Moraleda, Sánchez Galán, Xiana y el jaleo para nombrar ministra de Industria

Las aguas internas en el Ministerio de Industria siguen revueltas. A medida que se aproxima la fecha de salida de su titular, Reyes Maroto, sacrificada como candidata socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, el juego de la silla por ver quién ocupa su trono sube enteros, aunque esa gloria sea para un par de telediarios. Y en esas intrigas, quien más cuchillos afila es Juan Ignacio Bidart, jefe de gabinete y escudero de la ministra, en cuya hoja de servicios luce la reciente defenestración del equipo industrial formado por Raúl Blanco y su mano derecha, Galo Gutiérrez.

Pese a no tener galones de secretario de Estado, el político del PSC había conseguido notoriedad. Llegó a Industria como un peso pluma (tampoco era un peso pesado dentro del partido) y en un par de años consolidó su perfil político, con entrada directa en la Moncloa. Morir a manos de un jefe de gabinete tiene poco glamour, por lo que Blanco, reubicado en la Dirección General de la Escuela de Organización Industrial (EOI), ha querido ver en su salida el peaje necesario para que un capo como Manuel de la Rocha, el fontanero económico de Pedro Sánchez, cerrara legislatura como ministro.

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Sin embargo, no parece claro que el presidente del Gobierno quiera desprenderse de su sherpa de confianza a las puertas de la presidencia de la Unión Europea, en el segundo semestre de 2023. Lo ilógico de desvestir a un santo para vestir a otro hace que la quiniela de potenciales candidatos siga abierta. Una de las mejor colocadas para ese premio, en los minutos de descuento de la legislatura, es la secretaria de Estado de Comercio, la gallega Xiana Méndez (1977), en el cargo desde junio de 2018 y con muchos puntos a su favor para terminar siendo la elegida… como bien sabe Bidart.

Técnica comercial y economista del Estado (TECO) desde 2004, la pontevedresa cuenta con apoyos internos tan relevantes como Nadia Calviño, compañera de oposición y también gallega de cuna, con quien tiene una estrecha relación. No es baladí, sabiendo que Economía tutela ahora la ejecución de los Perte (fondos europeos), pero aún hay más. La elección de Xiana repararía una herida en la familia socialista, pues su padre, Constantino Méndez (alto cargo con González y Zapatero), fue sacrificado como ministro para hacer un hueco a Margarita Robles en Defensa.

Xiana cuenta con el apoyo de Calviño, compañera de oposición y también gallega

En cualquier caso, sea quien fuere el elegido, gozará de más crédito interno del que ha tenido Maroto. La purga interna en Industria, Comercio y Turismo (también afectó al secretario de Estado de este último apartado) demuestra hasta qué punto esa cartera ha carecido de peso dentro de la Moncloa. Lo demuestran episodios recientes como el ocurrido el pasado mes de noviembre, cuando, desde las dependencias presidenciales, De la Rocha gestionó el acuerdo con la multinacional naviera Maersk para convertir nuestro país en su proveedor de combustible renovable.

Para hablar de metanol e hidrógeno, los interlocutores no fueron ni Industria ni Transición Ecológica. El briefing corrió a cargo del jefe económico del presidente del Gobierno, que había cerrado en paralelo un acuerdo directo, Maersk-Reino de España, para que el gigante danés anunciara su intención de convertir dos puertos españoles en hubs de producción de combustible verde. El mensaje (titular) conseguido (10.000 millones de inversión) fue para Sánchez, aunque dejó que la ministra de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, se sumara como secundaria.

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Sin embargo, la foto que inmortalizó aquel anuncio en las escaleras del palacio presidencial reunió solo a tres protagonistas. Además de Sánchez, en el centro de la imagen, le flanqueaban el consejero delegado de Maersk, Søren Skou, y una invitada inesperada, la española Amparo Moraleda, consejera independiente del grupo danés desde 2021. La que fuera nueva musa corporativa en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero, hasta el punto de sonar a ministrable, ha vuelto a emerger cual ave fénix para hacer patria y codearse de nuevo con un presidente socialista.

La reaparición de Moraleda no ha sido tan sonada como su debut en el palco del Ibex. La ingeniera madrileña pasó del anonimato como presidenta de IBM (España) a convertirse en la cuota femenina favorita para renovar el acartonado régimen de las cotizadas. Entonces, el primero en subirse a la ola fue Iberdrola, que fichó a la directiva en 2008 para dirigir su área internacional. Ignacio Sánchez Galán, tan sensible para rodearse de delfines con red política, dio por amortizada la relación a los tres años, poco después de que los populares de Mariano Rajoy llegaran al poder con mayoría absoluta.

Ha conseguido que el inversor más ‘blanco’ del mundo sea su socio para renovables

Las pasiones políticas del salmantino están muy lejos de Ferraz, aunque sus sensibilidades se acomodan a conveniencia. El momento dulce con el actual Ejecutivo —y con Teresa Ribera en particular— caducó hace tiempo. Quedó claro la semana pasada, por partida doble. Primero, porque Galán no formó parte del corrillo de primeros ejecutivos del Ibex que hicieron corro al presidente del Gobierno en una jornada del Foro de Davos. Y segundo, porque ha conseguido que el inversor más blanco del mundo, el fondo soberano noruego, sea su socio para renovables en España.

Galán se ha comprometido a invertir casi 50.000 millones hasta 2025. Necesita acceder a las grandes bolsas de dinero en el mundo y replicar el esquema que su competidora, la alemana RWE, hizo con Qatar (a su vez accionista de la española) para llevarse la adquisición de una renovable (CEB) a finales del año pasado en EEUU. Mientras persuade al único español capaz de invertir cantidades milmillonarias (Pontegadea), el salmantino ha cerrado el segundo gran partnership tras debutar con la francesa AXA. Su borrón con Villarejo le ha sacado de las fotos, pero no del negocio.