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Un analista de Goldman Sachs lleva al equipo de béisbol israelí a los Juegos Olímpicos
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Tokio 2020

Un analista de Goldman Sachs lleva al equipo de béisbol israelí a los Juegos Olímpicos

Eric Brodkowitz, un‘pitcher’ de Yale, trabaja a distancia y perfecciona su lanzamiento con un equipo de Idaho mientras su equipo adoptivo se clasifica, contra todo pronóstico, para Tokio

Foto: Foto: EC.
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Los días de béisbol de Eric Brodkowitz habían pasado. Acababa de terminar su último partido como lanzador en Yale y no albergaba sueños de jugar en las grandes ligas: su talento iba a ser aprovechado por Goldman Sachs. Pero entonces recibió otra oferta de trabajo, como ‘pitcher’ en el equipo nacional de béisbol de Israel.

Tendría que obtener la nacionalidad israelí. Tendría que viajar a países como Bulgaria y Lituania solo para que el equipo pudiera clasificarse para tener una posibilidad de clasificarse para los Juegos Olímpicos. Debería que mudarse a Idaho y jugar como lanzador de un equipo independiente para estar en forma. Todo ello, sin garantía alguna de entrar en el equipo si Israel llegase a los JJOO.

A pesar de todo ello, dijo que sí, sin dejar en ningún momento de trabajar para Goldman Sachs.

Foto: La pista del Estadio Olímpico de Tokio. (Reuters)

“He demostrado que puedo trabajar de forma efectiva a distancia”, cuenta Brodkowitz desde el estadio de Rockland County, Nueva York, donde entrena el equipo israelí y donde tuvieron su base cuando jugaron una serie de partidos amistosos en Estados Unidos.

Brodkowitz es la personificación del alocado e inverosímil recorrido que ha llevado al equipo israelí, que ocupa la vigesimosexta posición en el 'ranking' mundial, a convertirse en uno de los seis equipos clasificados para ir a Tokio tras años jugando en estadios vacíos, e incluso un hipódromo, en la periferia del béisbol europeo.

Que el equipo de Israel encontrase a Brodkowitz es un pequeño milagro en sí mismo. El analista, de 25 años de edad, acababa de jugar como ‘pitcher’ en un partido contra Columbia, que él mismo describe como un final “brutal” de su último año, en el campeonato del Ivy League de 2018. En todo el partido solo permitió que el equipo contrario obtuviera una carrera, al igual que el primer lanzador de Columbia. Yale perdió dos a uno en el 15.º 'inning'.

“Asumí que mis días de jugar al béisbol probablemente habían terminado”, recuerda.

placeholder Bandera de Israel durante los juegos de Tokio (Reuters)
Bandera de Israel durante los juegos de Tokio (Reuters)

Sin embargo, entre el público de ese partido estaba Eric Holtz, cuyo hijo jugaba en el equipo de Columbia. Holtz acababa de pasar de ser el entrenador del equipo de Westchester Community College a llevar el equipo nacional de Israel, y algo del lanzador del equipo de Yale le llamó la atención. Y no era solo su lanzamiento rápido.

“Con un apellido como Brodkowitz, supuse que sería judío” explica Holtz, y así era. Eso significa que podía optar a la nacionalidad israelí y, por tanto, podía jugar en el equipo nacional en los Juegos Olímpicos. (Esta estrategia es relativamente común en países que quieren potenciar sus demostraciones en los JJOO.).

Holtz supo poco después que Ben Wanger, el inicialista que relevó a Brodkowitz durante cinco 'innings' en los que el equipo contrario no obtuvo ninguna carrera, también era judío. No se cortó al explicar a sus nuevos fichajes el arduo y enrevesado camino que esperaba a los israelíes. Tendrían que quedar primeros del grupo B del Campeonato de Europa de Béisbol y luego quedar entre los mejores equipos del Campeonato. Si conseguían llegar a ese punto, podrían ir al torneo clasificatorio de África y Europa, del que un solo equipo pasaría a jugar en los JJOO.

También había que tener en cuenta que Israel nunca había conseguido avanzar del grupo B. “Era sin duda una apuesta arriesgada”, reconoce Alex Jacobs, que trabaja en las oficinas de los Arizona Diamondbacks, pero también ejerce como segundo entrenador del equipo israelí.

Una cosa es unirse a un equipo olímpico y otra bien distinta pedirles que trasladen su vida a un lugar totalmente distinto

Una cosa es unirse a un equipo olímpico y otra bien distinta pedirles que trasladen su vida a un lugar totalmente distinto persiguiendo una posibilidad remota. Incluso si el equipo llegaba a Tokio, estos jugadores podrían no ser seleccionados para jugar allí.

