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La exposición de la nostalgia: estos son los rótulos de los comercios de Madrid con los que te criaste
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La exposición de la nostalgia: estos son los rótulos de los comercios de Madrid con los que te criaste

El colectivo Paco Graco visita CentroCentro hasta marzo del 2024 para exponer 150 letreros que no hace tanto iluminaron Madrid. La muestra es un recorrido sentimental por los negocios de barrio abiertos entre los años 70 Y 90

Foto: El histórico cartel de El Diamante. (Cedida)
El histórico cartel de El Diamante. (Cedida)

Jacobo Cayetano veía cómo la tienda de fiambres de su barrio, Tirso de Molina, dejaba de ser la tienda de fiambres de su barrio. Atraído por el viejo y experimentado letrero que anunciaba la presencia del local, se acercó a los obreros que trabajaban laboriosamente en aquel entierro invisible de otro comercio de toda la vida. Les pidió que le dieran ese letrero. Se lo rogó. Se lo repitió. Al final, aquel rótulo decoraba una esquina de un roñoso cubo de la basura. Cayetano lo recogió. Así empezó un colectivo, junto a otros artistas, Paco Graco, y una colección que ya supera los dos centenares de ejemplares. Hasta el 10 de marzo de 2024, 150 de ellos se exponen en CentroCentro.

Alejados de la nostalgia tan facilona que brota en este tipo de citas, Paco Graco ha confeccionado un recorrido sentimental por nuestros barrios, por lo que veíamos, por los nombres que acompañaron en el porvenir de varias generaciones. Nombres que, ahora, vuelven a nuestra mente: los cines Canciller, Fajas Ruiz, Mundo Fantástico, Doña Zapatilla, Casa Benítez.

No va a quedar nada de todo esto es el título de la muestra. No se equivocan. "Siempre tenemos la presunción de que el patrimonio debe protegerse. Vivimos con esa asunción de que algo dejarán en pie, pero no. En general, nadie quiere que se proteja el patrimonio, ni las Administraciones públicas, ni la ciudadanía", explica Alberto Nanclares, integrante de Paco Graco.

El colectivo sabe muy bien que las ciudades cambian, y que el Madrid que conocieron las personas de hace 40 años no es el mismo Madrid que ahora puede conocerse. "Tienes un local centenario, con una fachada reconocible por todo el mundo, y llegas con tu negocio de franquicia y pones la tuya. Es bastante improbable que la nueva fachada sea más reconocible que la heredada", ahonda en la cuestión el propio Nanclares. Este patrimonialista acérrimo de los letreros confeccionados entre los años 70 y los 90 aclara que esta colección no es más que "una reivindicación del individuo en la ciudad".

placeholder Panorámica de la exposición y sus rótulos. (Cedida)
Panorámica de la exposición y sus rótulos. (Cedida)

A decir verdad, los migrantes y sus comercios son los pocos ejemplos que quedan de nombres propios en las calles madrileñas. "Ese Pepe que llegaba de Extremadura y montaba su bar en Madrid. El Bar Pepe. Ahora todo son marcas, con colores estandarizados, iguales unas a otras. Los migrantes son los herederos de aquello que hicieron nuestros padres y abuelos, que llaman a su tienda Xin Lee, por ejemplo", desarrolla el artista.

La exposición que alberga CentroCentro pretende reconstruir no una época, sino una actitud. "No tenemos ningún problema con los nuevos negocios y estéticas, siempre que tengan ese deseo y vocación de permanecer y significar", dice el integrante de Paco Graco. Además, la muestra es una suerte de prueba de cómo la calle hace la vida. Nanclares lo explica: "Hemos conseguido tantos rótulos, simplemente, andando por la calle. Algunos te los encuentras ya en la basura, pero otros llegan de establecimientos que te enteras de que van a cerrar, y eso solo puedes llegar a saberlo conociendo a la gente que los lleva. Saliendo a andar por tu barrio, tomando el barrio".

placeholder El cartel de la cafetería-cervecería Zahara. (Cedida)
El cartel de la cafetería-cervecería Zahara. (Cedida)

De esta forma, Paco Graco propone lo que Nanclares denomina "paisaje urbano habitable". No es una muestra de objetos, ni mucho menos, sino una atmósfera nueva, un borrador de una nueva ciudad posible en la que las personas vuelvan a tomar el protagonismo. "Pretendemos hablar del futuro, no del pasado. Y queremos hacerlo a través de esos rótulos especiales, únicos, irrepetibles. A través de rótulos que a cada uno le toquen la fibra", repite el artista.

