Patos en la niebla: azulones, cucharas, colorados, porrones, frisos y alguna focha

Parece un trabalenguas, pero son solo los nombres de algunas de las especies más comunes de la gran tribu de los patos. En un pequeño embalse, en realidad una laguna recrecida por una represa, cientos de patos sestean en la niebla que emerge del agua a primera hora de la mañana.

Pocas lagunas con sus límites naturales mantienen ya esta cantidad de agua, tal densidad de patos. Las charcas recrecidas y los embalses son hoy día un refugio fundamental para las aves acuáticas, expulsadas de sus humedales convertidos en secanos.

De vez en cuando una pequeña bandada emerge de la niebla, envuelta en el siseo agudo producido por las puntas de las alas al batir. Chapoteos, arrancadas y amerizajes aparte, la imagen transmite una cierta serenidad. Pero el sonido desmiente la idea.

Porque aunque en el agua predominan los cucharas, con sus grandes picos como espátulas, en el paisaje sonoro dominan las risas de los azulones o ánades reales. Y las voces, como suspiros, de los porrones comunes, que flotan con el perfil semi hundido propio de los patos buceadores.

Poco a poco el sol va templando y la niebla se retira. Y entonces podemos ver mejor los colores del plumaje, rojo en la cabeza de patos colorados y porrones, verde tornasolado en los azulones, blanco en contraste con verde y pardo de los cucharas. Y el negro carbón de unas aves que también flotan pero no son patos, pico y un escudo facial blanco, que pitan y trompetean mientras corren sobre las aguas dejando una estela de chapoteos. En medio de la tribu de los patos, las fochas son unas intrusas.