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Mucha policía, poca restricción: la 'revuelta' en el barrio de Salamanca crece sin control
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Mucha policía, poca restricción: la 'revuelta' en el barrio de Salamanca crece sin control

Las caceroladas en Núñez de Balboa han ido cogiendo fuerza desde el domingo, cuando la policía disolvió una multitud en la que no se respetaban las distancias

En el número 61 de la calle Núñez de Balboa, en el distrito de Salamanca, la familia que vive en el primer piso sale todos los días a tocar la cacerola. La escena se desarrolla a las nueve de la noche, cuando la pareja y sus dos hijas se asoman al balcón para pedir la dimisión de Pedro Sánchez. “La cuestión es salir a protestar y desahogarnos un poco”, explicaba este jueves el padre de familia, de pelo canoso. “La gestión que han hecho es pésima”, añadía su hija. Se puede estar más o menos de acuerdo con su opinión, pero ellos no son el problema. El problema se encuentra bajo su balcón, donde cada día se manifiestan decenas de personas sin guardar las distancias.

Las caceroladas en este enclave han ido cogiendo fuerza desde el domingo, cuando la policía disolvió una multitud entre el número 59 y el 61. Los vecinos aseguran que la intervención no tuvo nada que ver con protestar contra Sánchez, pero al llegar los agentes, algunos respondieron a golpe de cacerola y con gritos de dimisión. Los vídeos se difundieron por las redes sociales y, en cuestión de minutos, comenzaron a presentarse como un ejemplo de censura a los críticos. Con esa tesis como telón de fondo, las convocatorias se repiten ahora a diario, y cada vez son más los que llegan desde otros barrios para lanzar gritos contra el Gobierno.

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Foto: Carmen Castellón.

Tras lo ocurrido en anteriores días, Núñez de Balboa se llenó este jueves de antidisturbios y un helicóptero sobrevoló la zona durante la protesta. Ocho furgones de la Policía Nacional se desplegaron poco antes de las 19:30 entre las calles Don Ramón De la Cruz y Ayala, pero conforme se acercaba la hora de la convocatoria, quedó claro que la situación les superaba: los agentes se organizaron en dos hileras para que no pisaran el asfalto, y el dispositivo hizo que la gente se acumulara en las aceras sin guardar ningún tipo de distancia. Entre banderas y gritos de "libertad", la calle Núñez de Balboa, en plena milla de oro y tradicional feudo del PP, se convirtió en el foco perfecto de contagio.

Al poco de llegar los policías, vecinos que paseaban por la calle comenzaron a comentar su malestar entre cuchicheos. “¿Pero pasa algo o qué?”, llegó a preguntar un hombre que iba con una americana de cuadros a uno de los agentes. “Me parece un escándalo esto”. En los días anteriores, solo la Policía Municipal había acudido a las protestas, pero este jueves, la Delegación del Gobierno envió a los antidisturbios. “Una cosa es que bajen a cantar y gritar, pero si ya van a más...”, explicaba uno de los policías al portero del número 48 pasadas las ocho de la tarde. La protesta no fue a más, pero durante más de media hora, la gente se agolpó sin respetar las restricciones.

A las 20:08, el primer manifestante se presentó en la calle con un altavoz y una gorra de Patagonia: “Me llamó Joaquín Ariza y te desafío, Pedro Sánchez. Sal de la Moncloa”. El grito fue secundado por aplausos de un par de vecinos y una veintena de cámaras se lanzó a la carrera a grabar el momento. Ante el revuelo, los agentes se limitaron a decir a un par de curiosos que no se quedaran parados en la calle, y Joaquín siguió gritando con su altavoz. El portero del número 65, vestido de traje, seguía la escena desde la distancia: “¿Que si alguna vez he visto algo así? En esta calle, nunca”.

