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El ídolo de Las Ventas es… Ayuso
La plaza de toros se ha convertido en el territorio más afín y más entusiasta a la presidenta madrileña, tanto por su apoyo a la tauromaquia como por la devoción de los toreros, incluido el brindis de El Juli
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No puede decirse que Isabel Ayuso hubiera elegido un atuendo discreto para ir a los toros, pero el rosa fucsia de su “terno” recordaba premeditadamente el color de los capotes y sirvió de alerta incendiaria al clamor de los tendidos.
Fue localizada la presidenta de la CAM nada más personarse en el callejón. Y se marcó una vuelta al ruedo por los adentros cuya repercusión en el graderío explica la devoción que ha adquirido en Las Ventas.
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Ningún político ha conocido semejante estado de gracia desde los mejores tiempos de Juan Carlos I, cuando el emérito se pavoneaba en las barreras de las tardes postineras. "Viva Ayuso", gritaba un aficionado. "¡¡¡Viva!!!", reaccionaba la muchedumbre con unanimidad e inequívoco estruendo.
Solo le faltaba que El Juli le brindara un toro en la tarde de su despedida. Y que el propio matador elogiara su compromiso con la tauromaquia, de tal manera que Ayuso se marchaba de Las Ventas en estado de levitación.
No es El Juli un torero que regale los elogios, ni que se haya significado nunca peloteando a un político de cualquier bandera
No es El Juli un torero que regale los elogios, ni que se haya significado nunca peloteando a un político de cualquier bandera. Su brindis representaba un gesto de agradecimiento explícito al que dieron resonancia los aplausos y gritos de los espectadores: "Viva Ayuso".
El episodio es ilustrativo de la popularidad de la presidenta en los ambientes más afines. Ya se ocupa ella misma de estimular las claves del populismo y de exagerar la identificación con la turbamulta, pero tiene sentido reconocérsele su implicación personal con la tauromaquia. Y no solo por conveniencia política que estimula el fragor de la batalla cultural, sino por los hechos probados que enfatizan la gestión taurina de la comunidad madrileña en términos conceptuales, administrativos y presupuestarios.
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Lo acredita la ayuda a los ganaderos de reses bravas, el patrocinio de la escuela de tauromaquia, el incremento de la partida taurina -un 110% respecto al año anterior- y el despliegue de Telemadrid, cuyas cámaras, por ejemplo, transmitieron 14 festejos taurinos en la pasada feria isidril.
Se le ha acusado a Ayuso de utilizar su televisión para hacer electoralismo. Y está bastante claro que Telemadrid funciona como un instrumento de propaganda personal, pero reviste mucho interés que la decisión de recurrir a los toros se interprete como una maniobra política. Querría decirse entonces que la tauromaquia ya no forma parte de la clandestinidad. Y que defenderla puede considerarse un procedimiento para conseguir votos.
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Semejante lectura de las circunstancias -y de los intereses- no contradice la espontaneidad con que el público de Las Ventas celebra las apariciones de Ayuso. Ya se ocupa ella misma de hacerse notar en el callejón, pero el estado de campaña permanente en que vive la presidenta adquiere una dimensión más lúdica cuando decide asomarse al embudo de la calle Alcalá. Porque Ayuso es realmente aficionada a los toros. Y porque los toreros la aprecian de verdad. Empezando por el brindis de El Juli: "Quiero agradecerte todo lo que haces por la tauromaquia, lo que haces por España y lo que haces por Madrid. Eres un ejemplo y te brindo este toro con toda mi admiración y respeto", concluía el mensaje de Julián López.
No puede decirse que Isabel Ayuso hubiera elegido un atuendo discreto para ir a los toros, pero el rosa fucsia de su “terno” recordaba premeditadamente el color de los capotes y sirvió de alerta incendiaria al clamor de los tendidos.