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Tres ex-Garrigues lanzan la Asociación de Abogacía Consciente: "Hay mucha desilusión"
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Iniciarán su actividad en octubre

Tres ex-Garrigues lanzan la Asociación de Abogacía Consciente: "Hay mucha desilusión"

Los impulsores del movimiento lamentan la deriva que ha sufrido la profesión, centrada únicamente en la búsqueda de beneficios, y llaman a recuperar su esencia humanista

Foto: Simone Guaglianone, Arantza Tobaruela, Alexandra Sin y Alba Rocosa, fundadores de la Asociación de Abogacía Consciente.
Simone Guaglianone, Arantza Tobaruela, Alexandra Sin y Alba Rocosa, fundadores de la Asociación de Abogacía Consciente.
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"Una invitación a la recreación de la abogacía en el nuevo paradigma. Una llamada a llevar la ampliación de la consciencia a nuestra profesión. Un espacio de reflexión sobre la honestidad, la coherencia, la valentía y la paz". Este es el mensaje que lanzan los letrados Alba Rocosa, Alexandra Sin, Arantza Tobaruela y Simone Guaglianone. Los cuatro ejercen en Barcelona y suman una larga trayectoria en todo tipo de bufetes: desde grandes estructuras del ámbito de los negocios, como Garrigues o Fieldfisher, hasta firmas de pequeño tamaño. Ahora, han decidido unirse para fundar la Asociación de la Abogacía Consciente, un proyecto de reciente creación que pretende cambiar la forma en la que los profesionales ejercen el oficio. El objetivo, indican, es claro: devolver a la profesión de abogado su esencia humanista, que ha sido sustituida por una visión puramente lucrativa centrada únicamente en los beneficios.

La meta de la asociación, que arrancará oficialmente su actividad este octubre, es dar a conocer lo que denominan "abogacía consciente". Este concepto defiende que los letrados no deben centrarse únicamente en los aspectos legales de un asunto, sino también en otros aspectos que pueden ayudar a resolver un conflicto. "La abogacía consciente propone que los abogados desarrollemos nuestra capacidad natural de observar al ser humano entre sus diferentes dimensiones, como la física, la mental, la emocional, la relacional, la transpersonal y la espiritual", indican. Es decir, que el letrado sea capaz de analizar en un conflicto cuáles son las verdaderas pretensiones de las partes y promueva una solución verdaderamente satisfactoria.

"Hoy en día, mucha gente piensa que los abogados la lían más. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Es terrible", indica Tobaruela, que defiende una forma de ejercer que favorezca el acuerdo. En líneas similares se expresa Guaglianone. "En un pleito entre hermanos por una herencia, el conflicto no se resuelve porque tu cliente gane el pleito, porque la relación, independientemente de cómo falle el juez, se ha roto. La labor del abogado quizás no es buscar una sentencia favorable, sino llegar a un acuerdo que, aunque no sea un win win, logre que las personas se levanten de la mesa con la disputa resuelta", razona.

Foto: Acto de inauguración del Junior Law School en diciembre de 2021.

Según explican los fundadores, el organismo pondrá el foco en cuatro grandes bloques. El primero, de formación, en el que se impulsarán cursos para dar a conocer herramientas y las metodologías existentes para desarrollar esta visión del ejercicio de la profesión. Segundo, investigación, que indagará la adaptación de esta práctica a cada especialidad jurídica. En tercer lugar, lo que han bautizado como círculos de escucha consciente; es decir, espacios en los que los letrados puedan compartir sus experiencias. Y, por último, una pata de eventos, que incluirá charlas en las universidades. "Queremos que el abogado aprenda a conocerse, a manejar sus relaciones. Porque si tú no estás bien, no puedes ayudar al otro", resumen. Además, también pretenden organizar un Congreso Internacional de la Abogacía Consciente. "Aunque eso es un proyecto a medio plazo", matizan.

