Arranca otra cumbre del clima con el mundo cada vez más desconectado del planeta

La ciudad balneario de Sharm el-Sheikh, situada en Egipto, al sur de la península del Sinaí y a orillas del Mar Rojo, acoge desde hoy a los jefes de Estado, ministros y dignatarios de las más de doscientas delegaciones que van a participar en la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27).

Junto a los delegados institucionales, la Cumbre del Clima de Egipto acoge a portavoces de las principales oenegés ecologistas, activistas climáticos, directivos de grandes empresas, representantes de los jóvenes y negociadores de la sociedad civil para volver a intentar activar, un año más, las medidas necesarias para mitigar el avance del cambio climático y hacer frente a sus efectos adversos.

Todo ello en un año en el que se ha producido un notable aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y de las muertes asociadas a la crisis climática, confirmando los peores pronósticos de los expertos y evidenciando que se trata del mayor reto al que se enfrenta la humanidad.

Como señalaba esta misma semana uno de los mayores expertos del mundo en cambio climático, el científico sueco Johan Rockström, la COP27 llega en un momento "realmente sombrío para todos" pues el mundo se encuentra "muy, muy cerca de sufrir cambios irreversibles y el tiempo se está acabando muy, muy rápido". Para evitarlo "todas las naciones deben unir sus esfuerzos, ahora más que nunca desde la Segunda Guerra Mundial, a fin de evitar puntos de inflexión climáticos que provocarían graves daños a la humanidad". Sin embargo, el mismo experto reconocía que las tensiones geopolíticas están hoy en su punto más alto, por lo que las posibilidades de alcanzar un acuerdo unánime en ese sentido son ciertamente remotas.

La ONU apela a la responsabilidad

El ideario de la ONU señala que en las próximas semanas el mundo debe de dejar a un lado sus desavenencias para adoptar medidas en favor del planeta tan urgentes y necesarias como la reducción inmediata de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), fortalecer la resiliencia y la adaptación de nuestras sociedades a las consecuencias, ya inevitables, del cambio climático y cumplir los compromisos de financiación para no dejar atrás a los países en vías de desarrollo, librarlos del desastre climático y ayudarles a que también puedan adaptarse.

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Recordemos que en la pasada cumbre del clima de Glasgow (COP26), celebrada hace ahora un año en la ciudad escocesa, las delegaciones aceptaron la necesidad de incrementar la acción climática para contener el aumento de las temperaturas por debajo de los 1,5 °C, reduciendo para ello las emisiones de GEI en un 45% para 2030. Sin embargo, los planes nacionales de contribución determinada (NDC, por sus siglas en inglés: National Determined Contribution) ya demostraban entonces que las emisiones mundiales de GEI serían en realidad un 16% más altas para esa fecha. Una previsión de aumento que un año después, tras la crisis energética provocada por la invasión rusa de Ucrania, se queda corta.

Tomemos un ejemplo cercano para entender como los objetivos climáticos se están alejando cada vez más. Uno de los países que está demostrando mayor compromiso con la acción climática es España, que desde hace un año cuenta con su propia Ley de Cambio Climático. Dicha normativa establece que las emisiones de GEI deberán reducirse un 23% antes de 2030. Pero la realidad es que las emisiones de GEI aumentaron un 5,1% en 2021 respecto al año anterior y un 14% en los cinco primeros meses de 2022. Una clara muestra de cómo el propósito no deja de chocar contra la realidad.

La Cumbre de Egipto llega en un momento en el que nuestro país, como el resto de la UE, se dispone a implementar el Plan Nacional Integrado de Energía (PNIEC), el instrumento europeo para adoptar los compromisos suscritos con la firma del Acuerdo de París, y Bruselas anuncia nuevos objetivos europeos de reducción de emisiones de GEI a través de las iniciativas FitFor55 de descarbonización de la economía. Pero también en el que intenta evitar el colapso energético mediante las iniciativas recogidas en el plan RePowerEU, muchas de las cuales entran en conflicto con los objetivos climáticos al ralentizar o postergar la desconexión de las energías fósiles.

Así, hemos visto como en apenas un año el mundo ha pasado de promover la implantación de infraestructuras de recarga para vehículos eléctricos, a subvencionar el consumo de carburantes. De descartar el uso del gas natural a interconectar continentes para garantizar su abastecimiento. O de descartar técnicas como la fracturación hidráulica o fracking para la extracción de combustibles fósiles, prohibida en varios países de la UE, entre ellos España, a aceptarla "como animal de compañía" comprándole gas a Estados Unidos obtenido en buena parte mediante dicha técnica.

