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El inesperado auge de la Sierra Pobre de Madrid: "Las casas libres no duran ni 15 días"
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El inesperado auge de la Sierra Pobre de Madrid: "Las casas libres no duran ni 15 días"

Casi todos los municipios de la comunidad han sumado población en los últimos cinco años, pero son tres pueblos en la zona oriental de la Sierra Norte los que copan el ranking de crecimiento

Foto: Una de las plazas de La Acebeda, en la Sierra Norte de Madrid, otro pueblo que también ha crecido en población.
Una de las plazas de La Acebeda, en la Sierra Norte de Madrid, otro pueblo que también ha crecido en población.

Son las cinco de la tarde y en Navalafuente ya están de celebración. Los niños se persiguen y se disparan con pistolas de agua, los padres beben botellines de cerveza helados y los operarios ultiman un escenario para 400 espectadores para celebrar el día de San Bartolomé, patrón del pueblo. Y, aunque ellos no lo saben, los 1.511 habitantes de este pequeño pueblo también tienen otro motivo para festejar: Navalafuente se ha convertido en el segundo municipio que más población absorbe en proporción de toda la Comunidad de Madrid.

"Es bestial la cantidad de gente que nos llama y pregunta por casas en el pueblo", explica Miguel Méndez Martiañez, alcalde de Navalafuente, apoyado en la barra de bar Los Ángeles mientras apura su café. Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), este pueblo tiene ahora un 25% más de vecinos que hace un lustro. Begoña de la Fuente, responsable del padrón, lo confirma. "Desde hace 10 años viene más gente a los pueblos de la sierra norte, pero diría que desde 2019 es una locura. "¡Los jóvenes se casan y se quedan en nuestro pueblo!".

Entre 2015 y 2020, la Comunidad de Madrid creció un 5,3%: la región ganó más de 300.000 habitantes en ese periodo. Casi todos los municipios de la comunidad han sumado población, pero son tres pueblos de la Sierra Norte los que copan el 'ranking' de crecimiento: Robregordo, Navalafuente y El Berrueco. El primero, aunque ha crecido un 35%, está entre los menos poblados de la comunidad, con 65 habitantes, que en 2015 eran 48.

Foto: Dos personas, paseando por el pueblo madrileño de La Acebeda. (M. Z.)

Los datos son a fecha de 1 de enero de 2020, por lo que el 'efecto pandemia' no queda reflejado en estas variaciones de población, pero según cuatro ayuntamientos de la sierra norte contactados esta dinámica no ha hecho más que acrecentarse. Las cifras recogidas sí muestran, en cambio, que no son pocos los pueblos de la sierra norte que llevan ya al menos cinco años ganando habitantes poco a poco.

"Ha venido a vivir gente joven de 30 o 40 años para trabajar en Alcobendas o San Sebastián de los Reyes porque aquí las casas son más baratas, vives en naturaleza y, dependiendo del pueblo de la sierra norte de Madrid, tampoco estás tan lejos en coche", explica Méndez Martiañez, quien insiste en que esos trayectos no superan los 20 o 25 minutos en coche. "Nos llaman casi todas las semanas preguntando por casas libres, pero ahora mismo no hay ninguna en venta. Cuando se pone una, no dura ni 15 días".

Sierra Pobre vs. Sierra Rica

Esta zona de la Sierra Norte de Madrid antiguamente se conocía como la Sierra Pobre. El apelativo se daba en contraposición con la Sierra Rica, la zona oeste de la cordillera donde están municipios como Moralzarzal, Navacerrada o El Escorial, con un PIB per cápita mucho más alto. Las malas comunicaciones de la Sierra Norte con la capital, una población cada vez más envejecida y su falta de oportunidades económicas hacían prever un futuro negro para la región, que durante décadas perdía habitantes.

Sin embargo, en los últimos años, con la activación económica del polo empresarial del norte de Madrid, atrás quedan los días que esta sierra hacía suyo el apelativo de pobre. Esto ocurre sobre todo en los pueblos situados en el noreste, cerca de la carretera de Burgos y de lugares de trabajo como Alcobendas, San Sebastián de los Reyes o San Agustín de Guadalix. Por el contrario, como se puede observar en el mapa, la región del oeste de la sierra presenta el panorama opuesto, sobre todo por la dificultad del transporte para llegar a la zona del Lozoya.

"Sería pobre en el pasado, pero ahora, tal y como están los precios de las casas, esto no se puede llamar Sierra Pobre ni en broma", asegura Óscar, un camarero originario del barrio de Malasaña que se acaba de mudar a Navalafuente. "Siempre me ha encantado el ritmo de la ciudad de Madrid, pero ya tengo 45 años y me apetecía otro ambiente. Este sitio es fantástico porque tiene naturaleza pero también muchos servicios. Yo no suelo mirar mucho al futuro, pero ojalá acabe mis días aquí".

