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Las empresas españolas se enfrentan a un embrollo fiscal y laboral para dejar Rusia
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PREOCUPACIÓN EN DIRECTIVOS

Las empresas españolas se enfrentan a un embrollo fiscal y laboral para dejar Rusia

Los despachos asesoran a las empresas que realizan ya planes de contingencia. Han suspendido la actividad, pero estudian salir si se alarga el conflicto

Foto: Tienda de Zara en Moscú. (EFE/Shipenkov)
Tienda de Zara en Moscú. (EFE/Shipenkov)
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Las empresas españolas con presencia en Rusia analizan con premura su futuro en el país. Por ahora, de forma mayoritaria, han suspendido temporalmente actividades. Pero están elaborando planes de contingencia que incluyen el cierre si la situación se alarga varias semanas. Es decir, si la guerra y las sanciones se enquistan o recrudecen.

La primera cuestión en la que están trabajando las empresas es en la posibilidad de repatriar directivos, pero no es una cuestión fácil. Los ejecutivos quieren salir, y las multinacionales facilitarlo, pero hay miedo a las repercusiones. Básicamente, que a estos directivos los sustituyan administradores designados por el Gobierno de Rusia.

Foto: Residentes de Kiev evacúan un edificio atacado en los bombardeos rusos. (EFE/EPA/Roman Pilipey)

En efecto, una de las contramedidas a las sanciones y reacciones de Occidente por parte de Moscú ha sido el proyecto de ley aprobado el 9 de marzo por la Comisión Gubernamental de Actividades Legislativas sobre la administración externa para la gestión de organizaciones. Dicha ley, explican Carlos Rodríguez, César Salagaray y Miguel Baz, socios de DLA Piper, "prevé la posibilidad de nombrar un administrador externo de una empresa rusa".

Para ello, la empresa debe estar poseída en al menos un 25% por “estados hostiles”, entre los que están personas de la Unión Europea o de Estados Unidos, y tener activos por un valor contable superior a 1.000 millones de rublos (85 millones de euros, al cambio actual) o una plantilla de más de 100 empleados. La administración externa se puede designar por periodos que van desde los tres meses en adelante, “cuando el director general, los órganos de dirección o los accionistas han dejado de gestionar 'de facto' las actividades de la empresa”, añaden los socios de DLA Piper.

Los socios de fiscal también comentan que esta situación afecta a los casos en que el director general o los órganos de gestión salieron de Rusia después del 24 de febrero, dañando los intereses de la empresa o perjudicando el valor de la misma. “Dichos periodos de administración externa se pueden ampliar cuando existan circunstancias tales como que se hayan realizado declaraciones públicas sobre el cese de las actividades de la empresa en ausencia de razones económicas evidentes, rescisión de contratos esenciales, notificaciones de despido enviadas a más de un tercio de los empleados”, agregan.

Foto: El presidente de Rusia, Vladímir Putin. (EFE/EPA/Sputnik/Mikhail Klimentyev)

De hecho, el gestor externo designado podría llevar a cabo un proceso de “sustitución de activos”, trasladando los activos de la empresa en un vehículo filial escindido y, después, las acciones de la filial se venderían en una subasta, según la legislación rusa sobre quiebras. Esta nueva normativa del Gobierno de Putin está frenando la salida de directivos de empresas multinacionales y la parálisis de la actividad.

En general, “las empresas no están cerrando, sino que suspenden de manera temporal sus actividades”, explica Samuel González, socio de Laboral de Pinsent Masons. Por una parte, están las empresas que comercializan productos sin presencia física, principalmente con ventas por internet, y también las que tienen trabajadores o centros de actividad física, incluyendo establecimientos abiertos al público.

