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Del calor extremo a las DANAS catastróficas: bienvenidos al nuevo clima español
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Del calor extremo a las DANAS catastróficas: bienvenidos al nuevo clima español

Los fenómenos meteorológicos adversos crecen en Europa por el fuerte incremento de las temperaturas, que están aumentando el doble que la media mundial

Foto: Daños causados por la DANA en Toledo (EFE/Ángeles Visdómine)
Daños causados por la DANA en Toledo (EFE/Ángeles Visdómine)

Los científicos que monitorizan la evolución del clima en todo el planeta no dejan de señalar en sus informes que el sur de Europa, y muy especialmente la Península Ibérica, se halla en la 'zona cero' del cambio climático, por lo que los fenómenos meteorológicos extremos no harán sino ir en aumento, tanto en intensidad como en persistencia y recurrencia.

Porque sí, es cierto que olas de calor siempre se han dado en España, pero no tan frecuentes, largas y extremas como las actuales. Y las gotas frías también eran comunes en otoño, pero no desencadenaban episodios tormentosos tan violentos como el que acabamos de vivir, con descargas superiores a los 200 litros por metro cuadrado en el suroeste de la Comunidad de Madrid y aguaceros igualmente intensos, a menudo acompañados de granizo o tornados, en puntos de Navarra, Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana o Andalucía.

placeholder Aspecto de la playa del Postiguet de Alicante tras la DANA. EFE Morell
Aspecto de la playa del Postiguet de Alicante tras la DANA. EFE Morell

El fenómeno comúnmente llamado ‘gota fría’ se corresponde con lo que ahora denominamos como depresión aislada en niveles altos (DANA), y sucede cuando las corrientes que circulan por la atmosfera se ondulan demasiado y dan lugar al desprendimiento de una bolsa en forma de gota -lo que para muchos da lugar al nombre común- que acaba configurándose como una depresión de aire frío y circulación cerrada dispuesta a estallar ante cualquier perturbación, tal y como mostraba un ilustrativo 'post' compartido por el hombre del tiempo de 'Antena 3' Roberto Brasero en X .

En la región mediterránea este fenómeno suele tener lugar a principios de otoño, cuando esas bolsas aisladas de aire frío entran en contacto con el aire recalentado por el mar y se genera una perturbación atmosférica que da paso a grandes tormentas que pueden dar lugar a verdaderas trombas de agua que causan graves daños. Lo que se está comprobando es que la temperatura del Mediterráneo no deja de aumentar (hasta 2 grados por siglo) como consecuencia del cambio climático. Y cuanto más caliente esta el mar, más energía inyecta en la atmosfera en forma de vapor de agua, más fuerte es dicha perturbación, más violentas resultan las descargas y más catastróficos resultan sus efectos.

Una fábrica de tormentas extremas

Este verano la temperatura del agua en el Mediterráneo ha rondado de nuevo los treinta grados centígrados que ya alcanzó el año pasado en Baleares, Alicante, Murcia o Almería, superando la media histórica en más de cuatro grados y marcando el record más alto desde que se tienen registros. Por ello los expertos venían alertando desde hacia tiempo de la posible llegada de una DANA como la que acabamos de sufrir, acertadamente anunciada desde hace días por la Agencia Estatal de de Meteorología (AEMET) y a cuyos graves daños materiales hay que sumar la lamentable pérdida de vidas humanas y aquellos que permanecen desaparecidos.

Foto: La temperatura del agua se dispara. (EFE/Carlos Barba)

En declaraciones a El Confidencial el profesor Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante y uno de los mejores conocedores de las consecuencias del cambio climático en la región mediterránea, no duda en establecer una causalidad entre el cambio climático y la formación de las DANA. “El proceso actual de calentamiento climático -nos explica- tiene efectos también en la circulación atmosférica. Diferentes investigaciones están señalando que en una atmósfera cada vez más cálida se forman más ‘gotas frías’ o DANAS en latitudes medias, precisamente donde está ubicada la península Ibérica”.

placeholder Inundaciones en Escalona del Alberche, Toledo (EFE/Manu Reino)
Inundaciones en Escalona del Alberche, Toledo (EFE/Manu Reino)

Un fenómeno que no va hacer sino ir a más en años venideros. “Desde los años 50 se ha producido un incremento del 15% en el número de DANAS anuales que se instalan en las proximidades de la península Ibérica y eso favorece que se desarrollen más jornadas de fuerte inestabilidad y tormentas en nuestro país. Por tanto, hay una relación muy directa entre ambos procesos.”

Contactado por este diario, el profesor Javier Martín Vide, Catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona y uno de nuestros más expertos climatólogos, afirma que "Si en las próxinas décadas la circulación atmosférica en las capas altas se hiciera menos zonal, es decir, con acusados meandros, ello favorecería la formación de un mayor número de DANA, que, con un sustrato más cálido, podrían ser incluso más violentas".

Adaptación urgente

Respecto a si estamos preparados en España para un aumento de este tipo de fenómenos su respuesta es categórica: “no, no lo estamos”. En la opinión de este experto “tenemos que trabajar muy en serio en los próximos años en acciones de adaptación al cambio climático y a sus extremos atmosféricos asociados. Nuestras ciudades no están preparadas ni para altas temperaturas extremas ni para lluvias torrenciales. Lo que ha sucedido ha sido de nuevo una clara muestra de ello.”

"Con el cambio climático lo que está en juego es nuestra economía y la vida de las personas"

Entre otras medidas, el profesor Olcina vuelve a insistir en que “debemos redimensionar los sistemas de alcantarillado para poder captar las lluvias que están cayendo que cada vez son más intensas o torrenciales. En España hemos mejorado mucho en la predicción meteorológica y en los mecanismos de protección civil, pero nos falta adecuar el territorio (ciudades, actividades económicas) a los efectos cada vez más hostiles del cambio climático.”

Foto: Los megaincnedios que asolan el Mediterráneo están directamente relacionados con el cambio climático. (EFE/Kostas Tsironis)

Unos efectos ante los que ningún gobernante puede argumentar desconocimiento, pues los informes del IPCC van especialmente dirigidos a los policy makers (responsables políticos). “Se trata de poner en marcha planes regionales y locales (municipales) de adaptación que activen medidas concretas a desarrollar para reducir la amenaza del cambio climático. Es una tarea importante la que tenemos que desarrollar y las administraciones deben estar a la altura. En el fondo, está en juego nuestra economía y la vida de las personas.”

Para el doctor Martín Vide "como se ha visto en éstos últimos días, en amplias áreas de nuestro país no estamos preparados para la ocurrencia de un mayor número de estos fenómenos, y menos aún, si sus manifestaciones llegaran a ser más intensas. Una buena ordenación del territorio es la medida más cabal y barata para afrontar estos peligros que, en caso contrario, derivan en elevadas pérdidas económicas y, lo que es aún peor, de vidas humanas".

España cuenta con un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) que establece las medidas que deben ponerse en marcha para promover la acción coordinada frente a los efectos del cambio climático hasta 2030. Otra cosa es que se esté aplicando, algo que va a resultar imposible sin la colaboración de todas las administraciones.

Los científicos que monitorizan la evolución del clima en todo el planeta no dejan de señalar en sus informes que el sur de Europa, y muy especialmente la Península Ibérica, se halla en la 'zona cero' del cambio climático, por lo que los fenómenos meteorológicos extremos no harán sino ir en aumento, tanto en intensidad como en persistencia y recurrencia.

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