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Las vacunas inyectan máximos de dos años en el euro ante el éxodo del dólar
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DOLOR DE CABEZA PARA EL BCE

Las vacunas inyectan máximos de dos años en el euro ante el éxodo del dólar

Con los inversores tomando mayor apetito de riesgo, los inversores venden sus dólares para entrar en otros activos. Una dinámica que ha beneficiado a la moneda europea en un 'rally' del 10%

Foto: Billetes de dólar y de euro. (Reuters)
Billetes de dólar y de euro. (Reuters)

El coronavirus sigue rompiendo esquemas en los mercados. Las noticias sobre la llegada próxima de las vacunas ha impulsado la huida hacia activos de mayor riesgo, aunque no ha eclipsado la necesidad de seguir inyectando estímulos monetarios y fiscales a la economía para capear los coletazos que aún le queda por dar a la pandemia.

Esta situación ha supuesto un momento dulce para el euro, que en solo el mes de noviembre se ha disparado más de un 4%, acumulando ya unas subidas de en torno al 9,8% este 2020. Postulándose para cerrar la mayor subida anual desde 2017, la divisa del Viejo Continente se intercambia ya en los 1,21 dólares por euro, en máximos de junio de 2018.

De hecho, el dólar está en horas bajas frente a la mayoría de grandes divisas del mundo. El billete verde, considerado divisa refugio por excelencia, sufre ventas con las noticias de una serie de vacunas que puedan poner fin a la agonía económica del coronavirus. Junto con el euro, también los dólares australianos, los canadienses y el won coreano han alcanzado ya máximos frente al billete verde en alrededor de dos años, así como también lo ha hecho el yuan chino (en el marco de su particular mercado de divisas). Incluso la libra británica, envuelta en su propio terremoto (el Brexit), ha roto los máximos de 2020 hasta volver a cotizar a niveles de 2018. Por su parte, el yen japonés y el franco suizo cotizan en mínimos de 2016 y 2015, respectivamente.

Por otro lado, el mercado descuenta tipos bajos en EEUU durante más tiempo, sobre todo con el frente fiscal todavía incierto. La ironía es que la divisa débil pilla a Donald Trump justo de salida de la Casa Blanca. El todavía presidente de EEUU pidió repetidamente en sus tiempos de guerra comercial que la Reserva Federal hiciese por devaluar la moneda. Hasta la pandemia, los billetes de Benjamin Franklin habían permanecido alejados del euro precisamente por gozar de ciclo de tipos de interés más avanzado que el del Banco Central Europeo (BCE). Con la llegada del coronavirus, el terreno de juego en política monetaria se niveló, lo que impulsó las primeras caídas de la divisa estadounidense.

Tras el primer golpe del confinamiento, el tira y afloja entre ambas monedas se decidió en verano al ritmo del aguante económico, las negociaciones de estímulos fiscales (con la grata sorpresa de un Fondo de Recuperación a nivel europeo, ahora de nuevo en jaque por las negativas de Hungría y Polonia) o la propia evolución de la pandemia. La guinda sobre el pastel han sido las elecciones estadounidenses, todavía por cerrar, que apuntan a una victoria certera del demócrata Joe Biden, pero que arrojan dudas sobre la unidad y capacidad de impulso político de su gobierno.

El mercado tiene los ojos puestos sobre el acuerdo fiscal entre las dos formaciones, con los avances de esta semana en el Senado favoreciendo a corto plazo la huida de los activos de mayor riesgo. Y es que incluso con unas cifras de empleo algo por debajo de lo esperado, los inversores han seguido impulsando al dólar a la baja frente al euro este viernes, apoyados también en la determinación de estímulos del presidente de la Fed, Jerome Powell, que celebrará su reunión el 15 y 16 de diciembre. Más allá del impacto a más largo plazo que puedan llegar a tener en las divisas, la evolución de los precios o el crecimiento económico producidos por estas medidas, de momento, el precio del euro/dólar viene marcado por las perspectivas de optimismo del mercado.

La encrucijada del BCE

Los inversores buscan economías que habían quedado rezagadas por la pandemia y que ahora ven luz al final del túnel. Sin pensar demasiado en cómo se van a distribuir las vacunas que vienen, en si el Fondo europeo se caerá con el tropiezo de Hungría y Polonia o si, además, los mercados sufrirán un choque con la salida (todavía incierta) de Reino Unido de la UE, el mercado se respalda ahora en los activos europeos y, del mismo modo, su divisa.

Una situación que pone en una encrucijada al Banco Central Europeo (BCE) que se reúne el miércoles y jueves que viene. Un euro fuerte dificulta el auge de las exportaciones, parte clave de las economías europeas, y nada a contracorriente de una subida de los precios al abaratarse las importaciones. En un momento en el que la institución presidida por Christine Lagarde sigue rompiéndose los cuernos por mantener la deflación a raya, el auge de la divisa pone al banco central en una posición aún más complicada de lo que ya le supone navegar las aguas inciertas de la pandemia.

Foto: (Reuters) Opinión
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Tanto es así que la presidenta del BCE hizo mención a la divisa en la reunión de septiembre. La francesa indicó que la entidad "seguía este parámetro de cerca porque el valor externo del euro tiene efecto sobre los precios de la eurozona" pero zanjó rotundamente que los movimientos del billete europeo no entraban en su mandato.

En este sentido, el euro sigue respirando tranquilo también porque la semana que viene promete ser un verdadero festín: los analistas esperan un aumento del programa contra la crisis (PEPP) de en torno a los 600.000 millones de euros, así como otras medidas para aupar la liquidez del sistema financiero. Así, el entorno de mayor optimismo (por la vacuna) y de apoyo ante cualquier adversidad (política monetaria y fiscal) ha supuesto la tormenta perfecta para el euro, que ha sacado partida a las caídas del dólar.

El coronavirus sigue rompiendo esquemas en los mercados. Las noticias sobre la llegada próxima de las vacunas ha impulsado la huida hacia activos de mayor riesgo, aunque no ha eclipsado la necesidad de seguir inyectando estímulos monetarios y fiscales a la economía para capear los coletazos que aún le queda por dar a la pandemia.

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