EEUU acepta que no puede acabar con el fentanilo: ahora toca convivir con la droga
El rápido incremento de las muertes, provocadas en casi el 80% de los casos por sustancias opioides, está haciendo que las autoridades de EEUU adopten las llamadas políticas de reducción del daño
Las tradicionales políticas duras de Estados Unidos contra el consumo de drogas se están flexibilizando debido, sobre todo, a una cifra: 107.000. Es el número de estadounidenses que fallecieron de sobredosis el año pasado, más del doble que en 2015 y casi cinco veces más que en 2002. El rápido incremento de las muertes, provocadas en casi el 80% de los casos por sustancias opioides —especialmente el fentanilo—, está haciendo que las autoridades federales y estatales adopten las llamadas políticas de reducción del daño. Dado que está resultando difícil forzar a los adictos a desengancharse mediante penalizaciones, la alternativa es darles los instrumentos adecuados para que consuman con mayor seguridad y puedan llegar con vida a un tratamiento.
Por ejemplo, desde mediados de septiembre es legal comprar un medicamento llamado Narcan sin necesidad de receta médica. El Narcan es un espray nasal que contiene naloxona, una sustancia capaz de bloquear y revertir los efectos de los opioides y que, por tanto, puede salvar la vida a las personas que estén padeciendo una sobredosis. Un modelo de política flexible que adoptan incluso los republicanos, más inclinados tradicionalmente a la intransigencia contra los narcóticos.
"Tener disponible el Narcan sin receta médica ayudará a dar acceso a más pacientes", dice el Dr. Josh Lynch, profesor asociado de Medicina de Emergencia en la Universidad de Búfalo, médico del conglomerado UBMD y experto en la epidemia de opioides. "En algunos Estados, como Nueva York, el Narcan está disponible gratuitamente y es muy accesible. Incluso se envía gratis a domicilio a través del servicio de correos". Sin embargo, continúa, "algunas farmacias almacenan el Narcan detrás del mostrador, lo que significa que la gente tendrá que pedírselo al personal de la farmacia. Esto presentará una oportunidad para el estigma. Idealmente, debería de estar en la estantería, junto a los analgésicos". Otra de las posibles barreras es el precio: dos dosis de Narcan cuestan casi 50 dólares.
La segunda medida que están emprendiendo muchos Estados es la despenalización del uso de las tiras que detectan la presencia del fentanilo, un opioide 50 veces más potente que la heroína, en pastillas calmantes, cocaína o metanfetamina. Según Axios, desde enero de 2022, han sido 16 los gobernadores que han despenalizado el uso de estas tiras. Lo que antes era considerada una herramienta de los drogadictos, ahora se acepta como una manera de reducir el riesgo de sobredosis. Los Estados que han legalizado estas tiras suman un total de 36, incluidos Misisipi, Texas, Kentucky o Utah. Algunos, como Iowa, siguen apostando por la inflexibilidad.
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— 🙄 (@cherian_nair) July 23, 2023
"Despenalizar las tiras de prueba de las drogas fentanilo y xilacina [un potente sedante para animales] es muy importante para los 50 Estados", dice el Dr. Lynch. “Con el aumento de la contaminación en estimulantes, es muy importante para los consumidores de droga saber si su estimulante contiene fentanilo. Además, hacer la prueba de xilacina también es una cuestión de seguridad. El Narcan no funciona con la xilacina y las sobredosis combinadas de ambas drogas pueden resultar fatales en muchas circunstancias”, agrega.
Ante el escaso rendimiento de las políticas tradicionales contra el abuso de las drogas, Texas es uno de los últimos Estados que han dado este paso. "Mi esperanza es que cada persona que lucha con una adicción tenga acceso a un programa de recuperación de calidad y la oportunidad de conseguir y mantener una sobriedad a largo plazo", declaró a The New York Times el representante de Texas Tom Oliverson, republicano que impulsó la despenalización de las tiras para medir el fentanilo. "Pero, si mueren instantáneamente por una droga que ni siquiera sabían que estaban consumiendo, eso no puedo arreglarlo. Nadie puede".
