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Cataluña se queda sin agua: la lluvia no llega y los embalses caen a mínimos históricos
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Situación de emergencia por sequía

Cataluña se queda sin agua: la lluvia no llega y los embalses caen a mínimos históricos

Con las reservas a punto de descender por debajo del 19%, la Generalitat se prepara para declarar el escenario de emergencia y concentrar todos los esfuerzos en atender la demanda de agua de boca de la población

Foto: El río Muga a su paso por el Pont de Riambau, en la provincia de Girona (EFE/D.Borrat)
El río Muga a su paso por el Pont de Riambau, en la provincia de Girona (EFE/D.Borrat)

Mientras la mayoría de los pantanos del resto de cuencas hidrográficas enlazan dos semanas de lenta, pero constante remontada, las reservas de agua embalsada en las cuencas internas de Cataluña siguen cayendo en picado y, tras perder casi medio punto en la última semana, están a punto de descender por debajo del mínimo histórico.

En el distrito fluvial de las cuencas internas de Cataluña se concentra el 90% de la población catalana y, al contrario que ocurre en las cuencas catalanas del Ebro, donde la práctica totalidad de la demanda se destina a regadío, aquí el 72% de la demanda es urbana, incluyendo la de la gran Área Metropolitana de Barcelona, con 5,5 millones de habitantes.

Foto: El pantano de Sau, en Barcelona, al 16% de su capacidad. (EFE/D. Borrat)

A uno de noviembre, los embalses de las cuencas internas de Cataluña se encuentran al 19,3% de su capacidad total, una cifra inferior a la registrada durante la última gran sequía que sufrió la comunidad, la de 2008, cuando las reservas descendieron hasta el 21,1%. De hecho, el dato se queda apenas a dos décimas de igualar el peor registro histórico, correspondiente al año 1989, cuando los embalses cayeron hasta el 19,1% de su capacidad.

placeholder La mayoría de ríos catalanes se han secado por la falta de lluvias (EFE/D.Borrat)
La mayoría de ríos catalanes se han secado por la falta de lluvias (EFE/D.Borrat)

La situación es incluso peor que la que se sufrió el año pasado, clasificado como muy cálido y seco por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y cuando Cataluña ya estaba oficialmente con el semáforo de la sequía en amarillo, es decir, en situación de alerta. El uno de noviembre de 2022 los embalses estaban al 36,48%: 17 puntos por encima del nivel actual. Pero es que si atendemos a lo que indica la media histórica para esta época del año, los pantanos de las cuencas internas de Cataluña deberían estar al 67,5%: nada más y nada menos que 48 puntos por encima.

Las lluvias no se acuerdan de Cataluña

Para recuperar ese nivel debería empezar a llover sin parar durante las próximas semanas en toda la comunidad, especialmente en las cabeceras de los ríos. Pero el paso de las últimas borrascas, que han regado de manera abundante buena parte de España, muestra una inquietante tendencia a rodear toda la Península sin llegar al noreste, por lo que si esas tendencias no mejoran, los pantanos podrían caer por debajo del 19% en los próximos días.

Ante este escenario, la Generalitat está empezando a preparar las medidas para poner el semáforo de la sequía en rojo y declarar por primera vez la situación de emergencia en el sistema Ter-Llobregat, que abastece a la AMB, antes de las fiestas navideñas. Un escenario que se activa cuando el nivel cae hasta el 16% de las reservas y que, además de restringir al mínimo las dotaciones para el resto de consumos, podría llegar a fijar una dotación máxima de 160 litros por habitante y día en las ciudades.

placeholder El pantano de Sau se sitúa al 16% de su capacidad, y bajando (EFE/Siu Wu)
El pantano de Sau se sitúa al 16% de su capacidad, y bajando (EFE/Siu Wu)

Actualmente, y según los datos de la Agencia Catalana del Agua, el consumo medio de agua potable en la AMB es de 165 litros hab/dia, es decir, ligeramente superior a la dotación que establecerían las restricciones. En la ciudad de Barcelona por ejemplo es de 178 litros hab/dia, en Sant Cugat del Vallés o Montcada i Reixac sobrepasan los 200. Más allá de la AMB la mayoría de los municipios que se abastecen del sistema Ter-Llobregat superan de largo esa demanda doméstica, incluídas grandes ciudades como Terrassa o Granollers. Es más: existen municipios cuyo consumo por hab/dia dobla la dotación prevista, por lo que la adaptación sería brusca.

Tirando de agua regenerada y desalada

La situación podría ser mucho peor si no fuera por el importante auxilio que están aportando los recursos hídricos no convencionales. Actualmente alrededor de una tercera parte del agua que se consume en Cataluña es regenerada o desalinizada. Una proporción que podría aumentar hasta llegar a atender casi la mitad del suministro gracias a la construcción de la nueva estación desalinizadora de Tordera, aprobada por el Consejo de Ministros en mayo, y las cerca de treinta nuevas plantas de regeneración previstas en la cuenca Ter-Llobregat.

placeholder Desalinizadora del Baix Llobregat, en Barcelona (EFE A.García)
Desalinizadora del Baix Llobregat, en Barcelona (EFE A.García)

Hay que recordar que, más allá de los usos tradicionales en el sector agrícola, industrial y urbano (como el baldeo de calles o las fuentes ornamentales), el agua regenerada también se está empleando para la recarga de acuíferos y la recuperación del caudal de los ríos, por lo que en buena medida también está ayudando a garantizar el suministro de agua de boca a los hogares y podría contribuir a paliar la difícil situación prevista para los próximos meses si no empieza a llover mucho, pronto y de manera repartida.

Mientras la mayoría de los pantanos del resto de cuencas hidrográficas enlazan dos semanas de lenta, pero constante remontada, las reservas de agua embalsada en las cuencas internas de Cataluña siguen cayendo en picado y, tras perder casi medio punto en la última semana, están a punto de descender por debajo del mínimo histórico.

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