El primer paso, obtener la nacionalidad israelí, fue sencillo. No perder su trabajo habitual fue más complicado. Brodkowitz, que se dedica a la gestión de activos en Goldman Sachs, construyó su día a día a partir del horario del equipo de béisbol, sin recurrir en ningún momento a una excedencia. Usando días de vacaciones y trabajando a primera hora de la mañana y a última hora de la noche, pudo formar parte del equipo que viajó a Bulgaria en julio de 2019, para competir en el grupo B, y que se alojó en un hotel a medio terminar.

El joven banquero no tardó en destacar, convirtiéndose en el caballo de batalla del equipo. Alcanzó un récord de equipo al eliminar a 15 jugadores en 9,1 'innings', aunque obtuvieron 5,79 carreras de media, e Israel se mantuvo invicta tras enfrentarse a Bulgaria, Rusia, Grecia, Serbia e Irlanda. Viajaron entonces a Utena, en Lituania, a jugar en los ‘playoffs’ contra el equipo local. Jugaron en un campo de juego ubicado en un hipódromo, donde se anunciaban las reglas del béisbol por megafonía para el público. Brodkowitz ayudó a que Israel llegara al Campeonato Europeo en sí tras lanzar tres 'innings' más sin que los jugadores del equipo contrario consiguieran alcanzar las bases siquiera.

[Medallero de los Juegos Olímpicos de Tokio]

Israel había conseguido vencer a una serie de países a los que se esperaba que pudiera ganar. En la siguiente fase, sin embargo, tenía que ganar contra países a los que no se esperaba que venciese. Para ello, necesitaron suerte y un poco de ayuda de equipos de países que no son conocidos por jugar al béisbol.

En un partido en el que Brodkowitz jugaba desde el principio, Israel venció a Suecia por cuatro a tres solo después de que sus contrincantes perdieran la ventaja que llevaban en el noveno 'inning', cuando su ‘pitcher’ no fue capaz de lanzar un 'strike' en medio de un diluvio de dimensiones bíblicas. (“Es como si hubiera un poder superior, mirando desde las alturas, que quería que fuera así”, bromeó Brodkowitz). Israel también venció a Alemania durante la prórroga, gracias a que un corredor alemán situado en la segunda base fue eliminado cuando la pelota golpeó la valla exterior del campo de juego.

Gracias a estas victorias improbables, Israel se clasificó para los ‘playoffs’. Allí, obtuvo la cuarta posición, suficiente para ir a la tierra prometida, esto es, al torneo clasificatorio de África y Europa. Entonces ocurrió algo que nadie se esperaba.

Foto: El actual rey Felipe VI, abanderado de los JJOO de Barcelona 92 (EFE)

Con su equipo mejorado, Israel aplastó a Países Bajos y venció a los italianos. De pronto, se habían clasificado para ir a los Juegos Olímpicos con casi un año de antelación.

La pandemia atrasó la celebración de los Juegos otro año más. Brodkowitz se fue convirtiendo en un trabajador a distancia cada vez más eficiente. Tanto es así que, incluso cuando empezó a haber vacunas disponibles y los banqueros volvieron a sus oficinas en Manhattan, el lanzador obtuvo el permiso de sus jefes para hacer todo lo contrario y se mudó a Idaho.

Brodkowitz sabía que tenía que seguir ejerciendo como lanzador para tener la más remota posibilidad de jugar como ‘pitcher’ en el equipo que representaría a Israel en los Juegos Olímpicos. Así, se unió a un equipo independiente conocido como los Idaho Falls Chukars.

La carrera desenfrenada que lo ha llevado de New Haven, pasando por Blagoevgrad, hasta Idaho ha merecido la pena

Nunca había estado en Idaho antes de mudarse al sótano que compartía con cinco miembros más del equipo. Puso un colchón en el suelo y compró un escritorio, una silla y un ordenador, y siguió trabajando como analista mientras jugaba con los Chukars.

A las cinco y media de la mañana estaba en su ordenador, mientras que sus compañeros de equipo dormían cuatro horas más. Por lo general, iba a entrenar a mediodía y volvía a casa en torno a medianoche, para repetirlo todo al día siguiente.

Todavía no está claro si formará parte del equipo israelí que irá a Tokio. Allí, con posibilidades limitadas de victoria, se enfrentarán a México, la República Dominicana, Estados Unidos, Corea del Sur y los favoritos, Japón. No obstante, opina que la carrera desenfrenada que lo ha llevado de New Haven, pasando por Blagoevgrad, hasta Idaho ha merecido la pena. Israel consiguió de alguna forma clasificarse y Brodkowitz aprendió por el camino.

“Ha sido una buena experiencia para aprender a gestionar el tiempo”, opina.

*Contenido con licencia de ‘The Wall Street Journal’.

Los días de béisbol de Eric Brodkowitz habían pasado. Acababa de terminar su último partido como lanzador en Yale y no albergaba sueños de jugar en las grandes ligas: su talento iba a ser aprovechado por Goldman Sachs. Pero entonces recibió otra oferta de trabajo, como ‘pitcher’ en el equipo nacional de béisbol de Israel.

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