Echar la vista atrás

Al fin y al cabo, es curioso ver cómo un rótulo de Philips vale más que el de Fajas Ruíz o Casa Benítez. "Nosotros no exponemos marcas, pero sí objetos con los que la gente se relaciona. Los ve y recuerda cómo iba con su madre a comprar a esa tienda, o las meriendas que se tomaba en aquel bar", añade el miembro de Paco Graco.

En este ciclo de existencia del colectivo, pues Paco Graco nació en 2016, les ha dado tiempo a recuperar hasta 200 letreros que ahora guardan en una nave de la familia de Cayetano, fuera de la capital. Así enfoca su futuro Nanclares: "Creemos que merece la pena pensar un poco hasta dónde hemos llegado y hasta dónde podemos ir. Si no lo hacemos, llegaremos al infinito y acabaremos recopilando rótulos de tiendas que ya hemos visto abrir, y eso es lo que no queremos que suceda".

Conexión emocional con los rótulos

Laura Arribas es integrante de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico y ayuda a Paco Graco con el montaje de la muestra. La Red cuenta con 40 nodos en 20 ciudades repartidas por toda la Península: "Yo estoy en el montaje y recuerdo muchos de haberlos visto por la calle, incluso haber comprado en esas tiendas o haber ido a esos cines", ejemplifica.

placeholder El cartel de la jamonería El Serrano. (Cedida)
El cartel de la jamonería El Serrano. (Cedida)

Ella incide en despejar cualquier duda sobre el motivo por el que recuperan los rótulos y letreros. A tenor de lo expresado por Arribas, mucha gente piensa que lo hacen por una cuestión estética, pero no. "Hay rótulos que no son especialmente bonitos desde el punto de vista artístico, pero tienen mucha carga sentimental para muchas personas y barrios", afirma. Es decir, no solo coleccionan y atesoran aquellos con leones fantásticos y vistosos, o los que están pintados a mano con gran valor artesanal, también lo hacen con aquellos de "plástico feucho", tal y como los llama la propia Arribas.

Aunque apenas han podido presenciar la muestra en todo su esplendor, esta activista en defensa del patrimonio gráfico ya sabe qué cuchicheos se escucharán por las salas. "Que si iba con mi abuelo a este bar, que si en este cine conocí a mi primer novio, que si aquí venía con mi madre cuando era pequeña… Son objetos capaces de crear una conversación muy interesante porque mucha gente tiene historias personales asociadas a ellos", reitera Arribas. La parte gráfica de nuestra memoria tiene ese poder indescifrable. Vemos algo, se nos presenta una imagen, y somos capaces de oler una situación, escuchar un lugar. Es importante ir a ver la exposición, sobre todo porque, mal que nos pese, tienen razón. Porque no va a quedar nada de todo esto.

Jacobo Cayetano veía cómo la tienda de fiambres de su barrio, Tirso de Molina, dejaba de ser la tienda de fiambres de su barrio. Atraído por el viejo y experimentado letrero que anunciaba la presencia del local, se acercó a los obreros que trabajaban laboriosamente en aquel entierro invisible de otro comercio de toda la vida. Les pidió que le dieran ese letrero. Se lo rogó. Se lo repitió. Al final, aquel rótulo decoraba una esquina de un roñoso cubo de la basura. Cayetano lo recogió. Así empezó un colectivo, junto a otros artistas, Paco Graco, y una colección que ya supera los dos centenares de ejemplares. Hasta el 10 de marzo de 2024, 150 de ellos se exponen en CentroCentro.

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