no el nivel de la divisa.

Es natural que las acciones japonesas ganen cuando la divisa se debilita, ya que las más grandes son empresas globales como Toyota Motor y Sony Group, que obtienen gran parte de sus ingresos en el extranjero. El problema es que, cuando se eliminan los movimientos del yen, el mercado japonés se ha igualado casi perfectamente al estadounidense.

Esto hace que sea doblemente difícil ser alcista en Japón a corto plazo. Si la divisa se fortalece, las acciones deberían caer. Y es probable que la divisa se fortalezca cuando el banco central abandone su política de superalivio ante el aumento de la inflación (los precios al consumo subyacentes están subiendo al ritmo más alto desde 1992, antes de que se produjera la deflación).

Foto: Logo de Netflix. (Reuters/Dado Ruvic)

Peor aún, es realmente difícil entender por qué las acciones japonesas se han comportado como el S&P, dadas las enormes diferencias entre ambos mercados. Los inversores no deberían invertir en cosas que no entienden, y el estrecho vínculo entre el rendimiento del mercado japonés, ampliamente diversificado, y el del S&P, dominado por la tecnología y con una alta concentración de valores, es un enigma. Tal vez se deba a que los operadores de índices y futuros invierten miles de millones e ignoran los valores individuales, creando así grandes oportunidades para los selectores de valores. Pero esto es imposible de probar, y la teoría alternativa es que sea pura suerte, no una gran base para una inversión.

Una vuelta de tuerca a mis preocupaciones es que quizá sea bueno que Japón solo haya igualado a EEUU durante los dos últimos años, porque significa que muchos inversores aún no se han creído que Japón está arreglando su mercado bursátil. Para los que pensamos que se está produciendo un cambio duradero en Japón, eso significa que todavía hay muchos compradores que acabarán sumándose.

Eso se nota en las valoraciones de las acciones. Tasker calcula que casi la mitad del índice de referencia Topix cotiza por debajo de su valor contable, mientras que el índice tiene una ratio precio/beneficios a plazo de 14 veces, frente a las 18 del S&P.

Foto: Billetes de 100 dólares y de 10.000 yenes. (Reuters/Yuriko Nakao) Opinión
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Es cierto que ya no es la ganga que era a menos de 11 veces antes de que comenzara el Abenomics, o alrededor de 12 a principios de este año, cuando Buffett visitó Tokio y dijo que podría aumentar sus ya fuertes participaciones en las casas de comercio del país (que han superado al mercado en general desde entonces). Pero al menos es mucho más barato que Estados Unidos.

Japón se enfrenta a numerosos retos económicos a largo plazo, entre ellos una enorme deuda pública y uno de los peores datos demográficos del mundo, así como la dependencia de la financiación del banco central. La desconcertante relación entre su mercado bursátil y el S&P también me da que pensar.

Pero, a medio y largo plazo, siempre que se evite el desastre macroeconómico, el cambio hacia el capitalismo de mercado debería conducir a empresas mejor gestionadas que valgan más.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

Hay historias contradictorias que contar sobre la inversión en Japón en este momento, y por desgracia ambas parecen ser correctas. La primera es que el mercado bursátil está que arde, generando los mejores rendimientos de cualquier gran país desarrollado desde principios del año pasado, a medida que los extranjeros se despiertan ante el nuevo enfoque favorable a los accionistas del Gobierno, la bolsa y los consejos de administración de las empresas.

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