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Un defecto que nos cuesta mucho dinero: el cortoplacismo de los españoles al invertir
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Como afirma Schroders

Un defecto que nos cuesta mucho dinero: el cortoplacismo de los españoles al invertir

¿A cuál de estos dos grupos le gustaría que nos parezcamos como inversores: al formado por EEUU, Canadá, Japón y Alemania o a uno compuesto por Brasil, Tailandia o Chile?

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Un defecto que nos cuesta mucho dinero: el cortoplacismo de los españoles al invertir

¿A cuál de estos dos grupos le gustaría que nos parezcamos como inversores: al formado por EEUU, Canadá, Japón y Alemania o a uno compuesto por Brasil, Tailandia o Chile? Pues resulta que los españoles nos asemejamos mucho más a este segundo grupo si miramos una cualidad clave para el éxito en las inversiones: la paciencia.

Una vez que hemos contratado un producto de inversión, los españoles tan solo lo mantenemos en cartera de media 1,9 años, por debajo de países como India, Rusia o Tailandia, y a un buen trecho de los países menos cortoplacistas, en los que la tenencia media de una inversión supera los 4 años, de acuerdo con el Estudio global de inversiones de Schroders.

Esta escasa paciencia se explica en buena parte por lo nerviosos que nos ponemos en cuanto llegan momentos de nervios en los mercados. De acuerdo con la encuesta, tan solo el 16% de los inversores españoles mantienen el plan de inversión que se habían trazado cuando los vientos de la volatilidad azotan los precios, mientras que un 74% modifican en ese momento el perfil de riesgo de su cartera.

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Esta hiperactividad inversora, sobre todo en los malos momentos, nos genera diversos problemas que afectan muy negativamente a nuestra rentabilidad y, como daño colateral, a nuestra experiencia vital como inversores.

Primero, porque si no respetamos los planes que nos trazamos, harto difícil será que los logremos. Si uno se propone coger el coche para ir a pasar el día a la montaña, pero al llegar a las curvas en forma de herradura se asusta y se da la vuelta, es evidente que no llegará al inicio del sendero. O, al menos, no a la hora que había calculado.

Si nos proponemos ir al monte, debemos saber que por el camino nos encontraremos esas curvas. Tiene que estar dentro del plan. Igual que si nos proponemos invertir en bolsa para obtener rentabilidad y alcanzar nuestros objetivos vitales, debemos asumir que por el camino las bolsas tendrán fuertes caídas puntuales. Así ha sucedido a lo largo de la historia en la bolsa de la que existen más datos, EEUU, y aun así su rentabilidad real media anual ronda el 6%.

Lo importante, por lo tanto, es hacer bien el plan, ya sea en solitario o hablando con un asesor financiero, saber dónde queremos llegar, cómo, a qué velocidad y con qué compañía. Y después elegir los mejores vehículos para acceder al destino, sabiendo que nos encontraremos baches por el camino. Para hacer este plan es vital conocer bien nuestro perfil inversor, que no debería cambiar tanto a lo largo del tiempo.

Segundo, porque históricamente el ser humano no ha estado precisamente acertado a la hora de salir y entrar de los mercados. Por ejemplo, las mayores compras suelen producirse en los momentos de máximos, cuando queda poco recorrido a los índices, mientras que las ventas tienen lugar cuando ya se ha desatado la volatilidad y se han sufrido las primeras caídas.

En esta piedra hemos vuelto a tropezar los españoles en los últimos meses. Durante los últimos meses de 2017 y primeros de 2018, hubo fuertes entradas de dinero en fondos de renta variable. Sin embargo, tras las caídas de finales del último año, se han disparado las ventas. Más de 3.000 millones de euros han salido de fondos de renta variable en la primera mitad del año, perdiéndose parte de la recuperación de los índices desde mínimos de diciembre.

Y tercero, por los costes reales que nos provoca el cortoplacismo. Cuando compramos y vendemos de modo constante, no solo incurrimos en mayores comisiones de intermediación (especialmente los inversores en acciones), sino que también acabamos pasando más habitualmente por la ventanilla de Hacienda, para tributar por los potenciales beneficios.

Por eso, tanto Warren Buffett, el mejor inversor de todos los tiempos, como John Bogle, el padre de la gestión pasiva, han advertido tanto a los inversores contra la tentación de mover demasiado la cartera. Ellos han predicado con el ejemplo, ya que sus carteras han sido prácticamente permanentes a lo largo del tiempo. "Nuestro periodo favorito para tener una acción es 'para siempre'", suele decir Buffett.

Los españoles no le hacemos mucho caso. Y eso que ya lo habíamos escuchado antes de San Ignacio de Loyola, con su famoso "en tiempos de desolación, no hacer mudanzas".

¿A cuál de estos dos grupos le gustaría que nos parezcamos como inversores: al formado por EEUU, Canadá, Japón y Alemania o a uno compuesto por Brasil, Tailandia o Chile? Pues resulta que los españoles nos asemejamos mucho más a este segundo grupo si miramos una cualidad clave para el éxito en las inversiones: la paciencia.

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