Misma visión comparten desde Berrueco, donde los precios han ido subiendo conforme llegaba la gente a vivir. "La subida de población no ha sido exclusivamente por el confinamiento, hemos ido poco a poco", explica José Ignacio Martín Montero, el teniente alcalde del pueblo, que tiene 777 habitantes registrados y también ha crecido un 25% en el último lustro. "Aquí cada vez vienen más familias de edad media a vivir y a teletrabajar porque es un lujo, tenemos servicios de un pueblo del doble de habitantes, aunque como ciudad dormitorio Berrueco no funciona tan bien porque está más lejos".

"Antes todo el mundo iba a Guadarrama o Cercedilla, pero ahora la Sierra del Rincón se ha puesto de moda"

Por otro lado, los datos del número de personas que se han mudado a pueblos en 2020 marcan un cambio de tendencia: los municipios pequeños recibieron más población que las capitales en el primer año pandémico. Robregordo, por ejemplo, triplicó su media de nuevas llegadas en el último lustro: de cinco nuevos vecinos al año a 16. Teniendo en cuenta también a los que se fueron, su saldo fue el año pasado más del doble de lo habitual.

Además, en unas semanas va a tener una nueva vecina. Mercedes está a punto de abrir una casa rural en Robregordo porque considera que, tras la pandemia, los madrileños han redescubierto la sierra norte. "Antes todo el mundo iba a Guadarrama o Cercedilla, pero desde hace unos años, poco a poco, la Sierra del Rincón [en el extremo nororiental de la Comunidad de Madrid] se ha puesto de moda", cuenta Mercedes, quien está ultimando los detalles para inaugurar su negocio en unas antiguas caballerizas de la Guerra Civil en Robregordo.

También en Navalafuente el saldo entre llegadas y despedidas fue positivo y hasta un 60% más alto que en los últimos cinco años. Mientras tanto, el número de mudanzas a la capital fue menos de la mitad de la media de los últimos cinco años. Los datos de las mudanzas son de la Estadística de Variaciones Residenciales, que únicamente tiene en cuenta el número de altas y bajas en cada municipio por motivos de desplazamiento, pero no refleja otros fenómenos que afectan al número de habitantes, como los nacimientos y las defunciones.

El problema del padrón

Pero no todo son buenas noticias. Pese a que los pueblos del este de la Sierra Norte estén experimentando un crecimiento sostenido de habitantes, aún siguen arrastrando problemas de falta de servicios básicos, dificultades de buena conexión a Internet —sobre todo lejos de los centros de población— y pocas opciones de retener a los jóvenes. Por eso para ellos es fundamental que sus vecinos se empadronen.

Foto: Un hombre, teletrabajando desde su casa. (EFE)
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"Para nosotros es importantísimo que la gente que vive aquí se empadrone porque los recursos de un ayuntamiento dependen de su población censada", afirman desde el ayuntamiento de Lozoyuela-Navas-Sieteiglesias, otro pueblo que también ha ido recibiendo un flujo constante de nuevos habitantes. A mediados de 2020 hicieron una campaña llamada "ser o no ser" para animar a sus vecinos que se habían ido a vivir al pueblo tras la primera ola de la pandemia a que se empadronaran en Lozoyuela.

"Si oficialmente somos los que en realidad somos", decía el documento, "dispondremos de más recursos y mejoraremos los servicios comunitarios, porque podremos optar a mayores subvenciones y mayores ingresos estatales y regionales".

Meses después del primer confinamiento, los residuos en Navalafuente se habían multiplicado por cuatro

En Navalafuente se enfrentan a una situación similar. El alcalde considera que podrían estar dejando de ingresar 100.000 euros al año por la gente que vive en el pueblo y no está empadronada. Para ellos no hay fórmula mágica para conseguir que la gente se empadrone. "Con mucha paciencia y uno a uno", afirma Begoña. Meses después del primer confinamiento, los residuos en Navalafuente se habían multiplicado por cuatro. Los vecinos seguían generando la misma basura, pero había llegado una oleada de madrileños que, después del primer confinamiento, decidieron instalarse en su segunda residencia. El único problema era que, en su mayoría, ellos no estaban censados en el pueblo.

"Los gastos aumentaron tanto que hemos tenido que desarrollar una tasa de 40 o 50 euros para hacer frente a toda la gente que se ha venido a vivir aquí", culmina el regidor del pueblo. "Poco a poco les estamos convenciendo para que se empadronen, porque vivir aquí es una maravilla y, si somos más, todos ganamos".

Son las cinco de la tarde y en Navalafuente ya están de celebración. Los niños se persiguen y se disparan con pistolas de agua, los padres beben botellines de cerveza helados y los operarios ultiman un escenario para 400 espectadores para celebrar el día de San Bartolomé, patrón del pueblo. Y, aunque ellos no lo saben, los 1.511 habitantes de este pequeño pueblo también tienen otro motivo para festejar: Navalafuente se ha convertido en el segundo municipio que más población absorbe en proporción de toda la Comunidad de Madrid.

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