Como explica el diario, las políticas de reducción del daño en Estados Unidos tienen su origen en la epidemia de sida de los años 80. El virus llegó a estar tan extendido que las autoridades se vieron obligadas a diseñar maneras de convivir con él de la manera menos dañina posible. La distribución de jeringuillas limpias entre los drogadictos, por ejemplo, demostró contribuir a la limitación de los contagios. Los altos funcionarios esperan que la venta libre de Narcan podría reducir las altísimas cifras de muertes por sobredosis y promover la aparición de otros medicamentos diseñados a tal efecto por las empresas competidoras.
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A pesar de que los calmantes opioides están disponibles en muchos otros países como parte del tratamiento para procesos posoperatorios y dolores severos, ninguno padece la calamidad de las sobredosis a los niveles de Estados Unidos. En 2022 murieron de sobredosis de opioides 31,6 de cada 100.000 estadounidenses. El segundo país con mayor índice de muertes del planeta es el vecino Canadá, donde falleció menos de la tercera parte: 13,7 de cada 100.000 habitantes. A diferencia del Gobierno estadounidense, el de Canadá implementa desde el principio de esta crisis medidas de reducción del daño como las que empiezan a darse en el país vecino.
"Habitualmente, se entiende que Canadá está más enfocada en la salud a la hora de tratar los trastornos del consumo de opioides", dice el Dr. Josh Lynch. "El acceso a la metadona es mucho más fácil y las farmacias están mucho más implicadas en la provisión de tratamientos. En Estados Unidos, la mayoría de los pacientes tienen que acudir frecuentemente a las clínicas de metadona para conseguir sus dosis. A veces, todos los días. Algunos pacientes tienen que conducir largas distancias para llegar a la clínica más cercana. Recetar la buprenorfina por toda Canadá también es posible sin un certificado o una instrucción especial, algo que también sucede en EEUU desde el pasado 1 de enero".
Otro de los instrumentos de Canadá son los llamados sitios de consumo supervisado, que son centros donde los adictos pueden consumir sus drogas en presencia de personal cualificado. Las cifras oficiales del Gobierno canadiense dicen que, desde 2017, ha habido más de cuatro millones de visitas a estos 38 centros. Una media de 2.600 diarias. La mayor inversión de recursos gubernamentales en la lucha contra la epidemia de opioides, en Canadá, es una respuesta al claro aumento de las muertes. En 2020 fallecieron de sobredosis de opioides 4.395 canadienses. Al año siguiente, 2021, murieron casi el doble: 7.993. Las cifras preliminares de 2022 son parecidas.
Mientras tanto, la segadora de esta epidemia transversal, que se da tanto en las calles de grandes ciudades como en la soledad de los hogares de EEUU, continúa llevándose vidas. Unas 1.500 a la semana. Como explica un análisis del Council of Foreign Relations , el "problema de opioides empezó con el exceso de recetas de calmantes legales, pero se ha intensificado en los últimos años con la llegada de heroína barata y opioides sintéticos, incluido el fentanilo, suministrado por cárteles de la droga extranjeros". "La crisis ha alcanzado una escala tan grande que se ha convertido en un lastre para la economía y una amenaza para la seguridad nacional", concluye.
Las tradicionales políticas duras de Estados Unidos contra el consumo de drogas se están flexibilizando debido, sobre todo, a una cifra: 107.000. Es el número de estadounidenses que fallecieron de sobredosis el año pasado, más del doble que en 2015 y casi cinco veces más que en 2002. El rápido incremento de las muertes, provocadas en casi el 80% de los casos por sustancias opioides —especialmente el fentanilo—, está haciendo que las autoridades federales y estatales adopten las llamadas políticas de reducción del daño. Dado que está resultando difícil forzar a los adictos a desengancharse mediante penalizaciones, la alternativa es darles los instrumentos adecuados para que consuman con mayor seguridad y puedan llegar con vida a un tratamiento.
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