“Se están cerrando tiendas temporalmente, pero sin abandonar el país. Ni se suspende de empleo y sueldo ni hay despidos. A los trabajadores se les sigue pagando, y a los más cualificados o directivos para los que es valioso mantener el contacto se les reubica en nóminas de otros países cercanos”, añade Samuel González. De hecho, las empresas están realizando declaraciones en las que intentan mostrarse en favor de la paz, pero sin condenar explícitamente la invasión rusa.

Pérdidas no deducibles

Lo que sí están elaborando rápidamente las empresas es planes de contingencia que incluyen cierres si la situación se alarga más de dos o tres meses, y las pérdidas de mantener presencia interrumpida en Rusia empiezan a ser insoportables. En este escenario, llegan los cálculos fiscales para el cierre, y tampoco facilitan el proceso.

Foto: Balancín extractor de petróleo. (EFE/Henry Chirinos)

Desde los cambios impulsados por el exministro Cristóbal Montoro en 2016, las pérdidas por venta o cierre no son deducibles. Y tampoco las pérdidas accesorias como el pago de indemnizaciones a empleados o por romper contratos de forma unilateral. “El problema de las pérdidas relacionadas con las filiales establecidas en Rusia es que los gastos derivados del cierre del negocio puede ser complicado atribuirlos a la matriz española y la pérdida de valor de la participación en la filial rusa no es deducible, al igual que la pérdida que se pudiera generar si esa filial se transmite”, exponen Rodríguez, Salagaray y Baz, de DLA Piper.

Lo que sí es deducible, prosiguen, “es la pérdida que se genere en la matriz como consecuencia de la disolución de la filial rusa, calculada por la diferencia entre el coste de la inversión y el valor de los activos y pasivos que, en su caso, se transfieren a la matriz española”. El problema, advierten, es que, “de acuerdo con la medida de ‘administración externa’, existe la posibilidad de que en caso de tratar de liquidar la compañía se nombrase a un gestor externo”.

Sobre este punto, "cabe recordar que el importe de esa renta negativa deberá minorarse en el de los dividendos o participaciones en beneficios recibidos de la filial rusa en los diez años anteriores a la fecha de la extinción, siempre que los referidos dividendos o participaciones en beneficios no hayan minorado el valor de adquisición y se haya permitido a la matriz española la aplicación de un régimen de exención o de deducción para la eliminación de la doble imposición", matiza Siro Barro, socio de Escalona & De Fuentes.

En la misma línea, Raúl Salas, socio de RocaJunyent, resume en cuatro puntos el trabajo en planes de contingencia de las empresas. Por un lado, la parte humana de directivos y trabajadores, que, según lo mencionado, está en cuarentena. Por otro, mientras estudian si cerrar, las empresas están deteriorando el valor de su inversión. Habrá impacto de los deterioros en la cuenta de resultados y no será deducible, lo que podría provocar que una empresa con una exposición importante a Rusia publique pérdidas y tribute por sociedades. Hay un efecto de este deterioro que sí es deducible, y es la pérdida por el tipo de cambio, explica Salas. El rublo se ha depreciado respecto al euro un 26% en el último mes.

Hay más preocupaciones en las empresas. Los socios de DLA Piper avisan de que las compañías internacionales se están encontrando con “problemas de flujos de caja” por las restricciones en las dos direcciones. Ya no pueden abrir cuentas en Rusia, que era una solución para pagar a proveedores y empleados, y otra opción sería dejar que entre capital ruso en la sociedad, pero no soluciona el problema de fondo porque “estarías teniendo inversión rusa frente a las sanciones”. De cara al futuro, también hay miedo al potencial efecto de que Rusia se incluya en la lista negra de paraísos fiscales, como ha sugerido Pedro Sánchez.

Las empresas españolas con presencia en Rusia analizan con premura su futuro en el país. Por ahora, de forma mayoritaria, han suspendido temporalmente actividades. Pero están elaborando planes de contingencia que incluyen el cierre si la situación se alarga varias semanas. Es decir, si la guerra y las sanciones se enquistan o recrudecen.

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