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¿Qué haría yo si me tocara el Gordo de la Navidad? Pues...
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¿Qué haría yo si me tocara el Gordo de la Navidad? Pues...

Va a estar complicado, porque solo juego un décimo y por tradición. Pero vamos a imaginar por un momento que los niños de San Ildefonso sacan la bolita que me convierte en agraciado

Foto: Llegada de los bombos de la Lotería de Navidad. (EFE)
Llegada de los bombos de la Lotería de Navidad. (EFE)

Va a estar complicado, porque solo juego un décimo y por tradición. Pero vamos a imaginar por un momento que los niños de San Ildefonso sacan la bolita que me convierte en agraciado, qué palabra, del sorteo de Navidad. Es decir, que me convierto de un segundo para otro en poseedor de 324.000 euros después de pagar impuestos. 'Ains'.

Vamos a visualizar la escena. De pronto, me llama mi madre emocionada, el WhatsApp familiar revienta de mensajes con 'emojis' celebrativos, los vecinos empiezan a arremolinarse en torno a la tienda de mis padres, bajamos champán y jamón para celebrarlo y aparecen las primeras cámaras y el personal de las sucursales bancarias del pueblo, mientras algún transeúnte observa con envidia al otro lado del escaparate.

Foto: Décimos de lotería. (EFE) Opinión

En medio del jolgorio general, yo contemplo ese papelito en mis manos, que por arte de magia se ha convertido en más de 50 millones de las antiguas pesetas. Y me veo incapaz de pensar y tirar de cabeza fría, como sí lo hago mientras escribo esta tribuna. Y me doy cuenta de que es necesario tener un plan antes de verme rodeado por todas esas emociones, todo ese bullicio, que sin darme cuenta se irá convirtiendo en el peor enemigo para gestionar bien este dineral. Así que, vamos a dejarlo por escrito.

Lo primero que tengo claro es que un golpe de la fortuna de tales dimensiones hay que aprovecharlo para buscar rentabilidad. Juntar tanto dinero a la vez es lo que realmente nos resulta complicado al común de los mortales.

Si a esos 324.000 le sacamos una rentabilidad del 4,4% anual, que no suena nada fácil con tipos cero, pero que es la media de una cartera mixta de bonos y bolsa americana en los últimos 120 años, el decimito se habrá convertido en 766.500 euros 20 años después. Y si consigo una ganancia anual del 6,6% (la media de la bolsa americana en los últimos 120 años según datos de JPMorgan AM), superaría los 1,1 millones de euros.

¿El cuento de la lechera? Puede ser en las cantidades finales, pero tengo una cosa clara: hay que aprovechar que nos ha caído una bola de nieve tan grande entre las manos para ponerla a rodar y hacerla mayor, no para empezar a romperla en bolitas más pequeñas para malgastarlas sin ton ni son. Mi primera decisión, por lo tanto, será invertir el grueso del dinero… ¿Pero todo?

Tampoco es eso… Hay que disfrutar la vida también y compartir la alegría. Pero poniendo coto a estos gastos. En mi caso, me apartaría 24.000 euros iniciales para gastos ‘celebrativos’ y regalos. En vez de jamón normal, un buen pata negra; lo mismo con el vino… Quizá un viaje con la familia el año que viene a Japón… Para lo que dé ese dinerito, que no es poco. Pero nada más.

Foto: La figura del toro representa época de bonanza en la bolsa. (Reuters)

Además, destinaría otra cantidad para pequeñas reformas en casa y cambiar algún mueble y también reservaría una parte del dinero a echar una mano a gente que lo necesitara. Qué menos, cuando uno ha recibido tantos euros de golpe por puro azar. Probablemente, lo haría a través de donaciones a fundaciones que seleccionaría en el momento.

A lo que solemos llamar tapar agujeros no dedicaría ahora mismo ni un euro. Básicamente, mi deuda es la hipoteca y tengo tipos casi negativos con mi diferencial del euríbor. He hecho los cálculos y los intereses que voy a pagar son tan bajos que prácticamente no tendría ahorro por ahí. Sí tendría beneficio emocional y mental, porque como dice el refrán el que paga descansa, pero financieramente no me parece una buena decisión.

El dinero que queda tras celebrar, reformar y compartir, vamos a calcular que unos 250.000 euros, ya sí lo destinaría a la inversión. Nada en cuentas corrientes, porque ahora mismo no pagan nada y la inflación, cual termita, se iría comiendo poco a poco esos euros. ¿Y dónde lo metería? Antes de responder esta pregunta, hay otra: ¿Cuáles son mis objetivos? Para mí ahora mismo hay dos fundamentales:

  • Poder acceder a una casa más grande, que la familia crece.
  • Asegurar los estudios de mis hijos.

Para el primero de estos objetivos, estaría dispuesto a asumir altibajos en las inversiones a cambio de perseguir una mayor rentabilidad. Es decir, todo a renta variable. En el peor de los escenarios, que fuera una caída gorda y persistente y tener que vender en el peor momento, simplemente me supondría aspirar a una casa con calidades inferiores o más en las afueras. A malas, siempre me podría quedar en la actual, aunque fuera con menor comodidad. En el mejor, logrando una buena rentabilidad podría aspirar a un buen casoplón.

Foto: Foto: iStock

A esta parte destinaría 175.000 euros, que se convertirían en más de 300.000 si una década después he conseguido obtener la rentabilidad media histórica de la bolsa (según los datos del S&P comentados más arriba. Con eso y la venta de la casa que tengo en propiedad (que al llegar a esos 10 años ya habría terminado de pagar la hipoteca), probablemente ya me daría para adquirir una nueva vivienda probablemente sin hipoteca. Esta inversión la haría en una cartera de fondos, con amplia diversificación, para evitar que se me derrame la leche con un tropezón puntual.

Para el segundo objetivo, en cambio, sería más prudente. Repartiría los 75.000 que me quedan en una cantidad fija para cada uno de mis hijos en fondos mixtos, con menor volatilidad, destinada a la típica estancia veraniega en el extranjero cuando sean adolescentes o a pagar la carrera y parte de un potencial master posterior. Si quisiera rizar el rizo, a cada uno le haría una cartera con mayor o menor bolsa en cartera en función de su edad (al más peque, que apenas tiene unos meses, de momento sí le metería casi todo en renta variable porque tiene mucho tiempo por delante).

Y así, todo quedaría resuelto. Bien, ¿no?

Ahora es cuando se desvanece el sueño y volvemos a la realidad. En el sorteo mi décimo no habrá resultado premiado y todos los deseos y objetivos de arriba no serán tan fáciles de alcanzar. Pero, al menos, este ejercicio sí me habrá servido para pensar, para reflexionar, para ver cómo debo orientar mi ahorro e inversión, con base en lo que realmente me preocupa y me motiva en mi vida. Lo importante, que diremos el lunes el 99% de los participantes en la lotería, es la salud. Y el amor, claro, obvio. No necesariamente en ese orden.

P. D. Aprovecho esta columna para desear a todos los lectores de El Confidencial una muy Feliz Navidad, os toque o no el Gordo de la Navidad.

Va a estar complicado, porque solo juego un décimo y por tradición. Pero vamos a imaginar por un momento que los niños de San Ildefonso sacan la bolita que me convierte en agraciado, qué palabra, del sorteo de Navidad. Es decir, que me convierto de un segundo para otro en poseedor de 324.000 euros después de pagar impuestos. 'Ains'.

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