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Vida de un desimputado (Luis Iglesias) manchado por los Pujol y Zaplana
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Vida de un desimputado (Luis Iglesias) manchado por los Pujol y Zaplana

El mundo del dinero encierra claves de poder y de intereses que explican el sentido de muchas operaciones, movimientos y desenlaces. Ibex Insider ofrece pistas para entender a sus protagonistas

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“Nunca hagas negocios con un Pujol”. Tal vez si Luis Iglesias hubiera recibido un consejo similar de su abuelo Luis Rodríguez-Viña, último director general del banco de la familia Fierro hasta su venta al Banco Central en 1977, el joven financiero habría elegido otro compañero de viaje para iniciar su propio proyecto profesional.

Sin embargo, la relación de amistad fraguada en los últimos años en Morgan Stanley hizo que contara con el entonces todavía más joven Oleguer Pujol para montar la gestora de inversiones inmobiliarias Drago Capital. Eran la pareja perfecta e iban a medias: uno originaba operaciones y conseguía inversores, y el otro administraba.

Poco podía imaginar Luis Iglesias que aquella relación, como amigos y socios, terminaría con él imputado en la Audiencia Nacional, con registros de la Policía Nacional en sus oficinas y con su nombre vinculado a la saga catalana como cómplice de una presunta trama organizada para el blanqueo de capitales.

Poco podía imaginar Luis Iglesias que aquella relación, como amigos y socios, terminaría con él imputado en la Audiencia Nacional​

Siete años después y tras pasar por las manos de los jueces Santiago Pedraz y José de la Mata, su nombre queda desvinculado de la investigación, tras el informe favorable de la propia Fiscalía Anticorrupción, sobre las operaciones inmobiliarias en las que Oleguer habría empleado fondos procedentes de una cuenta familiar oculta.

Este calvario judicial ha dejado más de un costurón en Luis Iglesias. El treintañero educado en Reino Unido que sacudió el mercado español con la compra de 1.100 oficinas del Banco Santander, los edificios corporativos de Prisa o una parte de la red de Caja Madrid, llegó a gestionar inversiones asesoradas por casi 4.000 millones.

Hoy, superada ya la barrera de los 50 años, parece un milagro el hecho de que Drago Capital siga en pie. En lugar de crecer con el mercado y doblar su tamaño, como las primeras socimis del país, Iglesias ha salvado un negocio que administra ahora cerca de 1.000 millones y cuyo equipo directivo ha tenido que refundar en varias ocasiones.

Foto: Imagen: Diseño El Confidencial.

Como la felicidad nunca es plena, Iglesias arrastra todavía otro importante frente judicial. En esta ocasión, su matrimonio con María Zaplana, con quien formó familia desde 2013 hasta 2020, le supuso terminar imputado en el caso Erial, por el que se investiga a su ya exsuegro Eduardo Zaplana por blanqueo de capitales.

También en este caso, que se dirime en los juzgados de Valencia, el inversor espera el sobreseimiento de su causa, una vez que considera probado el origen del dinero (legítimo) empleado para el alquiler de un piso en Valencia y la compra de un chalé en Menorca, sin relación alguna con cualquier tipo de patrimonio de Zaplana.

Sin esta relación de apellidos ilustres, los flecos judiciales de Iglesias relacionados con la Agencia Tributaria, que pudo haber resuelto a tiempo (quien paga descansa) de no haberse visto en medio de la cruzada judicial contra la familia Pujol, jamás habrían tenido la dimensión suficiente para estar en el centro de la diana mediática.

Tuvo que convertir su defensa en su primer trabajo y comprobar cuántos amigos y clientes estuvieron a la altura

En este tiempo, con dos matrimonios rotos a su espalda, la sombra de la sospecha provocada por su imputación le convirtió en un profesional cuestionado, en un cliente no apto para los bancos y en un corrupto para la opinión pública. Tuvo que convertir su defensa en su primer trabajo y comprobar cuántos amigos y clientes estuvieron a la altura.

Tal vez, si hubiera sido ‘el hijo del chófer’ novelado por Jordi Amat habría tenido más recelo para asociarse con un Pujol. No en vano, por aquellos años de Morgan Stanley, bien podría haberse aliado con otro compañero de equipo como Javier García Carranza, hoy convertido en ejecutivo de confianza de Ana Botín.

Lamentarse del pasado sirve para poco. Iglesias no lo hace, aun sabiendo que estos avatares han distraido una carrera que podría estar a la altura del propio Ismael Clemente. Ambos pasan por ser los primeros espadas inmobiliarios de su generación, pero las apuestas del fundador de Merlin para elegir socios en la vida fueron más atinadas.

“Nunca hagas negocios con un Pujol”. Tal vez si Luis Iglesias hubiera recibido un consejo similar de su abuelo Luis Rodríguez-Viña, último director general del banco de la familia Fierro hasta su venta al Banco Central en 1977, el joven financiero habría elegido otro compañero de viaje para iniciar su propio proyecto profesional.

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