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Los ornitólogos no salen de su asombro: ¿dónde están las grullas?
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Los ornitólogos no salen de su asombro: ¿dónde están las grullas?

La arribada de las grullas a nuestros campos marca uno de los hitos en el calendario natural de la fauna ibérica. Sin embargo, este año se resisten a viajar: el cambio climático hace que en Hungría se esté mejor que en Extremadura

Foto: Bando de grullas en vuelo. (EFE/Zsolt Czegledi)
Bando de grullas en vuelo. (EFE/Zsolt Czegledi)

Los bandos de grullas cruzando los cielos plomizos de noviembre con sus características formaciones en uve y su inconfundible reclamo, un canto profundo y lastimero que les valió su nombre científico (Grus grus), anuncian desde siempre el tránsito del otoño en la península ibérica.

La grulla común es una especie migratoria que por estas fechas cruza los cielos de toda Europa para desplazarse en grandes bandadas desde su zonas de cría, situadas al norte del continente y en las estepas de Asia, hasta sus cuarteles de invierno, ubicados en los campos de Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía y el norte de África.

Foto: La mitad de las especies no humanas del planeta ya están en movimiento en respuesta a los efectos del cambio climático. (Renatas Jakaitis)

Emparentadas con garzas y cigüeñas, aunque de tamaño mucho mayor, las grullas pueden superar el metro y medio de altura. Con patas y cuello largos, tienen el pico mucho más corto que las cigüeñas y lucen un plumaje entre gris ceniciento, marrón pardoso y negro, sobre el que resaltan las bellísimas irisaciones rojas del capirote y su amplio antifaz blanco. Todo ello rematado por una cola que no es tal, sino un desmañado plumero de largos penachos colgantes que le da un aspecto grácil y elegante.

placeholder Grupo de grullas comunes, en una dehesa manchega. (EFE/Beldad)
Grupo de grullas comunes, en una dehesa manchega. (EFE/Beldad)

Aunque también captura lombrices, insectos y caracoles, las grullas son básicamente vegetarianas, alimentándose por lo general de granos, semillas, raíces y bulbos. Aunque su manjar favorito son las bellotas, que durante estos días cubren los suelos de las dehesas extremeñas y andaluzas, de ahí su querencia natural a pasar el invierno en ellas con una parada previa en la laguna de Gallocanta, en la comarca aragonesa de Daroca, donde se concentran por miles.

Una tradición en peligro

Para celebrar su arribada a Extremadura, la Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura (Adenex) organiza cada año el Día de las Grullas, una jornada llena de actividades educativas y de ocio al aire libre en la que se ensalza la llegada de estas populares aves y se acude a los observatorios para contemplarlas. Este año está todo previsto para que se celebre el próximo tres de diciembre: bueno, todo menos las grullas.

placeholder Grullas en el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. (EFE/Beldad)
Grullas en el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. (EFE/Beldad)

Francisco Lopo es el coordinador del grupo de ornitología de esta oenegé, y en conversación con El Confidencial expresa su inquietud por el retraso que está experimentando la llegada del grueso de los bandos. “No sabemos si tal vez se deba a los cambios que está experimentando el clima, tanto en España como en el resto de Europa, pero lo cierto es que este año llevan mucho retraso”.

En declaraciones a EFE, el ornitólogo José Antonio Román, coordinador del censo nacional de grullas y autor de la monografía La grulla común, coincide con esta opinión, e informa que la mayor parte de las grullas que deberían estar picoteando bellotas en las dehesas del suroeste español permanecen en el parque nacional de Hortobágy en Hungría, donde se estima que hay alrededor de 200.000 ejemplares. El resto, otras 100.000 más, parecen cómodamente instaladas en los humedales y los bosques abiertos de Polonia, Alemania y el noroeste de Francia.

placeholder Tradicional bando de grullas en escuadra. (EFE/Zsolt Czegledi)
Tradicional bando de grullas en escuadra. (EFE/Zsolt Czegledi)

Este experto coincide en señalar lo raro de su comportamiento. “Nunca antes había sucedido” declara, parece como si la abundancia de alimento y las buenas condiciones meteorológicas las estén disuadiendo de obedecer a su calendario fenológico. La fenología es la ciencia que estudia la relación de los ciclos biológicos con el paso de las estaciones. Este otoño tan solo se ha detectado la presencia de la especie en la mitad de las más de 30 provincias grulleras de España, donde por estas fechas ya deberían estar campeando las cerca de 265.000 grullas que el año pasado invernaron en nuestros campos. En cambio, según Román, a día de hoy han llegado tan solo alrededor de 5.000 ejemplares.

Foto: Petirrojo europeo. Foto: SEO/Birdlife

Por comunidades, Extremadura acoge a más de la mitad de los ejemplares, alrededor de 132.000 el año pasado, seguida de Aragón, que con casi el 20% del total y más de 50.000 ejemplares tiene en la Reserva Natural de Gallocanta una de las principales áreas de servicio donde estas aves paran y descansan durante sus desplazamientos. Le siguen Castilla-La Mancha con el 18% (46.000 grullas), Andalucía con el 6% y casi 15.000, Castilla y León con el 3% (7.000) y Navarra con 3.800 (1,4%).

Los científicos denominan bioindicadores aquellas especies que con sus cambios de comportamiento están señalando una alteración de las condiciones de vida de sus ecosistemas. En el caso de las especies migratorias que adelantan, retrasan o incluso suspenden sus desplazamientos, como las grullas, se trata de uno de los mejores indicadores del cambio climático y de los mecanismos de adaptación que está desencadenando en la naturaleza.

Los bandos de grullas cruzando los cielos plomizos de noviembre con sus características formaciones en uve y su inconfundible reclamo, un canto profundo y lastimero que les valió su nombre científico (Grus grus), anuncian desde siempre el tránsito del otoño en la península ibérica.

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