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El riesgo de intentar cazar el gran rebote bursátil que traerá el fin de la guerra
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Volatilidad ante la crisis de Ucrania

El riesgo de intentar cazar el gran rebote bursátil que traerá el fin de la guerra

Las bolsas europeas se han sacudido los miedos para rebotar con fuerza en las últimas jornadas. Pero en su horizonte siguen predominando los riesgos

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Que las conversaciones entre la diplomacia rusa y ucraniana conduzcan a un punto de encuentro que permita dar por finalizada la guerra próximamente, favoreciendo una cierta normalización de la situación geopolítica y económica. Este parece ser el argumento al que se han venido agarrando en las últimas jornadas los inversores europeos, lo que se ha traducido en un fuerte rebote de las bolsas de la región. Pero sobran los motivos para observar esta apuesta con escepticismo.

La renta variable europea sufre este martes pérdidas moderadas (de hecho, el Ibex subía a media sesión), que en poco empañan el buen rendimiento de las jornadas pasadas, que han permitido enjugar parte de los daños sufridos desde el inicio de las tensiones en torno a Ucrania. Alentados por la experiencia histórica, que dicta que los efectos de las crisis geopolíticas en los mercados tienden a ser pasajeros, los inversores se han agarrado sucesivamente a las esperanzas de que los bancos centrales ralenticen su viraje hacia una política monetaria más estricta, las expectativas de que las negociaciones diplomáticas en torno al conflicto ucraniano detengan las hostilidades y, más recientemente, al retroceso de los precios de la energía para deshacerse de sus preocupaciones y tomar posiciones, confiados en que, tras las abultadas pérdidas de las semanas previas las acciones ya estarían recogiendo en sus valoraciones un escenario muy pesimista, llamado a dar paso más pronto que tarde a una recuperación pronunciada.

Lo primero que cabe apreciar, no obstante, es que ninguno de estos factores se ha mostrado hasta la fecha lo suficientemente sólido para contener los peligros que acechan a la economía global y, por ende, a los mercados. Los bancos centrales, acorralados por una inflación histórica, parecen priorizar a día de hoy la contención de los precios al estímulo económico, con el ánimo de evitar los errores cometidos durante la crisis petrolera de los años 70. Las reuniones entre la diplomacia rusa y ucraniana no han arrojado hasta la fecha avances que permitan vislumbrar un alto el fuego inminente. Y tras la caída de los precios energéticos se esconden cuestiones como el nuevo envite del coronavirus en China, que amenaza con volver a paralizar al gigante asiático, recrudeciendo los problemas de las cadenas de suministro.

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Puede entenderse que muchos de estos problemas ya han sido contemplados por los inversores en las últimas semanas. Al fin y al cabo, y pese al reciente rebote, el EuroStoxx 50 europeo cotiza hoy más de un 15% por debajo de sus niveles de inicios de año, mientras que en Wall Street el Nasdaq 100 se ha adentrado ya en lo que se considera un mercado bajista (más de un 20% por debajo de su pico reciente). Un descalabro similar al que acumulan en el año grandes mercados asiáticos, como el de China o el de Hong Kong, que han acelerado en los últimos días sus caídas, penalizados por el nuevo brote del covid en la región y los temores a que EEUU imponga sanciones a las empresas chinas, por el ambiguo papel que está jugando el país en la crisis de Ucrania.

Con la abundancia de liquidez que aún impera en los mercados, tras años de estímulos extraordinarios a escala global, no parece difícil comprender que muchos inversores se muestren ansiosos por aprovechar las rebajas generadas por la crisis. El mayor problema para ellos es que ni siquiera el mejor de los escenarios posibles actualmente, que pasaría por una rápida resolución de la guerra, sitúa ante un horizonte muy prometedor.

“Ojalá haya pronto un alto el fuego, que no vemos muy probable en pocos días, pero la normalización de la situación tardará más en llegar, y cuanto más tarde, más profundo será el daño económico. Son muchas las materias primas y las cadenas de suministro que se están viendo afectadas en el conflicto, a lo que hay que añadir los problemas que ya están generando también los confinamientos en China, donde los casos de coronavirus siguen al alza”, advierte Patricia García, socia fundadora de Macroyield.

Los expertos prevén un escenario difícil incluso cuando cese el conflicto armado

Si bien parece lógico esperar que un acuerdo en torno a Ucrania dé paso a una abrupta remontada de las bolsas y de los activos de riesgo, en general, a medio plazo, el panorama seguiría enfrentando incertidumbres muy notables. “Si se llega a un acuerdo de alto el fuego, es muy factible que las bolsas reboten con mucha fuerza. No obstante, a partir de ese momento los inversores deberán evaluar el escenario macro y geopolítico al que se enfrentan los mercados, y este no es demasiado atractivo”, apunta Juan José Fernández-Figares, director de Análisis de Link Securities.

La situación actual ya está conduciendo a una oleada de revisiones a la baja en las previsiones de resultados de muchas empresas y cualquier previsión de que la situación se normalice a corto plazo, incluso en el caso de un próximo final del enfrentamiento armado, parece poco razonable. “En mi opinión solo estamos al inicio del proceso, por lo que, en unas semanas, compañías que parecen atractivas a día de hoy por los múltiplos a los que cotizan, ya no lo parecerán tanto. Es más, en muchos casos pasarán a estar caras”, comenta Fernández-Figares.

En un artículo reciente, Jason Zweig escribía en el Wall Street Journal que, con frecuencia, los peligros más llamativos llevan a los inversores a ignorar otras amenazas menos estruendosas pero más dañinas a largo plazo. Los inversores pueden tener más o menos razones para apostar a que un próximo final de la guerra vendrá con importantes ganancias para sus carteras. Pero lo que les espere cuando deje de resonar el rugir de los cañones puede ser aún más decisivo para la evolución de sus carteras. Y ahí siguen siendo mayoría los presagios de que tras esta crisis viene un periodo de menor crecimiento que, sin duda, dejará su huella en los mercados.

Que las conversaciones entre la diplomacia rusa y ucraniana conduzcan a un punto de encuentro que permita dar por finalizada la guerra próximamente, favoreciendo una cierta normalización de la situación geopolítica y económica. Este parece ser el argumento al que se han venido agarrando en las últimas jornadas los inversores europeos, lo que se ha traducido en un fuerte rebote de las bolsas de la región. Pero sobran los motivos para observar esta apuesta con escepticismo.

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