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Viaje a las novatadas de los colegios mayores: "Yo también he gritado ‘Mónicas, putas"
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Viaje a las novatadas de los colegios mayores: "Yo también he gritado ‘Mónicas, putas"

Mientras gran parte del país se lleva las manos a la cabeza con los comentarios vejatorios de los residentes del Elías Ahuja, dentro del micromundo de estas residencias se percibe como algo normal

Foto: Puerta del colegio mayor Elías Ahuja de Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Puerta del colegio mayor Elías Ahuja de Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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En la calle Rector Royo-Villanova hay una frontera invisible que separa las facultades de la Universidad Complutense de Madrid y los colegios mayores. A un lado, Alba y María, de tercero de Magisterio, entran a clase a media mañana y comentan los videos virales de los gritos de los residentes del colegio Elías Ahuja a las estudiantes del Santa Mónica —"¡Putas, salid de vuestras madrigueras como conejas! Sois unas putas ninfómanas. Os prometo que vais a follar todas en la capea. ¡Vamos, Ahuja!"—. “Son orangutanes”, dice María, “estamos flipando en colores”. Lo mismo opina Laura, quien además celebra este jueves su 20 cumpleaños: “Mi regalo es no conocerles, qué horror”. Todo cambia al dar unos pocos pasos. A escasos metros de las aulas se ubican varios colegios mayores de Madrid, en su mayoría católicos, donde nadie tuerce el gesto cuando se le pregunta por el tema. Dentro del micromundo de estas clásicas residencias, este tipo de actuaciones se ven como algo relativamente normal en época de novatadas.

“Yo también he gritado ‘Mónicas, putas”, dice Sagrario, que durante años estuvo viviendo en el colegio mayor Mara, próximo al Santa Mónica, exclusivo para mujeres. “Lo de salir a la ventana se hace en época de novatadas de siempre y a nosotras nos decían ‘Maras chandaleras, putas peluqueras’; llamarnos ‘putas’ era lo normal, pero no iba a más”. Y aunque asegura que tiene claro que estas palabras “perpetúan roles de género y fomentan el machismo”, reconoce que “son chavales pijos ‘unga’ ‘unga’ que lo hacen por seguir la corriente al resto”. Chicos, por un lado, chicas, por el otro: “De base, muchos gais no hay, la verdad”.

Foto: El colegio mayor Elías Ahuja de Madrid. (EFE/ Rodrigo Jiménez)

Lo ocurrido en el Ahuja ha dado la vuelta al país después de que se viralizase un vídeo de TikTok en el que se mostraba todo lo ocurrido. Los comentarios han llegado incluso al Congreso de los Diputados. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha condenado las palabras de los colegiales y la Fiscalía ha anunciado que investigará si los gritos pueden considerarse delito de odio. Sin embargo, esa gravedad que se ha visto en declaraciones institucionales y redes sociales choca de lleno con lo comentado en los círculos colegiales. En ellos, aunque hay críticas, la mayoría de opiniones recogidas hablan de que es solo parte de una tradición que es imposible entender si no se está dentro.

Tanto es así que una parte de las jóvenes a quienes iban dirigidos los insultos de “putas”, “conejas” o “ninfómanas” han difundido vídeos de su reacción tras los gritos y han publicado un texto defendiendo a los agresores. “Se ha creado una impresión de odio y machismo que no puede estar más lejos de la realidad”, denuncian en la misiva. "Les cantan 'salid de la madriguera' porque tienen horarios muy estrictos y no les dejan salir cuando quieren", explica Sagrario.

El colegio sí se ha visto obligado a actuar y ha expulsado a uno de los que llevaron la voz cantante en la novatada. Pero ¿cómo puede haber tanta diferencia entre la opinión general sobre lo ocurrido en la noche del domingo y la que muestran los más cercanos a este mundo? La forma de verlo, aseguran los entrevistados, depende de lo cerca que haya estado uno del mundo colegial.

El eterno problema de las novatadas

Las novatadas son una práctica frecuente en los colegios y residencias de las facultades españolas al inicio del curso. La intención que tienen es ayudar a integrar a quienes se estrenan en la vida universitaria. Pero la realidad es que, especialmente durante la década de los noventa y los dos mil, se extendían con ejercicios vejatorios. Juan Carlos Tuderini fue subdirector del famoso ‘Johnny’ —ahora clausurado— durante varios años y conoció aquella época: “Cuando estaba en el cargo, había colegios más o menos respetuosos donde las novatadas estaban controladas; otros donde era continuo el hostigamiento al novato, y un último grupo que eran colegios tan cerrados que no se filtraba nada. Por ejemplo, los del Opus Dei”.