La idea de la iniciativa vino, inicialmente, de Alba Rocosa y Alexandra Sin. "Nos conocíamos de haber coincidido varios años en Garrigues. Ambas entramos en 2012, yo en el departamento de laboral y ella en procesal", describe la primera. Sin embargo, tras varios años pasando por diferentes despachos, ambas decidieron iniciar sus propios proyectos, ya que la vida de los bufetes no les terminaba de convencer. Y no por una cuestión de horarios o presión, matiza, sino por el enfoque que se hace del trabajo. "Parece que para ser buen abogado tienes que ser un tiburón. Y esa no era mi visión", aclara. En líneas similares se expresa Sin. "Me gustaba muchísimo lo que hacía, pero la idea que tenían de la profesión me generó mucho descontento, hasta el punto de querer dejarlo. Veía que mis oportunidades se estaban limitando por arriba y que cualquier propuesta no se tenía en cuenta", detalla.

Foto: Foto: iStock.

En mayo de 2022, lanzaron un canal de YouTube al que bautizaron Abogacía y Consciencia en el que entrevistaban a diferentes figuras del sector que compartían una visión similar a la suya. La idea, relatan, era dar a conocer proyectos que inspirasen a otros profesionales con ese mismo sentimiento de vacío. En uno de estos capítulos conocieron a Arantza Tobaruela, una abogada con más de 25 años de experiencia también en Garrigues. "Era la responsable del área de Empresa Familiar, una práctica algo peculiar dentro del despacho. Yo me podía permitir un enfoque mucho más cercano, más humanista, ya que trabajaba con familias. Pero era algo que a veces costaba mucho entender", reflexiona.

Ahora bien, la letrada insiste en que su movimiento no pretende hacer una crítica exclusiva al modelo de los grandes despachos, sino al sector en general. "Esto ocurre tato en grandes firmas como en pequeñas. No hay malos ni buenos en la abogacía, es que se ha perdido la vocación. Y hay que recuperar ese propósito", asegura. Buen ejemplo de ello es la experiencia de Simone Guaglianone, el último en unirse al proyecto. Su experiencia es ligeramente distinta a la de sus compañeras, ya que no ha llegado a ejercer en grandes firmas. "No he sufrido ese estrés y no me he quemado. De hecho, mis jefes eran personas muy amables y tenía mucha libertad", asegura.

A pesar de ello, el letrado también acabó por experimentar una sensación de vacío interior fruto de un desajuste entre lo que esperaba de la profesión y lo que realmente era. "Yo estudié Derecho por vocación, porque creía en el sentido de la justicia, en la paz. Pero la realidad del mercado laboral es muy distinta. Como abogado, te conviertes un mero proveedor de servicios y empiezas a ver al cliente, ya no como persona, sino como un cajero automático. Y llega un momento en el que, aunque no tengas presión de nadie, por dentro pierdes la ilusión", lamenta.

Foto: Representantes del CGAE, Demoscopia y la Fundación Wolters Kluwer, en la presentación del 'XVI Informe del Observatorio de la Justicia gratuita'.

Aunque apenas acaban de iniciar su andadura, los cuatro abogados aseguran que, por el momento, el recibimiento del proyecto en el sector ha sido bueno, aunque son conscientes de que surgirán los detractores. "Sabemos que hay gente que no comparte para nada esta visión de la abogacía o no la entiende. También nos han comentado que lo que defendemos es una utopía, que la realidad es que todos estamos amargados", señala Rocosa. En todo caso, admiten que se trata de un trabajo a largo plazo que requerirá de una aproximación lenta y calmada, aunque Tobaruela espera que la pasión sea "contagiosa". "Hay que empezar a ser creativos en la abogacía, perder el miedo a romper esquemas", zanja.

"Una invitación a la recreación de la abogacía en el nuevo paradigma. Una llamada a llevar la ampliación de la consciencia a nuestra profesión. Un espacio de reflexión sobre la honestidad, la coherencia, la valentía y la paz". Este es el mensaje que lanzan los letrados Alba Rocosa, Alexandra Sin, Arantza Tobaruela y Simone Guaglianone. Los cuatro ejercen en Barcelona y suman una larga trayectoria en todo tipo de bufetes: desde grandes estructuras del ámbito de los negocios, como Garrigues o Fieldfisher, hasta firmas de pequeño tamaño. Ahora, han decidido unirse para fundar la Asociación de la Abogacía Consciente, un proyecto de reciente creación que pretende cambiar la forma en la que los profesionales ejercen el oficio. El objetivo, indican, es claro: devolver a la profesión de abogado su esencia humanista, que ha sido sustituida por una visión puramente lucrativa centrada únicamente en los beneficios.

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