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De titanes y toreros

Hoy ha cambiado Las Ventas un torero que es distinto. Y cambiaremos el culto, y cambiaremos los libros. Y expulsaremos del templo a los paganos y ambiguos que gritan por no disfrutar y hacen de su asiento un púlpito

Foto: Roca Rey, durante su faena en el segundo toro de la tarde. (EFE)
Roca Rey, durante su faena en el segundo toro de la tarde. (EFE)

Plaza de toros de Las Ventas, 11 de Junio de 2023

Corrida In Memorian de José Cubero Yiyo.

Lleno de no hay billetes en este original cierre de San Isidro, que culminará con la corrida de Beneficencia del próximo sábado. Espectacular ambiente de toros en tarde primaveral y agradable que solo sufrió los problemas del viento en el cuarto y sexto toro.

Seis toros de Victoriano del Río (2ª, 5ª y 6ª) y toros de Cortés (hierro hermano) 1ª,3ª y4ª, de entre 534 y 580 kilos. Bien presentados, astifinísimos y en tipo de Domeqc, aunque con más alzada de la correspondiente al tipo más original de este encaste. Algunos ligeramente protestados, sobre todo los del lote de Roca Rey como declaración de intenciones, premeditada e injusta. De juego variado y descastados en general, complicados cuarto y quinto, ninguno dio opciones reales de triunfo grande. Galoparon y mostraron aptitud en los primeros tercios, aunque en general se vinieron abajo con la exigente muleta de los toreros. El sexto embistió con raza sobre todo al inicio de faena. Una corrida con más complicaciones de las que aparentaron, andarines y descastados, decepcionaron de nuevo ante la expectación que habían generado tras varios años de éxito

Julián López El Juli, de grana y oro, ovación y palmas tras aviso

Alejandro Talavante, de lila y oro, ovación y silencio

Andrés Roca Rey, de burdeos y azabache, oreja tras dos avisos, el primero de ellos aún toreando, y memorable vuelta al ruedo tras aviso y unánime petición tras un metisaca, incomprensiblemente denegada por el presidente Ignacio Sanjuan Rodriguez. Resultó violentamente prendido a mitad de la faena, pudiendo continuar la lidia.

Se guardó un respetuoso minuto de silencio al acabar el paseíllo en memoria de José Cubero Yiyo culminando el intento de homenaje al recordado torero de Madrid. Esforzada lidia de los subalternos que sufrieron las dificultades de los toros tanto en la lidia como en el tercio de banderillas.

Foto: El diestro francés Sebastián Castella, en la Feria de San Isidro. (EFE/Kiko Huesca)

Atlas fue condenado por el todopoderoso Zeus a cargar sobre sus hombros con la bóveda celeste. Llamaron Titanomaquia a la lucha de los semidioses titanes contra los neo-revolucionarios Olímpicos. En la mitología griega los titanes eran los malos capitaneados por Cronos que, castrador de su padre, decidió comerse crudos a su amenazante descendencia de primer a cuarto grado. Un regalo de personaje, que luego nos quejamos de Jorge Javier o Matamoros. Y no, no pasó hambre según el histórico libreto. La combinación de apetito, y de deseo de mando, no dejó vivo ni uno. Lo dibujó muy bien Goya. Sí, porque Cronos luego en Roma tuvo un generoso rebranding que le renombró Saturno, el de devorar a sus hijos, un auténtico psicópata rehabilitado con prensa y oportunos gabinetes. Atlas sufrió la venganza de los nuevos mandamases asumiendo resignado la carga del universo pleno sobre su espalda apolínea. Y desde entonces, a hombros, aguanta la mayor carga posible que ha diseñado mente humana. Mitológico castigo que hoy me ha venido a cuento. Roca, Atlas y el toreo, titanes y nauseabundos. Tauromaquia sobre sus hombros y comerse a algunos bichos. Roca, titán del toreo, Atlas de la tauromaquia, no quisiera yo ese peso.

