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Feria de San Isidro | Cuestión de fe

Buena tarde con sus sustos, las dudas propias de tu fe, la evidencia de otros mundos en los que debemos creer. Por Dios que nos vuelva Uceda, que Castella venga pronto y que Morante no ascienda por gracia divina al cielo

Foto: Sebastián Castella sufre una cogida en Las Ventas. (EFE/Kiko Huesca)
Sebastián Castella sufre una cogida en Las Ventas. (EFE/Kiko Huesca)

2 de Junio de 2023

21ª de la Feria de San Isidro.

Lleno de no hay billetes en uno de los carteles, para mi gusto, más rematados de la feria, con la expectativa y la esperanza de la última tarde de Morante en la feria y la presencia dos toreros con diferentes y atractivos estilos. Celebro la oportunidad de ver a Uceda en la feria después de algunos malos tratos a uno de los toreros más puros del escalafón.

6 toros de El Torero y José Vázquez (3º), de entre 528 y 553 kilos. Serios, bien presentados, muy agresivos y espectaculares por delante y con cuajo y caja. Corrida de las más serias de la feria. Más flojos los dos primeros y el quinto, el resto se movió y por momentos transmitió emoción y peligro con su embestida. Muy deslucido el lote de Morante, que se marcha de Madrid con un balance paupérrimo en cuanto al rendimiento de sus toros. Peligroso el sexto de Castella que acabó prendiéndole de fea manera y con más graves consecuencias de las que aparentaba el lance.

  • UCEDA LEAL, de azul marino y oro, silencio y oreja tras una espectacular estocada.
  • MORANTE DE LA PUEBLA, de nazareno y oro, silencio y bronca tras varios feos pinchazos.
  • SEBASTIÁN CASTELLA, de azul pavo y oro, oreja y silencio. Resultó corneado en el muslo izquierdo con gran violencia, sin muestra alguna de dolor o queja, continuó la lidia con un estoicismo inexplicable hasta finiquitar su toro. Pasó por su propio pie a la enfermería. El parte del Dr. Máximo García Padrós describe: herida por asta de toro en la cara interna del tercio inferior del muslo izquierdo con dos trayectorias: una ascendente de 20 centímetros que produce destrozos en músculos vasto interno y recto anterior; y otra hacia atrás de 15 centímetros que produce destrozos en músculo vasto interno y que alcanza el fémur. Es trasladado a la Clínica Fraternidad Mupresa-Habana con pronóstico grave.

Saludó el Niño de Aravaca una gran ovación tras parear al cuarto, igual que Rafael Viotti en el sexto.

Me imagino esos apóstoles en trance de contar milagros. Unos camino de Santiago, otros de la Anatolia. Quizá unos por huir, quizá otros que creyeron, salieron por los caminos desérticos de Palestina en busca de foro y audiencia que escucharan los prodigios del maestro de maestros antes de su martirio. Túnicas y bastones identificaban publicistas del inicio de una era. "Id y contad el mensaje" fue el mandato del gerente antes de que los romanos le cursaran finiquito. Una readmisión al cielo, sin papeles, sin testigos, generó cierta leyenda y comenzó el último gran mito basado en el boca oreja.

Ese Santiago llegando al final de aquella tierra, Pablo eligiendo Roma… salía yo de Las Ventas con cierta vocación de apóstol. Recién crucificado mi maestro por fariseos protestones, entre las tres negaciones de Pedro y la vocación de San Pablo, decidí escalera abajo predicar el gran misterio. Rodeado de judíos y de pérfidos romanos, entiéndase la metáfora que no estamos para juicios, proclamé mi fe en Morante a riesgo de algún martirio.

Foto: El diestro Morante de la Puebla. (EFE/Caro)

De púlpito me sirvió la barra del bar del patio de arrastre. Allí, cientos de infieles entregaban su ateísmo a las pasiones mundanas que hoy, cual vil Sodoma, nos ofrece Jonhy Walker. Todos habían visto al hombre, pocos al hijo de un Dios que quisiera ser torero. Comencé mi panegírico haciendo un poco de historia. Y hablé de toda su vida, de artesanía del miedo y de sus no entendidos lances. De toros que en otros tiempos fueron cuajados sin duda, de triunfos de acceder a altares, de milagros a voz en grito, de multiplicación de peces con lotes que solo eran panes. Un ser sobrenatural revestido de modestia del que hablaron nuestros papas, del que hablarán nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros libros, nuestra futura inteligencia persuadida de algoritmos que leyeron el Cossío, chapurreaban a Lorca, admiraban a Picasso, canturreaban Sabina o recitaban a Gala.

Hoy proclamo la virtud de un torero de leyenda predicando en el desierto empapado de este mayo que le ha visto tres paseíllos y seis broncas de cuidado. Gente de poca fe renegando de lo grande de su oficio, de sus cualidades innatas, del milagro de su temple y de su divino arte me lapidaron con hielos del resto de sus bebidas en una esquina anodina del bar del patio de arrastre. No pido una santidad para dentro de unas décadas, solo pido comprensión para quien ha visto el milagro del toreo en sus muñecas. Solo mis torpes palabras perjudican la credibilidad de lo que mis ojos vieron y no sabré nunca contar.

Hoy proclamo la virtud de un torero de leyenda predicando en el desierto empapado de este mayo que le ha visto tres paseíllos y seis broncas

Al margen de la crucifixión del, para mí, el más altísimo, hoy vimos dioses paganos con igual o más virtud. Yo, que soy politeísta, me gustan todos los dioses que ejercen la tauromaquia, venía dispuesto a disfrutar del poder de otras deidades. Entre los más admirados y al que me declaro leal está el poderoso Uceda. No sé cómo fue el lance de Mahoma y la montaña, pero en cuestiones de fe, Jose Antonio es poderoso, es resistente y firme, y con muy pocas opciones de demostrar su valía, aprovecha cualquier ruedo para reconvertirlo en púlpito. Varias veces ha venido a la montaña de Ventas. Varias veces la ha escalado y se merece otra Iglesia. Esa que congrega al creyente en lo puro del toreo. En el cite que no es magia, en el remate hacia dentro. Yo me pongo de rodillas en una localidad que es cilicio para mostrar como prueba que mi creencia en sus formas va más allá del recuerdo, del aprecio y del cariño.

Luego está el estoico Castella que basa su tauromaquia en inmolarse sin miedo. Ajeno al dolor humano, confiando en el Supremo y en su capacidad de resucitarlo, expone sus mandamientos de plantarse ante esos toros de pitones de sicario sin un mínimo movimiento, ni de pies ni de su jeta. Él no hace el paseíllo, camina al monte Calvario. Consciente de su martirio, carga esa cruz al hombro con tal consciencia de sí mismo, que ni una puerta grande conseguida hace unos días le hacen dudar del destino de acabarse entre pitones. Es otro gran misterio Castella y sus pretensiones.

Buena tarde con sus sustos, las dudas propias de tu fe, la evidencia de otros mundos en los que debemos creer. Por Dios que nos vuelva Uceda, que Castella venga pronto y que Morante no ascienda por gracia divina al cielo y vuelva a Las Ventas pronto.

2 de Junio de 2023

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