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El año en que el toro de Wall Street se zampó a la madre de los cisnes negros
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El año en que el toro de Wall Street se zampó a la madre de los cisnes negros

Cuanta más información somos capaces de procesar para intentar domesticar el futuro, más se nos escapa de las manos

Foto: Escultura de un toro colocada frente a la fachada de la Bolsa de Nueva York. (Reuters)
Escultura de un toro colocada frente a la fachada de la Bolsa de Nueva York. (Reuters)

“Máximos históricos en las bolsas” y “una de las peores pandemias de la historia” casan mal. Combinan peor que una camisa de cuadros azul con un pantalón de rayas verdes. Si hace un año un pitoniso nos hubiera dicho que en 2020 sufriríamos tamaño desastre sanitario y económico, pero que la principal bolsa del mundo, la estadounidense, cerraría en zona de récord histórico, las carcajadas se habrían escuchado en Dolby Surround.

Así de inverosímil, así de rebelde y caprichosa se ha vuelto la realidad. Cuanto más creemos que la podemos dominar, cuanta más información somos capaces de procesar para intentar domesticar el futuro, más se nos escapa de las manos. “La era de los datos es también la era de la incertidumbre”, reflexiona en su libro 'Lo imprevisible' Marta García Aller (ver entrevista en Finect Talks).

Foto: EC.

Lo fascinante no es solo el brote de acontecimientos improbables de alto impacto, lo que Nicholas Nassim Taleb definió como ‘cisnes negros’ en su famoso ensayo, sino también lo extraordinario de la reacción del mercado a estos fenómenos excepcionales.

Quién iba a decir que Wall Street acabaría este 2020 con una subida anual cercana al 15%, a falta de un puñado de sesiones. Quién hubiera pronosticado, de haber podido anticipar la pandemia, que veríamos fondos de inversión con rentabilidades superiores al 100% en este año aciago en las economías.

Y hay unos cuantos. Por ejemplo, el BNP Paribas Energy Transition, que luce un impresionante avance del 150% en el marcador de 2020; o el Morgan Stanley US Insight Fund, con una revalorización del 110% desde enero; o el BGF Next Generation Fund, que bordea el avance del 100%.

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Por no hablar de la paradoja que protagonizan las bolsas chinas (extensible a las asiáticas). El país donde se originó el virus, el mercado que vio extenderse en primer lugar los contagios, exhibe unas rentabilidades color verde brillante. Cerca de un 17% sube el índice FTSE China A50.

Quién le iba a decir también a los gestores de renta fija que el año acabaría siendo plácido y lo cerrarían en positivo, cuando en aquellas sesiones fatídicas de marzo el mercado llegó a estar prácticamente roto. “Fueron días muy duros, momentos de bastante tensión”, recuerda Eduardo Roque, gestor de Bestinver. “Solo recuerdo una volatilidad parecida en lo peor de la crisis de Lehman Brothers”, añade.

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Claro, que la foto habría sido muy distinta si no hubieran salido en tromba los bancos centrales, especialmente la Fed, a apoyar al mercado. Al morlaco de Wall Street le inyectaron cantidades industriales de hormonas de crecimiento, billetes nuevos a mansalva, para frenar el contagio que se estaba trasladando del mundo empresarial y económico al financiero.

Según datos de Bank of America, los bancos centrales mundiales han recortado tipos 190 veces en este 2020 y los cuatro mayores (la Reserva Federal, el BCE, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón) han comprado cada hora activos por valor de 1.400 millones de dólares. Este toro enamorado de la luna alcista de los mercados va dopado hasta las trancas. Y provoca una histórica divergencia entre el valor de Wall Street y la economía real.

Solo Europa se ha resistido a participar de esta fiesta alcista. “La decepción eterna, he llevado el peso de la región en mi cartera al 0%”, me decía el gestor de una sicav familiar. Pero, aun así, las cifras con las que van a cerrar las plazas europeas casi incitan al suspiro, más que a la pesadumbre, gracias al 'rally' de las vacunas. El Ibex cae todavía un 15% en 2020, pero llegó a retroceder más del doble este verano.

¿Llegará su hora en 2020? Los asesores financieros siguen sin ser muy optimistas al respecto y recomiendan carteras globales, muy diversificadas, que puedan responder a los retos del momento. Y a los cisnes, más o menos negros, que puedan salir a pasear en los próximos meses en este aparente remanso que han traído las primeras vacunas al ánimo de los mercados.

“Máximos históricos en las bolsas” y “una de las peores pandemias de la historia” casan mal. Combinan peor que una camisa de cuadros azul con un pantalón de rayas verdes. Si hace un año un pitoniso nos hubiera dicho que en 2020 sufriríamos tamaño desastre sanitario y económico, pero que la principal bolsa del mundo, la estadounidense, cerraría en zona de récord histórico, las carcajadas se habrían escuchado en Dolby Surround.

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