Por entonces, muchas de las novatadas más duras se instauraron como una tradición más. Con el tiempo fueron cambiando, debido a denuncias o medidas de las universidades, pero aún a día de hoy, como se ha visto estos días, hay actuaciones que siguen sin controlarse demasiado. Cada octubre aparece en los medios un caso similar al del Ahuja. Y no sorprende demasiado en calles como la del Rector Royo-Villanova.

“Los del Elías son más normalillos, pero los más salvajes y machos españoles son los del Mendel”, continúa Sagrario. Este último se ubica en la misma manzana que los ahora señalados. En la zona abundan los jóvenes con camisa y jerséis amarrados al cuello. Una apariencia alejada de la que tienen los estudiantes de Magisterio, con los que comparten calle. “Mis amigas van al Mónica y no les ha sentado mal, son amigos entre ellos”, explica uno de los chicos que no han querido dar su nombre.

placeholder Fachada del colegio mayor Santa Mónica de Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Fachada del colegio mayor Santa Mónica de Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Los vídeos han corrido como la pólvora y los grupos de WhatsApp de ex residentes de los colegios mayores comentan la polémica. “¿Han echado al chico al final? No es que sean violadores, son chavales con el pecho hinchado haciendo el gilipollas como ovejas, no me sorprende nada. Es lo de todos los años, pero ahora hay TikTok y se ha hecho viral”.

¿De verdad se quieren controlar?

La realidad con las novatadas es tan chocante que hace solo unas semanas se presentó el plan de la UCM para evitar que continúen reproduciéndose. Desde la entidad y la Asociación de Colegios Mayores de Madrid, apostaron por la campaña ‘Contra las novatadas y en pro de la integración’. Su idea es “combatir los ‘ritos iniciáticos’ a los que se enfrentan los nuevos universitarios de las residencias y colegios mayores ante la apertura del nuevo curso académico 2022-2023 y centrar el mensaje en la unidad de acción bajo el marco de la Ley de Convivencia”, destaca el texto de la UCM.

Foto: Dos jóvenes acceden al colegio mayor Elías Ahuja. (EFE/ Rodrigo Jiménez)

El documento recuerda que esta nueva ley, aprobada en 2022, tipifica las novatadas como falta muy grave, y añade que “los comportamientos que implican falta de respeto, humillación, acoso o abuso, por leves que sean, no pueden ser considerados una tradición, ni ayudan a nadie a 'integrarse'. No hay contexto 'divertido' que los justifique”.

Sin embargo, ese enérgico mensaje choca con las experiencias de los colegiales, que incluso acusan a medios y otros opinadores de ser demasiado beligerantes. Vídeos como el del Elías Ahuja aterrorizaron a Paula T. cuando empezó la universidad. “Empecé superagobiada porque me daba miedo. Pero en mi residencia, en Getafe, eran novatadas simples y no te obligaban a participar en ellas si no querías, y menos mal”.

Elena, que estuvo en la primera hornada de chicas que entraron en el Jonnhy, allá por el año 2000, defiende a ultranza el entorno colegial y pide que se intente entender su mundo. “Para mí fueron los mejores años de mi vida. Soy quien soy ahora por los años que pasé allí y mis mejores amigos vienen de aquella época”.

Esta excolegial dice no conocer la situación actual de estos centros, pero cree que se exagera demasiado. “Siempre hay ovejas negras y obviamente hay que controlar que eso no se vaya de las manos, pero puedo decir que nunca me hicieron una novatada en la que pasase un mal momento o notara algo de machismo. Creo que se generaliza mucho cuando una noticia de este tipo aparece en los medios. Y no debería hacerse”.

En la calle Rector Royo-Villanova hay una frontera invisible que separa las facultades de la Universidad Complutense de Madrid y los colegios mayores. A un lado, Alba y María, de tercero de Magisterio, entran a clase a media mañana y comentan los videos virales de los gritos de los residentes del colegio Elías Ahuja a las estudiantes del Santa Mónica —"¡Putas, salid de vuestras madrigueras como conejas! Sois unas putas ninfómanas. Os prometo que vais a follar todas en la capea. ¡Vamos, Ahuja!"—. “Son orangutanes”, dice María, “estamos flipando en colores”. Lo mismo opina Laura, quien además celebra este jueves su 20 cumpleaños: “Mi regalo es no conocerles, qué horror”. Todo cambia al dar unos pocos pasos. A escasos metros de las aulas se ubican varios colegios mayores de Madrid, en su mayoría católicos, donde nadie tuerce el gesto cuando se le pregunta por el tema. Dentro del micromundo de estas clásicas residencias, este tipo de actuaciones se ven como algo relativamente normal en época de novatadas.

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