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De un ático de Madrid a levantar vertipuertos en medio mundo: Ferrovial cumple 70 años

Por EC Brands

Autopista

Nacida en un ático madrileño en los años 50, la compañía ha levantado proyectos de infraestructuras que han dado la vuelta al globo terráqueo. Esta es su historia.

Madrid, 18 de diciembre de 1952. Rafael, un ingeniero de caminos que trabaja en una empresa de construcción, acaba de adjudicarse un contrato de Renfe para cajear las traviesas de madera que asientan los raíles de las vías del tren. Poco tiempo después, se asienta en un ático cercano a la iglesia de Los Jerónimos, en Madrid, para fundar su propia empresa con un capital de dos millones de pesetas.

Lo que nadie se podía imaginar, ni siquiera él, es que aquella compañía iba a ser una parte esencial de la historia de España. Porque Rafael era Rafael del Pino y Moreno, mientras que la empresa era Ferrovial, que a lo largo de los últimos 70 años ha pasado de ser una modesta compañía familiar centrada en el ámbito ferroviario a especializarse en todo tipo de infraestructuras en medio mundo. Bienvenidos a la historia de Ferrovial.

Años 50:30 kilómetros en 30 días

Construcción de vias de tren

La subcontrata de Renfe salió bien. Muy bien. Tanto fue así que se extendió durante 16 años. Pero no fue el único acuerdo de aquellos años: en 1958, la entidad encargó a Ferrovial la construcción de los tramos de los enlaces ferroviarios de Madrid en el trayecto Las Rozas-Chamartín. El reto era mayúsculo, ya que había que construir 29 kilómetros de enlaces en apenas un verano, así que recibió un curioso apodo: '30 kilómetros en 30 días'. Se trataba de una misión difícil, pero no imposible.

Para llevarla a cabo, la compañía importó maquinaria que, en ese momento, era totalmente desconocida en España. Con ella se desarrolló un sistema de montaje de bloques de 12 metros de raíles. Cada día, Rafael del Pino y su equipo construían 18 bloques en su planta de montaje y los cargaban hasta las vías. Al final del verano, el proyecto estaba terminado y Ferrovial se había perfilado como una empresa con buena reputación de cara a conseguir nuevos contratos.

De hecho, Ferrovial no volverá a ser una empresa exclusivamente ferroviaria: a finales de esa década, amplió su ámbito de actuación y ejecutó también obras hidráulicas, carreteras y edificaciones´.

Construcción de un puente

Años 60:ampliación del negocio

España se encuentra en plena fase de desarrollismo: el país empieza a avanzar y, con él, deben hacerlo sus infraestructuras. El primer paso de este camino son las carreteras, que deben adaptarse a un país en el que los desplazamientos en coche son cada vez más frecuentes. Con esa intención surge el Plan Redia, que pretende mejorar los itinerarios más transitados.

En dicho plan entrará Ferrovial, que, merced a la ampliación de sus negocios, ha ido creciendo y a mediados de la década ya alcanza el medio millar de empleados. Todos ellos se acabarán involucrando en el desarrollo y mejora de parte de las carreteras con mayor tráfico de España.

Pero el gran proyecto llegó en 1968, cuando se le adjudica la construcción de la autopista Bilbao-Behovia, la primera autopista de peaje creada en España. La empresa no solo construye el proyecto, sino que además se adjudica su gestión. Parece algo trivial, pero no lo es, ya que con este paso acaba de dar cabida a una nueva fuente de negocio: la concesión de autopistas.

Años 70:el gran salto internacional

Estadio de atletismo

Los años 70 comienzan marcados por un acontecimiento que afecta a medio mundo: la crisis del petróleo. La mayoría de países está en recesión y las empresas que quieran sobrevivir a ella deben ampliar sus miras más allá de las fronteras. Y eso es precisamente lo que hace Rafael del Pino con Ferrovial.

La compañía pone el objetivo en Libia, un país en pleno desarrollo que anhela nuevas carreteras. El deseo es tan grande que se adjudica diversos proyectos que le hacen construir hasta 700 kilómetros de nuevas rutas. Además, y ante la falta de proveedores y subcontratistas, acabó desarrollando un tejido industrial anexo formado por plantas de machaqueo, de hormigón y de aglomerado asfáltico, entre otros.

En cualquier caso, la empresa siguió teniendo contratos en España. Un ejemplo de ello es la autopista Burgos-Armiñón, en 1974, que le supuso seguir posicionándose en el desarrollo de infraestructuras de transporte en nuestro país.

Autopista

Años 80:sin techo mundial

Esta década supuso la consolidación del negocio internacional de la compañía: en 1983, de hecho, esta línea de ingresos alcanzó el 33% de su facturación total. Libia, México, Brasil, Paraguay... Las fronteras empezaban a desaparecer para la compañía.

Estas circunstancias se vieron acompañadas por la recuperación del sector constructor en España, con lo que Ferrovial siguió sumando contratos de desarrollo de autovías e infraestructuras de acceso a las grandes ciudades. Además, formó parte de varios de los proyectos que definirían la España moderna: varios tramos del AVE entre Madrid y Sevilla y numerosas obras para los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y la Expo de Sevilla en ese mismo año acabarían llevando su firma.