La crisis se agrava y los objetivos se alejan

A todo ello hay que sumar que, según las previsiones de los propios expertos de la ONU (Informe Brecha de Emisiones 2022, del PNUMA) aunque los compromisos actuales de reducción se cumplieran en su totalidad y se alcanzase ese recorte del 45% para 2030, la temperatura media del planeta se encaramaría por encima de los 2,5 °C de aumento, un nivel que nos conduciría hacia los escenarios menos deseables y de difícil adaptación. Por lo que no solo es que sea necesario cumplir con los objetivos acordados hasta la fecha, sino que debemos aumentarlos para eludir el riesgo de avanzar hacia una situación catastrófica.

Como reconoce la propia presidencia de la COP27, dado que "estamos en una década crítica" ahora más que nunca es necesario impulsar "una acción intensificada sobre el terreno, la implementación total de los compromisos y las promesas y la aprobación de acuerdos adicionales" para cumplir con lo que el mundo acordó en el Acuerdo de París y contener el aumento de la temperatura media del planeta por debajo de los 1,5 °C.

Sin embargo, son pocos los que esperan que en las dos próximas semanas de cumbre climática se logren alcanzar nuevos compromisos de reducción de emisiones. En lo que sí se podrían producir avances es en el terreno de la justicia climática, un punto en el que la Cumbre de Glasgow se quedó atascada.

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Los países del tercer mundo, encabezados por las delegaciones africanas, aprovecharán que juegan en casa para que se atiendan las peticiones de quienes se están viendo más afectados por la crisis climática y se habiliten de una vez por todas los fondos destinados a prepararse, por una parte, a lo que se les viene encima (olas de calor más intensas y frecuentes, huracanes cada vez más devastadores, inundaciones y sequías, subida del nivel del mar, etc.), y a transitar hacia una economía baja en carbono que les permita a ellos también cumplir con el Acuerdo de París.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, planteará en esta cumbre elevar la cuantía del fondo de adaptación que deben aportar los países más desarrollados (responsables del 75% de las emisiones de GEI), pasando de los 100.000 dólares anuales a los 350.000 millones. El objetivo es evitar lo que el propio Guterres ha definido como la "carnicería climática" que se cierne sobre los países más vulnerables.

Atención especial al Mediterráneo

Una de las novedades que aporta la cita de Egipto es que por primera vez en la historia de las cumbres climáticas, se destinará un pabellón entero a los efectos del cambio climático en la región mediterránea. El objetivo de esta derivación es destinar un espacio concreto a estudiar los desafíos que enfrenta la región y validar las innovadoras medidas de adaptación y mitigación que ya se están desarrollando en los diferentes países de la cuenca.

También se analizará el resultado de las iniciativas impulsadas desde la sociedad civil para evaluar las medidas de adaptación y mitigación en la UE que están contribuyendo a asumir su ambicioso reto climático, como el recién concluido (2019-2022) proyecto Life Unify, liderado por la red europea de acción climática CAN Europe, junto con diez de las principales oenegés ambientalistas, entre ellas la española SEO/Birdlife.

El mundo no puede permitirse el lujo de perder otra oportunidad de acuerdo para eludir los peores pronósticos climáticos

El hecho de que la cumbre se celebre en Egipto ha sido criticado por algunas organizaciones ambientales que acusan al país de mantener una doble moral al albergar una COP mientras refuerza sus inversiones en nuevos yacimientos de petróleo y gas en el Mediterráneo. Desde Ocean Care denuncian que, mientras se discuten las medidas para impulsar las renovables y reducir el uso de los combustibles fósiles, paso imprescindible para atajar las emisiones de GEI, las principales petroleras del mundo, como British Petroleoum, QatarEnergy, la italiana Eni o la estadounidense Chevron, estarán prospectando nuevos yacimientos gracias a la autorización de Egipto.

A pocas horas de la jornada inaugural, el secretario general de la ONU, António Guterres, denunciaba el "alocado incremento de emisiones que está provocando la crisis energética" y hacía un llamamiento a todos los participantes para lograr que la "COP27 sirva para reconstruir la confianza y restablecer la ambición necesaria para evitar llevar a nuestro planeta al precipicio climático". Solo cabe esperar que las delegaciones sean capaces de asumir su responsabilidad y situar al planeta en el centro de las negociaciones.

Se puede consultar aquí el programa completo de la cumbre.