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¿Detendrá Repsol sus inversiones en España? No es necesariamente un farol
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Polémica por el impuesto

¿Detendrá Repsol sus inversiones en España? No es necesariamente un farol

Los peores resultados en bolsa de la petrolera frente a su sector evidencian la urgencia de seguir avanzando en su transformación y acertar con la distribución de sus inversiones

Foto: Antonio Brufau, presidente de Repsol. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Antonio Brufau, presidente de Repsol. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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Repsol ha sido una de las empresas que más han dado que hablar en esta temporada de resultados. Y no precisamente por sus cuentas. La polémica en torno a la prolongación del impuesto extraordinario con el que ya viene lidiando en España y la advertencia del grupo de que tendrá que paralizar inversiones en el país restaron cualquier protagonismo a unos resultados que la mayor parte de las casas de análisis interpretaron de forma positiva.

Unas cifras que, en cualquier caso, han quedado lejos de suponer un estímulo a la cotización de la compañía. En las 10 sesiones transcurridas desde entonces, acumula un retroceso del 7,34%, que amplía a prácticamente el 15% las pérdidas acumuladas en poco más de cinco semanas y deja el comportamiento en lo que va de año en el -9,83%. Si se tiene en cuenta el pago del dividendo, la rentabilidad para el accionista de este ejercicio fiscal va por el -5,27%.

En un entorno caracterizado por la elevada volatilidad que ha imprimido en los precios del petróleo el conflicto entre Israel y Palestina, la compañía que dirige Josu Jon Imaz se ha mostrado una de las más vulnerables del sector en Europa, agudizando una sensación persistente de que el grupo español se mueve a la zaga de la industria. Sus retornos acumulados en los últimos cinco años (del 17%, incluyendo dividendos) representan 13 puntos porcentuales de desfase con Eni, 21 con Shell y más de 46 con Totalenergies. Si el plazo se acorta o se alarga, a por ejemplo el último año o la última década, la película no cambia mucho.

Y lo mismo cuentan las valoraciones del sector: si Repsol cotiza a un PER de apenas 3,79 veces sus beneficios estimados para este año, los múltiplos de sus principales rivales (pese a encontrarse en niveles históricamente bajos) reflejan primas de hasta el 100% frente a la compañía española.

Foto: Foto de recurso del lendakari Iñigo Urkullu (i) junto al CEO de Repsol, Josu Jon Imaz. (EFE/Luis Tejido)

Todas estas cifras vienen a dar fe de una realidad muy presente en la visión del mercado: la de que Repsol es un grupo peculiar en el segmento de las petroleras integradas, por su relativamente limitada exposición al negocio de producción (upstream) y, por ello, su elevada dependencia de las actividades de refino y marketing (downstream), mucho más pronunciada desde la venta a EIG de hasta un 25% del negocio de producción.

Una configuración que hasta el momento no se ha mostrado especialmente agradable para los inversores y que podría seguir suponiendo un lastre, según la visión de los expertos de Morgan Stanley, que, pese a mantener una visión positiva sobre la industria petrolera, recortaban esta misma semana su recomendación y valoración de las acciones de Repsol, al considerar que la actividad de refino se enfrenta a un escenario menos alentador.

Los ejes de la estrategia

Consciente de estas debilidades y de los desafíos que conlleva el proceso de descarbonización de la economía, la dirección de Repsol lleva varios años trabajando en un proceso de redefinición de la compañía, para convertirla en un grupo multienergético —especialmente, a través del crecimiento en renovables— y haciendo de la remuneración al accionista uno de sus reclamos principales.

Una estrategia que le ha valido un amplio respaldo por parte de las casas de análisis: hoy, un 70% de las firmas que cubren el valor aconseja comprar sus acciones y su precio medio objetivo se sitúa más de un 30% por encima de su cotización actual.

Sin embargo, se trata de un proceso a muy largo plazo —actualmente, la generación baja en carbono apenas aporta un 1,5% del resultado—, lo que convierte en especialmente relevante disfrutar de entornos regulatorios fiables e incentivadores de unas inversiones cuyos réditos no se cosecharán hasta varios años después.

Foto: El CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, y el presidente de Repsol, Antonio Brufua, en la última junta de accionistas. (EFE Mariscal)

Es así como se puede entender la reacción especialmente intensa de Repsol contra la pretensión del Gobierno en funciones de extender la tasa sobre los considerados beneficios extraordinarios. Una propuesta que, de salir adelante, supondría una merma de entre 300 y 350 millones de euros anuales, alrededor del 9% de los ingresos previstos para el grupo, según las estimaciones de UBS.

Hay muchas formas de entender el mensaje de Repsol sobre un posible parón de sus inversiones en España y, evidentemente, no puede obviarse su función como maniobra de presión política, conforme el grupo busca reunir apoyos para tratar de evitar la extensión del impuesto.

Pero no puede perderse de vista que, a día de hoy, existen diversas geografías que presentan ya, per se, determinadas ventajas para la puesta en marcha de inversiones como las que proyecta Repsol. Una realidad ante la que la tasa extraordinaria puesta en marcha por el Gobierno español vendría a representar un lastre adicional.

Barclays ve posible que el grupo desvíe sus inversiones en hidrógeno a otras regiones

"La ampliación del impuesto español a las ganancias extraordinarias supone una amenaza para las inversiones de Repsol en España, mientras que el entorno estadounidense es mucho más atractivo", indicaban los analistas de Barclays en un informe tras la presentación de resultados de la petrolera, en el que advertían de que "Repsol se ha comprometido a invertir 2.550 millones de euros en proyectos para producir hidrógeno de aquí a 2030 y es posible que tenga que mirar a otras regiones para realizar estas inversiones".

No cabe duda de que, a día de hoy, Repsol es una compañía que, pese a su presencia internacional, tiene en el mercado español una parte esencial de sus activos, de los que difícilmente puede desentenderse. Pero también lo es que se trata de un grupo en plena definición de su futuro y ahí son diversas las opciones (también geográficas) que se le presentan para distribuir sus inversiones.

Repsol tiene en el mercado español una parte esencial de sus activos, de los que difícilmente puede desentenderse

A la espera de una reacción bursátil que se resiste, la mirada de los inversores ya se dirige hacia el próximo febrero, cuando está previsto que la compañía ponga sobre la mesa su nuevo plan estratégico. Como apunta Álvaro Navarro, analista de Bestinver Securities, será el momento ideal para que el grupo petrolero ofrezca al mercado visibilidad sobre sus planes de uso y distribución del capital, fijando los pilares para seguir avanzando en su estrategia de transformación.

No es posible saber si para entonces la extensión de la tasa extraordinaria en España será una realidad o habrá quedado aparcada ni, en cualquier caso, si Repsol dibujará un plan de inversiones mucho menos enfocado en el mercado nacional. Lo que resulta indudable es que en el diseño de su plan de futuro el grupo no puede quedarse enredado en las incertidumbres ni mostrar demasiados miramientos. Al menos, si quiere dejar de situarse persistentemente a la zaga de sus rivales.

Repsol ha sido una de las empresas que más han dado que hablar en esta temporada de resultados. Y no precisamente por sus cuentas. La polémica en torno a la prolongación del impuesto extraordinario con el que ya viene lidiando en España y la advertencia del grupo de que tendrá que paralizar inversiones en el país restaron cualquier protagonismo a unos resultados que la mayor parte de las casas de análisis interpretaron de forma positiva.

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