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Los molinos de viento también están deforestando el Amazonas
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Los molinos de viento también están deforestando el Amazonas

Cuando las energías renovables, como la generación de energía eólica, suponen un problema ecológico por su impacto tanto social como ambiental. ¿Dónde está el contratiempo?

Foto: Molinos de viento en Rio do Fogo (Brasil). Foto: EFE/Neoenergia
Molinos de viento en Rio do Fogo (Brasil). Foto: EFE/Neoenergia

Desde 1978, alrededor de un millón de kilómetros cuadrados de selva amazónica han sido destruidos en Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela, Surinam, Guyana y Guayana Francesa. El motivo es simple: inicialmente fue producto de agricultores de subsistencia que talaron árboles para producir cultivos para sus familias y el consumo local, pero en la última parte del siglo XX, cada vez se ha ido produciendo más deforestación impulsada por actividades industriales (presas, excavaciones en busca de minerales, proyectos de colonización...) y agricultura a gran escala.

Ahora la deforestación en el Amazonas está fuera de control. En 2021 ha alcanzado el nivel anual más alto en una década, según demostró un informe reciente, a pesar de la creciente preocupación mundial por la devastación acelerada de esta emblemática región. Como muestra un botón: solo entre agosto de 2020 y julio de 2021, la selva tropical perdió 10.476 kilómetros cuadrados, un área casi siete veces más grande que Londres, según datos publicados por el instituto de investigación brasileño Imazon que lleva registrando la deforestación del Amazonas desde 2008. Es la peor cifra desde 2012.

¿Qué tienen que ver las renovables con este problema?

A medida que las naciones de todo el globo buscan posicionarse como líderes mundiales en la lucha contra el cambio climático y la transición a las energías renovables, algunas han invertido (y mucho) en la construcción de parques eólicos.

Uno de estos ejemplos es China. En el año más duro de la pandemia, 2020, añadió más capacidad de parques eólicos que el resto del mundo combinado. Una apuesta importante. Sin embargo, este aumento en la demanda de energía eólica requiere materias primas para la construcción de molinos de viento, y resulta que la madera de balsa -con la que se fabrican las aspas de los aerogeneradores- se ha convertido en uno de los mejores materiales para construir turbinas eficientes y ligeras que requieren poca velocidad del viento para producir energía.

Es imperativo que la industria de los aerogeneradores implante medidas estrictas para establecer el origen de la madera empleada

Se necesitan unos 150 metros cúbicos de madera para cada una de las palas de un solo aerogenerador que alcanzan ya los 80 metros de longitud (algunos incluso hasta 100 metros), según cálculos del National Renewable Energy Laboratory de Estados Unidos. Eso es mucha madera. Y no olvidemos que Ecuador es el principal exportador de esta madera con un 75% del mercado global.

Bien preciado: la madera de balsa

Y esta demanda de energía limpia no hace sino provocar una enorme presión en las regiones donde crecen los árboles de balsa como los territorios ancestrales de la Nación Wampís, la Nación Awajún y el Pueblo Shuar Arutam de la Cordillera del Cóndor que abarcan la remota selva amazónica que se extiende a ambos lados de la frontera entre Perú y Ecuador. Estos lugares son tan reclamados porque la madera de balsa crece de forma natural y abundante en las orillas del río. La consecuencia es que la pérdida de bosques ha tenido una tendencia ascendente desde entonces porque la demanda es demasiado alta. Los balseros ilegales -e irregulares- no se lo pensaron ni un instante ante el incremento de la demanda: empezaron a cortar masivamente la madera de balsa virgen que crece en las riberas de los ríos amazónicos y sus islas, como los mencionados anteriormente. Los efectos directos de esta práctica son muy destructivos y palpables.

placeholder Generadores eólicos en Brasil. Foto: EFE/Marcelo Sayão
Generadores eólicos en Brasil. Foto: EFE/Marcelo Sayão

A pesar de los esfuerzos coordinados de los pueblos Shuar y Wampís, la extracción ilegal de madera no se ha detenido. El dinero rápido que puede conseguirse gracias a esta extracción es una tentación constante para todas las personas y familias que viven cerca de la frontera.

Qué hacer

Reducir aún más la deforestación es clave y requiere suficientes incentivos económicos para mantener la cubierta forestal en la Amazonía; esto es, los bosques en pie deben ser más valiosos que la tala para pastos, cultivos o la especulación de la tierra. Lo dramático de la situación es que desde enero de 2019 (coincidiendo con la subida al poder de Jair Bolsonaro en Brasil) la deforestación ha aumentado drásticamente, alcanzando niveles no vistos desde mediados de la década de 2000.

Es imperativo que la industria de los aerogeneradores implante medidas mucho más estrictas para establecer el origen de la madera empleada en las palas de los aerogeneradores y evitar que todo aboque a la deforestación irremisiblemente.

Foto: Protestas de comunidades indígenas brasileñas por la muerte de Paulo Paulino Guajajara, un activista contra la deforestación. (Reuters)

Teniendo en cuenta que estos generadores eléctricos que funcionan convirtiendo la energía cinética del viento en energía mecánica gracias a las grandes hélices, son claves para continuar con el proceso de transición energética que nos permita abandonar el uso masivo de combustibles fósiles en cuanto a producción de energía se refiere, deberían garantizar que, poco a poco, podamos decir que estamos utilizando una energía de origen “limpio”, de verdad.

De nada sirve realizar esta transición energética para “combatir el cambio climático” si se sigue promoviendo la deforestación en la Amazonía. La selva tropical y sus pueblos indígenas están en peligro.

Desde 1978, alrededor de un millón de kilómetros cuadrados de selva amazónica han sido destruidos en Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela, Surinam, Guyana y Guayana Francesa. El motivo es simple: inicialmente fue producto de agricultores de subsistencia que talaron árboles para producir cultivos para sus familias y el consumo local, pero en la última parte del siglo XX, cada vez se ha ido produciendo más deforestación impulsada por actividades industriales (presas, excavaciones en busca de minerales, proyectos de colonización...) y agricultura a gran escala.

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