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DIVERGENCIAS SIGNIFICATIVAS

Bruselas y Londres congelan la negociación a la espera de un nuevo impulso político

El equipo europeo y británico congelan las negociaciones por las "divergencias" en los principales puntos a la espera de un diálogo a nivel político entre Bruselas y Londres

Foto: El negociador jefe de la UE, Michel Barnier. (EFE)
El negociador jefe de la UE, Michel Barnier. (EFE)

Los equipos del Reino Unido y la Unión Europea han frenado sus conversaciones este viernes por la noche tras una semana de negociaciones. "Hemos acordado hoy que no se cumplen las condiciones para un pacto debido a las divergencias significativas en materia de igualdad de condiciones, gobernanza y pesca", ha escrito Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea. Él y su homólogo británico, David Frost, han pactado congelar las negociaciones a la espera de que este sábado hablen Ursula von der Leyen, presidenta del Ejecutivo comunitario, y Boris Johnson primer ministro del Reino Unido.

Durante los últimos días ambos equipos han rebañado cada hora de negociación en Londres. Las conversaciones finalizaron este miércoles bien entrada la madrugada, rodeados de cajas vacías de pizza a domicilio y viviendo su particular día de la marmota bajo la luz artificial del sótano sin ventanas del número 1 de Victoria Street: los tres puntos mencionados por Barnier siguen estando encima de la mesa. El jueves terminaron de hablar también cerca de la medianoche. Este viernes las conversaciones parecen haber alcanzado su límite. Ahora toca que a nivel político se ofrezca un nuevo empujón.

Durante la primera fase del Brexit, cuando se negoció el divorcio, era común que las conversaciones técnicas, que por entonces lideraban Olly Robbins por el lado británico y Sabine Weyand por el europeo, llegaran a un límite a partir del cual no era posible acercar más las posturas. En ese momento el asunto volvía al nivel político para volver a impulsar a los equipos técnicos. Volvemos a encontrarnos en ese momento, aunque la diferencia es que durante la anterior etapa, entre 2017 y 2018, la confianza en la por entonces primera ministra Theresa May era creciente, y con Johnson sigue la tendencia contraria.

Pero hace ya semanas que en Bruselas se señala que las diferencias en los puntos que quedan pendientes son ideológicas, y no técnicas. Por muchas horas que dedicaran este fin de semana ambos equipos a intentar acercar posturas, el acuerdo seguiría sin ser posible, por lo que no todo el mundo ve con malos ojos este parón en las negociaciones. También en los últimos días se ha señalado que para que haya un acuerdo entre la UE y el Reino Unido antes debe haber un acuerdo entre Boris Johnson y el propio Boris Johnson. Tiene que decidir si quiere o no un acuerdo. La llamada de este sábado puede enfrentarle a esa decisión.

Foto: Banderas del Reino Unido y de la Unión Europea. (Reuters)
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Este parón en las negociaciones se produce únicamente unos días antes de que los líderes europeos se reúnan el próximo 10 y 11 de diciembre en el último Consejo Europeo del año, un encuentro que muchos consideran la "última bala" para lograr que haya un acuerdo antes del próximo 1 de enero de 2021, cuando finaliza el periodo transitorio y el derecho comunitario deja de aplicarse en el Reino Unido. Ahora toda la atención está puesta sobre la coreografía de las próximas horas: tras la llamada entre Von der Leyen y Johnson llegará el momento de que los embajadores permanentes ante la UE tomen la temperatura a la situación. Las próximas horas serán claves.