Este jueves, los agentes reflejaron impotencia. "Atención, les habla la policía. Deben mantenerse en movimiento y respetar las distancias de seguridad", advertían con un megáfono desde los furgones. Su mensaje, sin embargo, apenas se escuchaba con las cacerolas, y mucho menos se respetaba. Aunque la mayoría les dedicó vítores, alguno se envalentonó contra ellos: "¿Quién os defendía en Cataluña? Nosotros. Sois unos vendidos", lanzó un hombre de unos 30 años a un antidisturbios. El agente ni siquiera le contestó, pero a la media hora, el joven y su pareja fueron identificados. Rodeados por cámaras de televisión, ambos clamaban "libertad" mientras entregaban la documentación, y ella se empeñó en chocar el codo con uno de los policías para demostrarle su camaradería.

placeholder El momento en el que la Policía procede a identificar a una pareja. (Foto: Carmen Castellón)
El momento en el que la Policía procede a identificar a una pareja. (Foto: Carmen Castellón)

Uno de los momentos más tensos se produjo pasadas las nueve, cuando un periodista de TVE fue increpado por varios manifestantes. Los gritos iban desde "manipulador" hasta "vete a Venezuela", y la policía tuvo que intervenir para apartar a la multitud del reportero. Entre ellos se encontraba un hombre que lucía una careta de payaso y, ante la pregunta de por qué se tapaba la cara, no dudó en su respuesta: "Porque todo esto es una obra de teatro". No fue más allá en su explicación.

En Núñez de Balboa, algunas caras empiezan a resultar conocidas tras casi una semana de protestas. Allí estaba Marta, de 44 años, que el martes se presentó con una mascarilla verde con la bandera de España y este jueves la cambió por una blanca, pero sin sacrificar la rojigualda. También estaba Jaime, que hace dos días fue uno de los primeros en llegar con su Tesla, dos banderas de España en el salpicadero y un paraguas rojo y amarillo, pero como vio que no había nadie, optó por marcharse. Ahora sabe que el momento álgido se produce a las nueve y acude a diario: "Ayer también vine y no había policía. Veremos mañana".

A medida que la cacerolada forja sus propios líderes, algunos vecinos han empezado a pedir a los manifestantes que respeten las distancias de seguridad. "La terrible gestión del Gobierno no es excusa para poneros en peligro. Por favor, manifestaos en casa", podía leerse en un cartel colgado de uno de los balcones. "Por favor, si quieres protestar contra el Gobierno, hazlo desde tu casa cumpliendo las normas del confinamiento. Nosotros los vecinos de esta calle lo hacemos", decía a su vez un letrero que habían pegado en una señal de tráfico.

Sus peticiones, sin embargo, cayeron en saco roto. Los manifestantes se apelotonaron durante más de media hora, y la policía se limitó a pedirles que circularan. Sintiéndose impunes, un par de jóvenes golpeó la persiana de hierro de la Caja Rural durante varios minutos, y los agentes que estaban a escasos metros ni siquiera se giraron para pedirles que pararan. El único movimiento significativo se produjo poco antes de las diez de la noche, cuando los antidisturbios procedieron a identificar a los que les plantaban cara. Para entonces, incluso Joaquín, el del altavoz, gritaba por la calle que guardaran los "dos metros de distancia".

placeholder Joaquín desafía a Pedro Sánchez ante las cámaras de televisión (Foto: Carmen Castellón)
Joaquín desafía a Pedro Sánchez ante las cámaras de televisión (Foto: Carmen Castellón)

En el número 61 de la calle Núñez de Balboa, en el distrito de Salamanca, la familia que vive en el primer piso sale todos los días a tocar la cacerola. La escena se desarrolla a las nueve de la noche, cuando la pareja y sus dos hijas se asoman al balcón para pedir la dimisión de Pedro Sánchez. “La cuestión es salir a protestar y desahogarnos un poco”, explicaba este jueves el padre de familia, de pelo canoso. “La gestión que han hecho es pésima”, añadía su hija. Se puede estar más o menos de acuerdo con su opinión, pero ellos no son el problema. El problema se encuentra bajo su balcón, donde cada día se manifiestan decenas de personas sin guardar las distancias.

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