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Los motivos del exilio societario de Ferrovial, un aviso a navegantes
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Traslado del domicilio fiscal

Los motivos del exilio societario de Ferrovial, un aviso a navegantes

El grupo de infraestructuras cambia el domicilio fiscal a un país caracterizado por un régimen regulatorio mucho más favorable para las empresas

Foto: Foto: EC Diseño.
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Ferrovial hace las maletas y, previa aprobación de la junta de accionistas, mudará de sede social. De España a Países Bajos, un movimiento en el que la elevada diversificación internacional de la compañía de infraestructuras, pero también la búsqueda de seguridad jurídica y un entorno crediticio más favorable para captar financiación, ha tenido un peso crucial.

"Debemos volver a convertir España en un destino atractivo para invertir y en imán del mejor talento, y para ello necesitamos un marco laboral competitivo y seguridad jurídica en todos los ámbitos", dijo Rafael del Pino, presidente ejecutivo de Ferrovial, el 10 de enero pasado, en un evento del Grupo Vocento. Unas palabras que ayer cobraron más enjundia.

Foto: Rafael del Pino, presidente de Ferrovial.

El paso dado por Ferrovial representa un movimiento en la dirección antes seguida por otras compañías (siendo la mudanza de Grifols a Irlanda uno de los casos más paradigmáticos), que vienen a señalar la pérdida de atractivo de España como lugar para hacer negocios frente a algunos de sus vecinos europeos.

Disposiciones de política económica y fiscal, como la que supuso la eliminación en 2021 de la bonificación del 100% sobre los beneficios en el extranjero, representan pasos que en nada contribuyen a favorecer el atractivo de nuestro país como sede de cualquier empresa con una amplia parte de su negocio radicada en el extranjero, como es el caso de Ferrovial.

Algo parecido sucede con el escudo antiopas, que el Gobierno ha decidido extender durante casi cinco años, y que otorga al Ejecutivo un poder de facto arbitrario para decidir qué operaciones corporativas pueden o no cristalizar en España. Tampoco ayudan las sucesivas batidas fiscales de Hacienda (a los ricos, a las energéticas, a la banca, a las tecnológicas, a la compraventa de acciones...), descuidando ostentosamente la otra variable crítica del presupuesto: el gasto estructural. Y por supuesto, no contribuye a fomentar la confianza empresarial que los ministros de un Gobierno ataquen a empresarios y directivos del país, usando su nombre y apellidos.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. (EFE/Javier Lizón)

No obstante, el baremo para decidir este tipo de políticas no puede ser únicamente el de satisfacer los intereses empresariales (que en última instancia pasarían por contar con las leyes más laxas posibles para hacer y deshacer y pagar la menor cantidad de impuestos posible). Pero movimientos como el de Ferrovial sirven para plasmar con cierta crudeza la cara más negativa de ciertas decisiones políticas, que en ocasiones son despachadas con eslóganes maniqueos y populistas que ocultan la seriedad de lo que implican.

Todo cambio tendente a “hacer pagar a los que más tienen”, a hacer más difíciles o rígidas determinadas medidas empresariales, a variar sobre la marcha las reglas de juego para adaptarlas a necesidades cortoplacistas supone, por muy justas que se puedan llegar a considerar, palancas que conviene usar con mucho tiento, ya que a menudo conllevan efectos indeseados que pueden acabar por convertirlas en totalmente contraproducentes.

Foto: Jan Eeckhout.

Ferrovial ha considerado que las circunstancias de la política económica española no le ofrecen las garantías para el desarrollo de su proyecto corporativo, como sí se las ofrece la de Países Bajos. El problema es que no es la primera compañía española que lo piensa y el peligro es que no sea la última. Y los efectos de esto no hay eslogan o denuncia sobre las maldades de los “capitalistas despiadados” que puedan subsanarlo.

Ferrovial hace las maletas y, previa aprobación de la junta de accionistas, mudará de sede social. De España a Países Bajos, un movimiento en el que la elevada diversificación internacional de la compañía de infraestructuras, pero también la búsqueda de seguridad jurídica y un entorno crediticio más favorable para captar financiación, ha tenido un peso crucial.

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