El crecimiento de la compañía era evidente y, para afianzarlo, realizó su primera compra: en 1985 adquirió Cadagua, una empresa de ingeniería especializada en el diseño, construcción y explotación de plantas de tratamiento y depuración de aguas. Cadagua incrementó el negocio de Ferrovial en España, pero también en otros países como Chile, Perú, Colombia, Estados Unidos o Reino Unido.

Años 90:el doble de tamaño y salida a bolsa

Autopista con tráfico

Si los 80 supusieron la consolidación internacional de Ferrovial, la siguiente década fue la de su crecimiento definitivo. 1994 comenzó con la adquisición de Agroman, lo que supuso que la compañía doblase su tamaño y, además, se convirtiera en una de las constructoras más importantes de España y abriera su negocio inmobiliario.

Poco después, la firma internacionalizó su modelo de autopistas, comenzando por Colombia y Chile. Sin embargo, la verdadera proyección mundial en este sentido llegó en 1997. Fue entonces cuando se adjudicó la 407 ETR, en Toronto, una autopista de más de 100 kilómetros de recorrido por la que cada día transcurre medio millón de vehículos. Con una inversión de más de 2.400 millones de euros, se trató de la primera privatización de la historia de Canadá y la mayor concesión de un grupo español fuera de nuestras fronteras. La autopista, que es la primera de peaje eléctronico basada en el sistema free flow, dispone de una concesión hasta el año 2098.

Y si la década empezó bien, acabó mejor: en 1999, salió a Bolsa para recibir el respaldo de nuevos accionistas y afrontar nuevos proyectos. En 47 años, había pasado de ser una empresa familiar fundada por un joven ingeniero de caminos a convertirse en uno de los grandes del tejido económico empresarial español.

aeropuerto

Años 2000:el auge de las concesiones aeroportuarias

El nuevo siglo llegó con un relevo generacional: Rafael del Pino Calvo-Sotelo asumió la presidencia. De manera paralela, la compañía abrió su abanico de negocio a las concesiones aeroportuarias, una actividad con presencia en nueve aeropuertos de México y los aeropuertos de Bristol, Belfast, Sidney y Antofagasta.

Pero fue en 2006 cuando Ferrovial Aeropuertos compró Heathrow Airport Holdings, pasando a gestionar el aeropuerto de Nápoles, el de Budapest y siete en Reino Unido (Heathrow, Gatwick, Stansted, Southampton, Aberdeen, Gasgow y Edinbumgo.

En el transporte por carretera, la compañía se adjudicó algunos de sus proyectos más importantes, como las Managed Lanes o la Lyndon B. Johnson, que funcionaban con peaje electrónico y con tarifas variables en función del tráfico.

Años 10:Australia, Estados Unidos y mercado eléctrico

Autopista

Todos estaremos de acuerdo en que el éxito de una empresa se vuelve incuestionable cuando consigue vender en la otra punta del mundo. Eso es lo que consiguió Ferrovial en 2014, cuando se adjudicó el contrato de la Pacific Highway, una de las vías más transitadas, que une Sidney y Brisbane. Después de este, llegaron nuevos contratos en otras ciudades e incluso la adquisición de la compañía Broadspectrum, con la que alcanzó los 100.000 empleados.

En el otro extremo del mundo, Estados Unidos, Ferrovial fue la encargada de desarrollar múltiples vías de tránsito, tales como la NTE y la LBJ en Texas, la I-77 en Carolina del Norte, la I-66 en Virginia y un tramo del AVE de California, entre otros proyectos.

Si durante este reportaje estamos viendo la capacidad de la compañía a la hora de abrir nuevas vías de negocio, en 2016 observamos un nuevo ejemplo de ello. Fue entonces cuando se lanzó al mercado de las infraestructuras energéticas con la compra de Transchile, incorporando a su cartera una línea de transmisión de 204 kilómetros. Esta actividad se vio ampliada poco después, con la adjudicación de activos como Cetella y Tap Mauro.

Aeropuerto JFK

Años 20:entrada en Asia y expansión en Estados Unidos

La década actual ha comenzado, de nuevo, con la apertura de nuevos mercados. En este caso, uno de los más emergentes, el asiático. Todo comenzó en India tras la entrada en el accionariado de IRB Infrastructures Developers, que gestiona más de veinte proyectos en cerca de 2.000 kilómetros, destacando Mumbai-Pane, una de las principales carreteras del país.

Ferrovial también ha entrado en Turquía, en este caso a través de la compra del 60% de la empresa que gestiona el Aeropuerto Internacional de Dalaman, que cuenta con una capacidad para más de 20 millones de pasajeros al año, además de una plataforma para 50 aeronaves y un parking para vehículos y autobuses turísticos.

Esta última etapa también siendo la de la expansión definitiva en Estados Unidos. Con más de 20 años de experiencia en este sector, Ferrovial ha entrado en proyectos como la inversión de 9.500 millones de euros en la New Terminal One del aeropuerto JFK de Nueva York, cuya primera fase estará lista en 2026, convirtiendo esta terminal en la mayor de todo el aeródromo.