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Volatilidad en el bitcoin: Musk agrieta el relato del éxito de las criptomonedas
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Volatilidad en el bitcoin: Musk agrieta el relato del éxito de las criptomonedas

Los constantes vaivenes de la criptomoneda, al calor de los comentarios del fundador de Tesla, suponen una prueba fallida sobre los supuestos avances en la estabilidad de la divisa

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Con ganancias superiores al 800% en los últimos 15 meses, el bitcoin ha obligado a la mayor parte de sus escépticos a agachar las orejas, cuando no a protagonizar sorprendentes virajes argumentales para convertirse en los principales profetas de sus bondades. Ha pasado ya más de una década desde que bitcoin irrumpió en el entorno de los mercados como principal exponente del relato de la siguiente gran disrupción financiera y, aunque aún hoy quedan por demostrar la mayor parte de sus supuestos méritos, pocos discuten a bitcoin su condición de gran protagonista del mundo de la inversión, labrada a base de extraordinarias rentabilidades.

Los propietarios de la criptodivisa por excelencia viven, sin embargo, momentos frenéticos desde hace varias jornadas, en las que han imperado más los sobresaltos que las alegrías. El precio del bitcoin acumula un retroceso del 28% desde que registró su último récord el pasado 15 de abril, y en las últimas horas ha experimentado bruscos vaivenes, al calor de una serie de comentarios del fundador de Tesla, Elon Musk, erigido en principal determinante de sus movimientos.

Tras una racha de fuertes pérdidas (un 22,5% abajo en cinco sesiones), después de que Musk se retractara en sus planes de admitir bitcoin como medio de pago de los vehículos de Tesla, este lunes, la moneda ha abierto con caídas de hasta el 4,5%. El detonante: unas declaraciones del empresario, en las que daba a entender que su compañía podría haber vendido los bitcoins que mantiene en su balance. Cuando posteriormente desmintió esta hipótesis, los números rojos dieron paso a ganancias, que llegaron a rondar el 4% antes de volver a diluirse con el paso de las horas.

Inquieta que aún el bitcoin siga siendo tan sensible a las veleidades de Musk

Que un activo que acumula los rendimientos que suma bitcoin sufra un revés de este calibre no deja de formar parte del funcionamiento típico del mercado; a escaladas aceleradas suelen seguir correcciones contundentes, que no tienen por qué suponer el fin de la dinámica ascendente. De hecho, bitcoin cuenta en su historia reciente con abundantes resbalones que han acabado resultando anecdóticos en su tendencia de largo plazo.

Lo que resulta más inquietante para bitcoin es la comprobación de que, a estas alturas, sus movimientos pueden verse afectados de forma tan ostensible por las veleidades de una sola persona, por mucho que esta sea alguien de la relevancia de Musk. El controvertido empresario ha puesto en evidencia a lo largo de los últimos meses, con sus comentarios cambiantes en torno a bitcoin o dogecoin, la facilidad con la que los criptoactivos pueden trocar fuertes ganancias por pérdidas igualmente llamativas en cuestión de minutos sin cambios fundamentales en sus perspectivas.

Esa capacidad para generar ganancias exorbitantes —y también pérdidas, lógicamente— ha sido, qué duda cabe, uno de los grandes atractivos que han facilitado la penetración de las divisas digitales entre el público general del mercado. Su relato de transformación del sistema financiero difícilmente habría cosechado tanto alcance sin el gancho de sus elevados retornos. Pero los últimos acontecimientos ponen en cuestión muchos de los fundamentos que han justificado su más reciente escalada.

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No puede obviarse que la meta aparente de bitcoin es la de convertirse en un método de pago al estilo de las monedas tradicionales, una pretensión que desde sus inicios ha sido discutida a causa de su excesiva volatilidad, que supone que, en los plazos en los que se extiende una operación de compraventa, el valor de la divisa puede oscilar de forma muy significativa. Sin embargo, durante la reciente escalada de bitcoin se ha insistido en que el aumento de la oferta —por el progresivo minado de nuevas monedas— y el perfil más institucional de los nuevos inversores facilitarían una mayor estabilidad de las valoraciones de bitcoin. La realidad se sigue mostrando muy esquiva a este pronóstico: solo en seis de las últimas 20 sesiones, la diferencia entre su máximo intradía y su mínimo ha sido menor al 5%.

Una volatilidad que hace muy poco por ayudar a que otras empresas sigan, precisamente, el ejemplo creado por Tesla cuando decidió invertir parte de su sobrante de tesorería en bitcoin, un movimiento osado que por momentos se pensó que podría crear tendencia. Sin embargo, no parece muy obvio que muchos empresarios decidan poner en juego un dinero que puede resultar fundamental en sus estrategias de negocio para depositarlo en un activo cuyo rumbo resulta tan errático y sinuoso.

Mientras tanto, las caídas recientes hacen mella en el relato que ha pretendido hacer de bitcoin una reserva de valor, capaz de ofrecer protección ante un eventual repunte de la inflación que lime el valor de las monedas convencionales y ponga en peligro la estabilidad de los activos financieros tradicionales. Es obvio que esta no es una cualidad que pueda juzgarse únicamente por la evolución de unas pocas semanas, pero su reciente derrumbe justo en el momento en que los miedos a la inflación han comenzado a agitar las bolsas no ayudará a cimentar esa confianza entre los inversores de que bitcoin tiene la misma capacidad que activos como el oro para proteger sus carteras de la escalada de los precios.

La confianza en su capacidad como protección contra la inflación puede verse dañada

En paralelo, se puede aducir que las maniobras de Musk pueden azuzar algunos de los que se presentan como los principales riesgos para el mercado de las criptomonedas. Si las posibilidades del dinero digital y la tecnología 'blockchain' que las respalda parecen hoy fuera de toda duda, son muchas las voces que advierten de que activos descentralizados como los que representa bitcoin podrían verse sometidos a una creciente presión regulatoria, mientras surgen competidores auspiciados por los propios bancos centrales que tendrían un camino más sencillo para granjearse el respaldo de las autoridades y la confianza de los inversores.

Las preocupaciones sobre su impacto ambiental —respaldadas por el propio Musk— son otros de los frenos que podría encontrar bitcoin y el resto de criptomonedas, en un momento en que los esfuerzos para reducir la huella de carbono están ganando peso en las políticas públicas y en el comportamiento de los mercados.

Nada de esto debe verse como un augurio de que bitcoin no puede recuperar próximamente su rumbo ascendente. Ni tampoco como un rechazo del papel protagonista que pueden desempeñar las criptomonedas en el sistema financiero en un futuro más o menos lejano. Pero lo que parece evidente es que los últimos acontecimientos han supuesto una demostración de que el relato en que ha apoyado sus últimas ganancias aún está por probarse cierto y que es la especulación pura y dura la principal conductora de sus movimientos. Amén de los antojos de Musk.

Con ganancias superiores al 800% en los últimos 15 meses, el bitcoin ha obligado a la mayor parte de sus escépticos a agachar las orejas, cuando no a protagonizar sorprendentes virajes argumentales para convertirse en los principales profetas de sus bondades. Ha pasado ya más de una década desde que bitcoin irrumpió en el entorno de los mercados como principal exponente del relato de la siguiente gran disrupción financiera y, aunque aún hoy quedan por demostrar la mayor parte de sus supuestos méritos, pocos discuten a bitcoin su condición de gran protagonista del mundo de la inversión, labrada a base de extraordinarias rentabilidades.

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