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Todas las mujeres de Ana Botín: por qué su revolución violeta aún no cotiza
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Todas las mujeres de Ana Botín: por qué su revolución violeta aún no cotiza

La heredera de la saga Botín explota personalmente (sobre todo a través de redes sociales) su posicionamiento como presidenta de Banco Santander en múltiples temas de debate en la opinión pública

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"El feminismo no es que Ana Botín sea presidenta de Banco Santander". La autora de esta afirmación fue Ione Belarra, ahora ministra de Derechos Sociales, durante su intervención en un acto público de Unidas Podemos en abril de 2019. La competencia por capitalizar banderas sociales como los derechos de la mujer no era una exclusiva de los partidos políticos. Un año antes, la banquera cántabra había hecho una declaración de intenciones con la publicación del artículo "Por qué me considero feminista y tú también deberías", ensanchando el campo de juego en términos de guerra cultural hasta las mismas bases del Ibex 35.

Lejos de participar en esta guerra desde la barrera, la heredera de la saga Botín explota personalmente (sobre todo a través de redes sociales) su posicionamiento como presidenta de Banco Santander en múltiples temas de debate en la opinión pública. Lo ha hecho para denunciar el machismo estructural existente en el mundo de los negocios (cuando la llamaban de manera condescendiente "la niña") o para transmitir su compromiso con los objetivos para el desarrollo sostenible (viaje televisivo a Groenlandia con Jesús Calleja incluido). Y siempre ella poniéndose como protagonista. Mensajes para construir un personaje popular.

Foto: Trabajadores de Mutuactivos. (Mutua Madrileña)

Sin embargo, hay una parte del discurso de Botín más invisible. Tiene que ver con la propia organización de Banco Santander. De manera recurrente, viene incorporando a mujeres de diferentes perfiles profesionales a su círculo ejecutivo más estrecho. El último fichaje de campanillas ha sido Cristina Ruiz, ex consejera delegada de Indra (Minsait), a la que captó primero para su causa como consejera independiente para la filial de España y ahora ha convertido en responsable de Tecnología y Operaciones, Recursos Humanos y Organización, un cargo donde demostrar sus capacidades antes de desempeños mayores.

Esta misma primavera, la presidenta del Santander amplió el perfil femenino de la alta dirección con incorporaciones como la de Bárbara Navarro, procedente de Google, donde hizo carrera profesional desempeñando puestos de responsabilidad en varias geografías, para ocupar la dirección del Servicio de Estudios, Asuntos Públicos y Relaciones Institucionales. Con su llegada, se reemplazó a otra ejecutiva de larga trayectoria en la casa, Alejandra Kindelán, a la que Botín aupó nada menos que a la presidencia de la patronal bancaria AEB, siendo la primera mujer en ostentar esa responsabilidad en la historia del 'lobby'.

Estos reclutamientos singulares forman parte de una estrategia iniciada hace tiempo. Todavía es reciente la incorporación a las filas del banco rojo, por ejemplo, de Nathalie Picquot, ex directora general de Twitter, y antes en Google y AdLink, a la que cazó tras su dimisión por discrepancias sobre la política de contenidos de la red social. Desde hace más de un año, la directiva 'tech' lidera el Área de Marketing Corporativo, Experiencia de Marca y Reputación Digital. Tampoco el suyo es un cargo con responsabilidades directas sobre la cuenta de resultados, pero sí sobre los intangibles que tanto ocupan a Botín y que complementan su ámbito de poder.

Foto: Ana Botín, presidenta de Santander, y Carlos Torres, presidente de BBVA, en una imagen de archivo. (EFE/Luca Piergiovanni)

Probablemente, el primer fichaje con el que la presidenta del Santander abrió camino fue el de Elena Sánchez como responsable de Seguridad e Inteligencia del banco. No era un movimiento cualquiera. En 2018, incorporó a la que fuera antigua secretaria general del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) entre 2008-12 (su número dos) y luego responsable de la delegación del espionaje español en Washington (interlocutora ante la CIA), tras tres décadas de servicio en el organismo público con administraciones de PSOE y PP. Botín apuntaba a lo más alto para construir su guardia de corps corporativa.

Este puñado de grandes nombres todavía no tiene reflejo en la misma proporción en el cuadro de mando, donde se toman decisiones que mueven la cuenta de resultados. El ejemplo más reciente ha sido con la elección del nuevo consejero delegado, un asunto en el que Botín se ha dejado algún jirón y varias decenas de millones tras el fichaje 'interruptus' del banquero italiano Andrea Orcel. Al final, la solución para sustituir al polivalente José Antonio Álvarez, que mantendrá a su lado como vicepresidente no ejecutivo, ha sido interna, aunque es otro hombre, el mexicano Héctor Grisi, también con pasado en banca de negocios.

Foto: Héctor Grisi. (EC)

La penúltima reorganización del 'holding' bancario este verano ha vuelto a dejar claro que pese al impulso violeta de Botín, los perfiles de mayor peso ejecutivo son todavía hombres, con excepciones como las de Mónica López Monis (Regulación y Supervisión), Alexandra Brandao (RRHH) o Isabel Guerreiro (Retail Europa). Está más resuelto el carácter internacional de la cúpula que cierta paridad entre géneros, un 'mix' que casi es simétrico en el consejo de administración, con cinco mujeres con asiento como independientes (Homaira Akbari, Sol Daurella, Belén Romana, Gina Díez y Pamela Walkden) además de la propia presidenta.

Botín forma parte del 'ranking' de las 10 mujeres más poderosas del mundo de manera recurrente, sobre todo por su condición de rica heredera y de primera ejecutiva de uno de los principales bancos del sistema financiero. Sin embargo, este empeño por encabezar ciertas causas sociales amplía los registros de su perfil y le da más satisfacciones a corto plazo que su balance como presidenta. Más allá de la aportación ESG que valoren algunos inversores y 'stakeholders', la depreciación de la acción del Santander durante su mandato supera el 50% y eso hay poca sororidad que lo mitigue, por más que el violeta se abra paso en el banco rojo.

"El feminismo no es que Ana Botín sea presidenta de Banco Santander". La autora de esta afirmación fue Ione Belarra, ahora ministra de Derechos Sociales, durante su intervención en un acto público de Unidas Podemos en abril de 2019. La competencia por capitalizar banderas sociales como los derechos de la mujer no era una exclusiva de los partidos políticos. Un año antes, la banquera cántabra había hecho una declaración de intenciones con la publicación del artículo "Por qué me considero feminista y tú también deberías", ensanchando el campo de juego en términos de guerra cultural hasta las mismas bases del Ibex 35.

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