Del Paseo del Prado y un escaño en el Congreso al carril bici, el trayecto a casa de Carolina Darias
Dos carteras ministeriales después, aspira a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. Las encuestas le dan la victoria entre 16 candidaturas y el horizonte de reeditar un pacto de izquierdas
Lideró el fin de la pandemia. Vacunar, vacunar y vacunar fue su grito de guerra contra el coronavirus. Dosis tras dosis dejó a España entre los países líderes con mayor población protegida hasta que cambió el ministerio de Sanidad por la campaña electoral en su ciudad natal. Ahora, explica sus 150 medidas de gobierno municipal sin tener que aclarar, como lo hacía en sus ruedas de prensa ministeriales, que guagua significa autobús.
Las encuestas aseguran que ganará las elecciones. Algunas incluso auguran que obtendrá mejores resultados que su antecesor, también socialista, Augusto Hidalgo. De confirmarse las expectativas, y a pesar de la subida prevista de votos para el Partido Popular, iniciará un tercer mandato progresista reeditando el bloque de izquierdas en la capital grancanaria.
Lo hará a pesar de la onda expansiva nacional de los populares y del descenso estimado para Unidas Sí Podemos, uno de sus potenciales socios junto a los nacionalistas de Nueva Canarias que también participan en el pacto regional.
Y de la abstención. Darias tiene el reto de sacar de la apatía electoral a una ciudad en la que no votó la mitad de sus electores en los últimos comicios de 2019 y que acudirán a las urnas en vísperas de un puente por la celebración del día de la comunidad autónoma.
Es la más poblada del archipiélago, la novena de España y una plaza complicada de 378.000 habitantes con más de 100 barrios populosos, algunos con grandes carencias de servicios que sus adversarios ya se ha encargado de subrayar. Carolina Darias, que ha vivido en barrios, les contesta con un plan.
Además de plan, tiene un lema: la mejor ciudad para vivir, razón por la que quiere incrementar los 32 kilómetros ya existentes de carriles bici y prolongar así el trabajo realizado por el anterior equipo de gobierno. Mejorar la movilidad y profundizar en la sostenibilidad de Las Palmas de Gran Canaria son dos de sus grandes retos.
La moqueta todavía le tira. Proclama a los cuatro vientos lo mucho y bien que, a su juicio, lo hace el Gobierno de España. Alza el mentón cuando desde el PP la llaman “la delegada de Pedro Sánchez” como si para ella fuera una ofensa cuando la reacción es la contraria.
Está muy bateada para bajarse a esos fangos. No le gusta el enfrentamiento grosero y pide educación. No lleva casi tres décadas en política para restregarse ahora en el lodo. Fue la primera mujer que presidió el Parlamento de Canarias, diputada autonómica, consejera del Cabildo de Gran Canaria, consejera de Economía del Gobierno regional y ministra de Política Territorial y Función Pública, cartera que cambió poco después por la de Sanidad.
Gestión de tragedias: pateras y el accidente de Spanair
La pandemia no ha sido el único asunto de calado con el que se ha topado de frente. Como subdelegada del gobierno en Las Palmas, primero, y como delegada para toda Canarias después, le tocó lidiar con la llegada de miles de migrantes a bordo de pateras que no cesaban de arribar a las costas canarias.
Un drama humanitario que le llegó a obsesionar en su afán por salvar vidas y que le dejó una profunda huella. De esa etapa, no olvidará tampoco el accidente del vuelo de Spanair JK5022 en 2008 que se estrelló en Barajas en su despegue hacia Gran Canaria y que causó 154 fallecidos. Tuvo que sacar todo su aplomo para plantarse en el aeropuerto de la isla y atender a los familiares.
Antes de todo este periplo, en 1999, fue concejala en el ayuntamiento al que ahora vuelve con intención de agarrar con fuerza el bastón de mando. Da fe en su twitter: “Con toda mi ilusión y pasión para ser la próxima alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria, la mejor ciudad para vivir”.
Fue su primer cargo institucional tres años después de afiliarse al PSOE. Lo hizo cuando los socialistas perdieron las elecciones generales con Felipe González. No le importa nadar a contracorriente y los retos no achantan a esta hija única, licenciada en Derecho, funcionaria de carrera, feminista y madre de tres hijas.
Defensora a ultranza de lo público y del diálogo como fórmula para resolver las discrepancias, se define como optimista realista, es todoterreno y sus colaboradores aseguran que siempre está trabajando. Discreta —algunas la consideran gris— no mata por estar bajo los focos ni tampoco se arruga ante los desafíos.
Se desenvuelve entre lo pequeño y lo grande. Según sus adversarios electorales, la ciudad pasa por sus peores momentos. Sucia, decadente, con sus barrios desatendidos y con un ayuntamiento en parálisis con 500 millones en los bancos mientras se abonan las facturas a 137 días, aseguran.
Darias defiende la gestión de su antecesor y sube la apuesta. Promete 1.000 viviendas de alquiler asequible y un megaproyecto: un espacio peatonal para la cultura y el arte de más de 40.000 metros cuadrados en el centro histórico de la capital. Sus socios, hasta ahora en el bloque de izquierdas que pretende renovar, tuercen el gesto. No les agrada esas magnitudes, algo que tendrán que negociar si la exministra se alza con la victoria electoral, pero con la necesidad de sus votos para ser alcaldesa.
Lideró el fin de la pandemia. Vacunar, vacunar y vacunar fue su grito de guerra contra el coronavirus. Dosis tras dosis dejó a España entre los países líderes con mayor población protegida hasta que cambió el ministerio de Sanidad por la campaña electoral en su ciudad natal. Ahora, explica sus 150 medidas de gobierno municipal sin tener que aclarar, como lo hacía en sus ruedas de prensa ministeriales, que guagua significa autobús.