En los últimos días el equipo negociador europeo no solamente ha estado encerrado en una sala que algunos de los funcionarios británicos que la conocen coinciden en calificar como “horrible” (aunque hay que decir que el centro de conferencias en el que tienen lugar las conversaciones cuando se celebran en Bruselas no es mucho mejor), sino que ahora están con la presión añadida de notar en su nuca el aliento de unas capitales que, al otro lado del Canal de la Mancha, están comenzando a ponerse nerviosas.

placeholder David Frost (izquierda) y Michel Barnier (derecha), negociadores del Brexit. (EFE)
David Frost (izquierda) y Michel Barnier (derecha), negociadores del Brexit. (EFE)

El aliento en la nuca de las capitales

Hace ya semanas que algunas capitales se quejan de que consideran que el equipo de la Comisión Europea ha cedido ya demasiado terreno en determinados aspectos. En algunos países hay cierta inquietud con posibles cesiones en materia de ayudas de estado o gobernanza, pero los principales riesgos para el equipo de Barnier vienen desde París y La Haya. En el recuerdo están otras "sorpresas" que ha dado el Brexit, como cuando España se encontró un artículo que complicaba su postura sobre Gibraltar y tuvo que amenazar con vetarlo todo a finales de 2018.

Emmanuel Macron, presidente francés, ya ha anunciado que se opondrá a cualquier acuerdo que vaya en contra de los intereses franceses. Y se refiere en concreto al asunto de la pesca. Para París es importante, a nivel electoral, defender a sus pesqueros. Con unas elecciones a la vista en 2022 y con Marine Le Pen buscando posibles caladeros de votos, en el Elíseo no hay ninguna voluntad de dejar cabos sueltos.

Pero no es únicamente la cuestión pesquera. Francia, como otros Estados miembros, también está preocupada por las condiciones que se establecen para la entrada de bienes en el mercado interior, así como en el asunto de la igualdad de condiciones. “Estaremos particularmente vigilantes en lo que se refiere a las condiciones para una competencia justa, para hoy, para el largo plazo, y también en la cuestión de la pesca”, explicó Macron esta semana en una rueda de prensa.

Existe también cierto nerviosismo sobre cualquier solución en materia de gobernanza que dependa únicamente de la “buena fe” del Gobierno británico, que ha demostrado hasta qué punto no ha cumplido con su palabra con la introducción de los párrafos de la Ley de Mercado Interior que violaban el Acuerdo de Retirada y por lo tanto el derecho internacional. Lejos de mostrar un cambio de actitud, Downing Street ha anunciado ya que reinsertará los polémicos párrafos cuando el texto vuelva a la Cámara de los Comunes después de que fueran retirados por los Lores. Además, Johnson parece dispuesto a ir más allá, y presentará la semana que viene, a solo unas horas del último Consejo Europeo del año, una Ley Tributaria que también incluirá algunos elementos sobre Irlanda del Norte que violarán el Acuerdo de Retirada.

Una de las ideas que manejan los más preocupados con las posibles cesiones es que se les informe de la situación y se les suba a bordo de las negociaciones antes de que haya un acuerdo final. Barnier y el equipo europeo quieren evitarlo a toda costa porque se traduciría en que cada capital comenzaría a reclamar puntos distintos, paralizando la negociación y arrastrándola hacia un no acuerdo.

Simon Coveney, ministro de Exteriores de Irlanda, ha asegurado que el acuerdo podría alcanzarse en los próximos días, y ha enviado lo que parece un claro mensaje a París durante una entrevista este jueves: "Es el momento de contener los nervios y confiar en Michel Barnier”. El negociador europeo se vio prácticamente obligado a informar a los embajadores permanentes de los Veintisiete y al grupo de eurodiputados que coordinan la posición de la Eurocámara este mismo miércoles ante el creciente nerviosismo.

Los equipos del Reino Unido y la Unión Europea han frenado sus conversaciones este viernes por la noche tras una semana de negociaciones. "Hemos acordado hoy que no se cumplen las condiciones para un pacto debido a las divergencias significativas en materia de igualdad de condiciones, gobernanza y pesca", ha escrito Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea. Él y su homólogo británico, David Frost, han pactado congelar las negociaciones a la espera de que este sábado hablen Ursula von der Leyen, presidenta del Ejecutivo comunitario, y Boris Johnson primer ministro del Reino Unido.

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