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¿Y si aprovechamos la biomasa forestal tumbada por el temporal antes de que arda?
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Bosques colmados de leña

¿Y si aprovechamos la biomasa forestal tumbada por el temporal antes de que arda?

Mientras el temporal recarga los bosques de combustible vegetal y aumenta el riesgo de incendio, la instalación de calderas se dispara y crece la demanda de esta fuente de energía

Foto: Aprovechamiento maderero en un bosque mediterráneo. (Jose Luis Gallego)
Aprovechamiento maderero en un bosque mediterráneo. (Jose Luis Gallego)

El cierre de parques y jardines urbanos ante la llegada de un temporal de nieve y viento tiene por objetivo prevenir los accidentes por la caída de árboles y ramas. En los días siguientes, los servicios municipales proceden a retirar todo ese material vegetal para la obtención de compost, material de acolchado (mulching) o en la producción de pellets, entre otros aprovechamientos.

En cambio, en el caso de la mayoría de nuestros bosques, la acumulación de árboles y ramaje abatidos por los temporales de invierno acaba recargando el monte de combustible, agravando el riesgo de incendio y multiplicando su potencial destructivo. Por eso, resulta oportuno y necesario proceder a la retirada ordenada, mediante criterios científicos y a través de una adecuada gestión forestal, de toda esa biomasa acumulada que puede convertirse en fuente de energía renovable.

placeholder Caldera alimentada por pellets de biomasa forestal. (Jose Luis Gallego)
Caldera alimentada por pellets de biomasa forestal. (Jose Luis Gallego)

Una acción que, desarrollada bajo criterios de sostenibilidad y desde el respeto al equilibrio ecológico del bosque, además de reducir el riesgo de incendio, contribuiría a la mitigación del cambio climático, al saneamiento de nuestras arboledas y al desarrollo rural. Por contra, tal y como denunciaba el Instituto de la Ingeniería de España (IIE) en un reciente comunicado, nuestro país sigue renunciando al aprovechamiento sostenible de este recurso energético autóctono y renovable, lo que limita la productividad de nuestros bosques y multiplica el riesgo de incendio.

Un potencial desaprovechado

España es el segundo país de la UE, tras Suecia, con mayor proporción de superficie forestal: el 55% de su extensión. En cambio, ocupa uno de los últimos puestos, el 22 de los 27 Estados miembro, en la obtención de energía a partir de biomasa. De hecho, según los expertos en la materia, el aprovechamiento de esta fuente de energía renovable podría aumentar en 12 millones de metros cúbicos anuales, lo que equivaldría al ahorro anual de 25 millones de barriles de petróleo, evitando la emisión de casi 10 millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI) y contribuyendo así a mitigar el cambio climático.

placeholder Retirada de árboles y ramaje caídos. (Jose Luis Gallego)
Retirada de árboles y ramaje caídos. (Jose Luis Gallego)

Esta situación supone, además, una pérdida de competitividad ante nuestros socios, pues la biomasa es la principal fuente de energía autóctona en Europa desde 2016, por delante de los combustibles fósiles. Más aún si se tiene en cuenta que nuestra biomasa forestal aumenta cada año en 46 millones de metros cúbicos, de los que solo valorizamos un 40%: una cifra muy inferior a la media europea, que se sitúa en el 61%. Y es que la instalación de calderas de biomasa, tanto domésticas como industriales, está creciendo en torno a un 20% en los últimos años.

Cada hectárea de bosque gestionada puede generar aproximadamente 100 toneladas de biomasa forestal

Por todo ello, como se señala desde el IIE, España debe promover una adecuada gestión forestal de los montes que permita el aprovechamiento de la biomasa de una manera sostenible. Un impulso al sector que, como establece la propia Estrategia Forestal Europea para 2030, contribuiría a reducir las emisiones de GEI, a frenar la pérdida de biodiversidad y al desarrollo de una auténtica bioeconomía que propicie un impulso del empleo rural y contribuya a hacer frente al reto demográfico.

Foto: Central eléctrica de biomasa en Kemi (Finlandia). (EFE)

Estamos ante una oportunidad de avanzar en el ámbito de la economía circular y la adaptación al cambio climático. Sin embargo, la propia Estrategia Forestal Española para 2050 reconoce que en la actualidad la contribución del sector forestal a la economía nacional equivale al 0,6% del PIB, lo que está muy por debajo de la media europea (en países como Finlandia, supone hasta el 15% del PIB) y muy lejos de las verdaderas posibilidades que nos brindan nuestra gran superficie forestal y la alta productividad de los montes españoles.

placeholder Astillas de biomasa forestal para calderas industriales. (EFE/Alfonso Castillo)
Astillas de biomasa forestal para calderas industriales. (EFE/Alfonso Castillo)

Asimismo, este documento elaborado por el Gobierno reconoce que el aprovechamiento de la biomasa forestal con fines energéticos, ya sea en astillas o en pellets, se encuentra muy por debajo de su capacidad de producción y que, a día de hoy, se sigue desconociendo su potencial real. Por todo ello, propone mejorar y ampliar el conocimiento de este recurso energético para avanzar hacia el objetivo recogido en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) de alcanzar una potencia instalada de energía eléctrica a partir de biomasa (agrícola y forestal) de 1.408 MW para 2030, lo que supondría doblar la potencia instalada actualmente en tan solo siete años. Difícil, pero no imposible, si desde las diferentes administraciones se apuesta de verdad por revitalizar este sector actualmente abandonado de nuestra economía.

El cierre de parques y jardines urbanos ante la llegada de un temporal de nieve y viento tiene por objetivo prevenir los accidentes por la caída de árboles y ramas. En los días siguientes, los servicios municipales proceden a retirar todo ese material vegetal para la obtención de compost, material de acolchado (mulching) o en la producción de pellets, entre otros aprovechamientos.

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