Hoy un semidios peruano se ha echado a la espalda el toreo. Tauromaquia o Titanomaquia son conflictos extemporáneos y a la vez de actualidad si hablamos de dioses griegos. O si hablamos de toreros. Aquellas batallas titánicas han sido al fin reeditadas en un contexto de ruedo. Roca Rey contra los guardianes de la verdad del torero. Hoy ha incendiado el templo, les ha cortado las cabezas, ha blasfemado con pases, ha rehecho la liturgia, ha reeditado verdades, ha escrito la nueva Odisea, se ha hecho un dios de eternidades que contaremos por siglos en púlpitos teatrales, en foros y enciclopedias.

Los guardianes del Panteón, armados de gritos y pitos, de miserables pañuelos de verde devoluciones, y de incontables complejos, han sucumbido al reto del nuevo Titán del toreo que, luchando contra Zeus, léase el maldito siete, puede acabar esquilmado o con la bóveda del cielo de toda la tauromaquia cargando sobre sus hombros. Hoy el reto fue mayúsculo, retando con su flequillo y su gesto de Dios griego a la guardia más reactiva que nunca tuvo el toreo. Hoy les encaró Roca con sus dos muslos expuestos, con su mirada al tendido, con su barriga por medio. Hoy dijo, con tripas dispuestas a eviscerar si es preciso, que se cambia el paradigma de este templo anquilosado en las religiones paganas, de cuentos para los más místicos. Basta ya de supersticiones, de creencias en lo antiguo, de mundos que nunca fueron, de mitos mal recrecidos. Hoy este jovenazo y figurón del toreo ha puesto su vida en juego mirando como lo harían los dioses, a la cara del infecto descreído ultraortodoxo que reza haciendo más ruido, reclamándose sus mierdas y bajo la máscara cobarde que le brindan los tendidos.

"Basta ya de supersticiones, de creencias en lo antiguo, de mundos que nunca fueron, de mitos mal recrecidos"

Hoy se conmemoraba al Yiyo, torero de gran referencia, y el insulto a su legado ha sido de tal calibre que no creo que la empresa se atreva nunca a reeditarlo. Un torero de toreros viendo a un compañero de versión muy mejorada protestado y compungido, a pesar de su talento no me parece homenaje. Como tampoco me parece poner el nombre de un casi dios en vano a cuenta tan solo de un minuto de silencio. Alguien de su familia, su hermano Juan por ejemplo, podrían haber recogido el cariño, no digo el rédito, de toda una plaza llena a cuenta de aquel torero. Entre la ofensa a lo bueno y la falta de homenaje resultó este panegírico más recaudatorio que serio. Vi al Yiyo torear, sé por qué lo estoy diciendo.

Roca se subió al Olimpo de los toreros de siempre, no de los más modernos. Se abrió paso con codazos, con volteretas y vientre colgado de los pitones que hoy le brindaron suerte. Tarde de puerta grande, más allá de los criterios de los que cuentan pañuelos como si fueran contables. La emoción y la verdad que puso Roca a su entrega representa esos pasajes que luego se recuerdan por siglos en capítulos de obras clásicas o en repetidos versículos. Hoy ha cambiado el toreo le pese al triste que le pese. Hoy la verdad de sus cites, lo increíble de su aguante, lo raro de lograr librarse de terribles cornalones con semejantes volteretas, con exposición tan palpable, han marcado un nuevo hito, una revolución entre dioses, un cambio de paradigma, un destronar sacerdotes ordenados con la excusa del número de su tendido.

Esperemos que el titán que se ha echado sobre los hombros hoy toda la tauromaquia salga por fin triunfador y reordene el Olimpo y expulse de los dominios de la auténtica tauromaquia los prejuicios, las envidias, las ganas de protagonismo, las tardes de no celebrar nada pase lo que pase ante mis ojos pensando en lo más antiguo. Hoy ha cambiado Las Ventas un torero que es distinto. Y cambiaremos el culto, y cambiaremos los libros. Y expulsaremos del templo a los paganos y ambiguos que gritan por no disfrutar y hacen de su asiento un púlpito y logran con su ortodoxia la muerte de antiguos credos. Hoy este gran Atlas le ha hecho un nuevo mapa al toreo.

Plaza de toros de Las Ventas, 11 de Junio de 2023

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