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El 'bund' vuelve a cotizar en positivo: ¿una señal de peligro o de alegría para el mercado?
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Tensiones en bolsas y deuda

El 'bund' vuelve a cotizar en positivo: ¿una señal de peligro o de alegría para el mercado?

Aunque el repunte actual de los tipos de la deuda responde a la lógica básica de los mercados, si continúa la tendencia podría acrecentarse el nerviosismo inversor

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El ‘bund’ ha vuelto a terreno positivo y las bolsas se resienten. El salto de la rentabilidad del bono alemán a 10 años a números positivos por primera vez desde 2019 contribuyó en la mañana de este miércoles a intensificar la sensación de inestabilidad que transmiten las bolsas desde el inicio del ejercicio, antes de que la tasa volviera a terreno negativo en el último tramo de la jornada.

Aunque el de este miércoles no dejaba de resultar un movimiento de escasa entidad, de apenas dos puntos básicos, y que acabó diluyéndose en gran medida, representa la continuación de una tendencia que ha visto ya al bono considerado como el más seguro de la eurozona remontar cerca de 40 puntos en menos de un mes y que tiene su correlato en los bonos de otros países, como el de EEUU.

El movimiento tiene poco de sorprendente, ya que responde a lo que se consideraría la lógica más básica del mercado. A medida que la inflación sigue reventando expectativas a escala internacional y los inversores asumen un inevitable endurecimiento de la política monetaria (con la Fed apuntando a una subida de tipos de interés ya en marzo) un repunte de los costes de la deuda resulta natural. De hecho, lo extraño sería lo contrario y la tibieza de la escalada ya ha dado pie a interpretaciones negativas sobre el futuro de la economía.

El movimiento de la deuda no muestra señales de que los inversores auguren una crisis

Se ha equiparado con frecuencia el momento actual con lo acontecido a finales de 2018, cuando la conjunción de subidas de tipos de la Fed con las señales que apuntaban a un debilitamiento de la economía elevaron la preocupación de los inversores y provocaron un retroceso del S&P 500 cercano al 20% en apenas dos meses.

Pero como recuerda José Manuel Amor, socio responsable de análisis Macro y de Mercados de Afi, entonces los inversores si parecían asumir el riesgo de una caída de la economía en recesión, lo que se tradujo en un aplanamiento de las curvas de tipos (subida de los plazos más cortos por encima de la de los plazos más largos) que hoy apenas es perceptible. “Los mercados se están ajustando a una nueva realidad monetaria, pero no dan señales de estar asumiendo una recaída en crisis”, observa, recordando las expectativas de que la economía global mantenga este año unas cifras de crecimiento sólidas.

La estabilidad que se refleja en las apuestas del mercado en torno a la inflación a largo plazo, que en el caso de Estados Unidos se mantiene cerca de su media del último lustro, parecen respaldar la visión de que los mercados no ven por delante un periodo turbulento marcado por los precios elevados.

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Sin embargo, no puede pasarse por alto que la subida de los tipos de la deuda conlleva de forma casi inevitable fricciones en los mercados financieros, sobre todo después de un periodo tan prolongado de tipos históricamente bajos por la acción de los bancos centrales. El drenaje de liquidez que puede suponer el fin de las compras de activos de la Fed y las tres o cuatro subidas asumidas ya para el conjunto del año, más los planes de reducción de estímulos del resto de bancos centrales (el BCE entre ellos) supone la pérdida de un pilar clave del buen tono de las bolsas en los últimos trimestres, con especial incidencia sobre aquellos activos que habían apoyado sus valoraciones en la expectativa de un periodo muy prolongado de baja inflación y tipos de interés en mínimos.

Es así como se entiende que índices como el Nasdaq, con una gran ponderación del sector tecnológico, hayan registrado ya caídas superiores al 8% en apenas tres semanas, lo que, viniendo de una sucesión prolongada de máximos históricos (en el último lustro acumula retornos superiores al 200%) parece lejos de suponer un escenario de pánico y ni siquiera anticipa ajustes generalizados -los sectores menos temerosos de un repunte de tipos, como la banca, siguen mostrándose sólidos.

Alberto Matellán, economista jefe de Mapfre Inversión, resalta que, al fin y al cabo, con su repunte reciente los bonos de Alemania o Estados Unidos no han hecho más que situarse en niveles muy próximos a los que mostraban justo antes de la pandemia, lo que no deja de resultar entendible en un momento en que las grandes economías ya han logrado cerrar la brecha generada por la pandemia.

El drenaje de liquidez de los bancos centrales impone ajustes inevitables en las bolsas

En los mercados, no obstante, el significado de los movimientos viene menos determinado por el rumbo y más por la duración y velocidad. Y si ahora mismo se puede considerar que el repunte de los tipos de la deuda, pese a su reciente aceleración, es moderado, una prolongación de las subidas a un ritmo considerable en las próximas semanas podría hacer un daño más significativo, por lo que tendría de reflejo un endurecimiento de las condiciones monetarias que pondría en un brete a los países y empresas con una situación más complicada. “En momentos de incertidumbre y poca claridad como el actual es habitual que el mercado descuente de más y sobrerreaccione. Pero mientras se entienda que los bancos centrales pueden controlar la situación de la inflación sin llevar la economía a una recesión, la situación no debería ser preocupante. Al final, que el ‘bund’ esté en el 0,15 o en el -0,15% tiene una relevancia muy limitada en términos económicos”, observa Matellán.

Con todo, parece claro que al mercado le quedan por delante semanas de volatilidad en unos niveles a los que se había desacostumbrado a causa de la acción cauterizadora de los bancos centrales. Si logra habituarse a conducirse con un menor soporte de la política monetaria puede considerarse una buena noticia a medio y largo plazo, pese a los estragos que pueda causar de forma más inminente.

En este sentido, que el ‘bund’ se adentre ya en el terreno positivo no tiene por qué suponer una noticia negativa. La clave estará en la senda que dibuje en las próximas semanas. Y resulta inevitable que cada movimiento suyo pueda acrecentar el nerviosismo de unos inversores que se habían acostumbrado a no tener que interpretar nada de un mercado de deuda adormecido.

El ‘bund’ ha vuelto a terreno positivo y las bolsas se resienten. El salto de la rentabilidad del bono alemán a 10 años a números positivos por primera vez desde 2019 contribuyó en la mañana de este miércoles a intensificar la sensación de inestabilidad que transmiten las bolsas desde el inicio del ejercicio, antes de que la tasa volviera a terreno negativo en el último tramo de la jornada.

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