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La otra gran amenaza del Madrid vaciado: "Nuestro enemigo es la burocracia"
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La otra gran amenaza del Madrid vaciado: "Nuestro enemigo es la burocracia"

En la Comunidad hay pueblos diminutos que temen desaparecer en los próximos años. La Acebeda (61 censados), La Hiruela (75) o Puebla de la Sierra (84) son algunos. Denuncian una dificultad común: "Si es que hasta compartimos secretaria"

Foto: Una calle vacía de La Hiruela, en la Comunidad de Madrid. (Cedida por el Ayuntamiento)
Una calle vacía de La Hiruela, en la Comunidad de Madrid. (Cedida por el Ayuntamiento)

Cuando se habla de la España vaciada pocos piensan en Madrid. Pero fuera de la capital hay pueblos con serias dificultades para desatascar sus censos, bajo mínimos desde hace años. Muchos municipios de la Sierra Norte apenas alcanzan el centenar de habitantes. Con el tiempo, ven cómo pierden residentes mientras no ganan suficientes vecinos como para invertir las tornas. Lo habitual es que sean personas mayores las que habitan estos lugares, lejos del ajetreo de la gran ciudad. Así que hay localidades que afrontan un riesgo real de desaparición, que asumen incluso sus propios alcaldes o alcaldesas.

Es el caso de Madarcos (63 habitantes); La Hiruela (75) o Puebla de la Sierra (81). Pero, lejos de lo que muchos pensarían a primera vista, el gran temor para sus administraciones no es el envejecimiento: "Nuestro enemigo es la burocracia". Estas palabras las pronuncia al otro lado del teléfono el alcalde de La Acebeda, el pueblo madrileño con menos residentes (61) y más opciones de desaparecer de aquí a unos años. Gustavo Martín lleva pocos meses al frente de este Ayuntamiento, en el que apenas trabajan dos personas fijas en plantilla, un auxiliar y una persona de mantenimiento. Su próximo objetivo, cuenta, será hacerse con un secretario en el Consistorio aunque haya que compartirlo con otros pueblos de alrededor, como es habitual en zonas despobladas. Aunque el plan a medio y largo plazo es más ambicioso: acabar con los excesos burocráticos para las administraciones pequeñas.

placeholder Vecinos de La Acebeda, en Madrid, disfrutan de una mañana al sol. (Cedida)
Vecinos de La Acebeda, en Madrid, disfrutan de una mañana al sol. (Cedida)

Ayudas públicas, subvenciones, planes específicos dirigidos a repoblar las zonas más raquíticas, fondos europeos... Todos esos caminos llevan horas, días y hasta meses de trámites que a veces uno o dos funcionarios no pueden realizar a tiempo. Y esto es, sin duda, lo que más ha sorprendido a Martín desde que comenzó a ejercer como alcalde. "Lo que no es normal es que toda esa cantidad de burocracia sea la misma para un pueblo de 60 habitantes que para uno de 10.000", resuelve, elevando a máxima prioridad el reducir los tiempos y pasos necesarios para adquirir bonificaciones o inversiones con las que poder crecer: "Es estar todo el día pendiente de los programas nuevos, de los requerimientos... Así es imposible".

No es el único en quedar perplejo ante el alcance del problema. El alcalde de La Hiruela, Antonio Viedma, también pide menos burocracia. Reconoce que hay ayudas prácticamente directas para paliar la despoblación y promover el reequilibrio territorial, la mayoría relacionadas con proyectos europeos, entre los que menciona los fondos energéticos que se gestionan a través del IDAE, el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía. Pero recalca que para la mayoría hace falta algo más que solo justificarlas, y es entonces cuando han de inscribirse o seguir el proceso con recursos propios. "Tenemos un administrativo para todo el Ayuntamiento y para esto hace falta personal muy técnico, así que reconozco que a veces vamos justitos", expone.

Foto: El pueblo de Madarcos, en la Sierra Norte de Madrid, de los más despoblados de la región.

Además de este administrativo, tienen una secretaria que solo acude un día a la semana. Los otros cuatro está en otro consistorio cercano, el de Montejo de la Sierra, con quienes comparten a esta trabajadora. Su modesta plantilla la completa una tercera persona, un guía turístico al que tienen contratado como fijo-discontinuo. Hay otra empleada a la que quieren estabilizar para tareas de ayuda a domicilio a los abuelos y personas con limitaciones físicas, y ocurre lo mismo con otro puesto de mantenimiento. Al final, todo son limitaciones a la hora de impulsar proyectos que aporten vida y ajetreo al pueblo o que lo hagan atractivo para nuevos residentes. El propio alcalde llegó hace 11 años "movido por hallar un lugar en el que estar a gusto fuera del bullicio o tener una convivencia más cercana con la gente". Eso fue lo que encontró.

"Ahora quiero devolverles el favor a los vecinos que tan bien me acogieron y demostrar que La Hiruela puede ser un gran sitio para vivir. Solo necesitamos más apoyo", resume. Y es que no solo han de abastecer a las personas que están censadas. También a las que van y vienen. En este sentido, Viedna distingue dos tipos de población en estos lugares tan recónditos: la que vive allí entre semana y la que no. "De lunes a viernes no es que estemos vacíos del todo, pero hay vecinos que trabajan fuera y solo vienen a dormir o quienes tienen una casa para echar el fin de semana y viajan solo de viernes a domingo. Son dos formas de vivir distintas, pero hay que ofrecerles servicios a todos", admite el regidor.

Faltan niños

En Madarcos, que hasta hace poco era el más despoblado de los municipios madrileños –lo superó La Acebeda– las perspectivas no son muy distintas. Su alcaldesa, sin embargo, se muestra muy optimista y dice tener claro que ella volvería a elegir vivir allí. Incluso a sabiendas de las "dificultades" que conlleva. Eva María Gallego, como así se llama, reconoce que a veces "es muy complicado" vivir en un lugar tan pequeño –por la falta de servicios básicos in situ, opciones culturales o laborales, escasa vivienda...– pero cree que también es duro para muchos el pasar los días en la ciudad. "El cómo afrontas las dificultades es algo que está dentro de ti", valora.

placeholder En las zonas rurales es más fácil conocer a quien tienes al lado. (Cedida)
En las zonas rurales es más fácil conocer a quien tienes al lado. (Cedida)

El último de los alcaldes consultados es Pedro Bautista Sánchez, que gobierna en el sitio en el que nació su mujer y donde ahora él lleva más de 45 años. "Lo más curioso de Puebla de la Sierra es que la media de edad es más baja que en otros municipios con tan pocos habitantes", cuenta. Aunque el censo es casi el doble, son "unas 50 o 60 personas" las que viven allí de forma permanente. De todas ellas, al menos una treintena están por debajo de los 45 años. Pero lo que más escasea, tanto en este como en el resto de localidades mencionadas, son los más jóvenes. "Tenemos la suerte de decir que aquí viven una niña y dos adolescentes, porque en muchos pueblos vecinos no hay ni uno".

La falta de servicios básicos próximos al pueblo, como colegios, institutos, ambulatorios o comercios, es de los grandes inconvenientes que frenan a mucha gente que duda si mudarse o no a estos lugares. Pero sus alcaldes no pierden la esperanza. No les queda otra, pues la otra opción es desaparecer. "Esta es la vida que muchos han elegido y no tenemos por qué dejarla morir", concluye el regidor de Puebla de la Sierra.

Cuando se habla de la España vaciada pocos piensan en Madrid. Pero fuera de la capital hay pueblos con serias dificultades para desatascar sus censos, bajo mínimos desde hace años. Muchos municipios de la Sierra Norte apenas alcanzan el centenar de habitantes. Con el tiempo, ven cómo pierden residentes mientras no ganan suficientes vecinos como para invertir las tornas. Lo habitual es que sean personas mayores las que habitan estos lugares, lejos del ajetreo de la gran ciudad. Así que hay localidades que afrontan un riesgo real de desaparición, que asumen incluso sus propios alcaldes o alcaldesas.

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