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El caos comunicativo de la tercera dosis: "Creamos antivacunas donde no había"
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El caos comunicativo de la tercera dosis: "Creamos antivacunas donde no había"

Los cambios en los criterios de vacunación están generando una desconfianza que no existía hace apenas unos meses. Se trata más de un problema de comunicación que de ciencia

Foto: Punto de vacunación sin cita previa en el WiZink. (EFE/Chema Moya)
Punto de vacunación sin cita previa en el WiZink. (EFE/Chema Moya)

España es uno de los países del mundo que más creen en las vacunas y donde menos reticencias han surgido frente a la vacunación. Al menos, así ha sido hasta las últimas semanas, cuando la llegada de la tercera dosis ha comenzado a sembrar dudas que no existían hace no demasiado. Para algunos, la gota que ha colmado el vaso ha sido el anuncio el pasado martes 25 de enero de alargar el tiempo que han de esperar los contagiados en ponerse la tercera vacuna de uno a cinco meses.

“¿Cuánto tiempo más tenemos que tolerar esta falta de profesionalidad y seriedad en un tema tan importante como es nuestra salud?”; “Perdidos como un pollo sin cabeza”; “Esto me parece un poco choteo. Conozco a gente poniéndosela ya al mes”; “¿Qué más pruebas se necesitan para confirmar que están jugando con la salud de las personas?”. Estos son algunos de los mensajes publicados en redes sociales como respuesta a la noticia. La popular Ana Pastor, vicepresidenta segunda del Congreso, ha reclamado los informes científicos y técnicos que respaldan la propuesta.

"No puede haber cambios continuos, provocamos rechazo y desconfianza"

La sensación que comienza a abundar es la de una inconsistencia que no existía con las primeras dosis. Se trata no tanto de un problema de criterio científico como de mala comunicación, que ha generado un problema allí donde no lo había. “La gente está confusa, estamos generando desconfianza”, valora José Gómez Rial, inmunólogo del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela y coordinador de Inmunología en el Grupo de Investigación en Vacunas Genvip. “En España, la cobertura vacunal fue un éxito desde el punto de vista de la ciudadanía y de las autoridades sanitarias, pero estamos provocando un sentimiento de rechazo y desconfianza. No puede haber cambios continuos”.

El inmunólogo, uno de los expertos que han manifestado de forma más clara sus dudas, coincide con que los cambios de criterio pueden contribuir a generar una desconfianza que no existía. “España es un país provacunas y estamos generando antivacunas, y yo lo entiendo, porque esto hace que la gente desconfíe de las autoridades sanitarias”, añade. En su opinión, no hay una alineación clara desde el Ministerio de Sanidad con las sociedades científicas: “Esto debería valer para que de una vez por todas se forme una comisión nacional de inmunización y una ponencia de vacunas que sea transparente y esté formada por las sociedades científicas”.

Foto: Foto: Reuters/Sergio Pérez.

El Ministerio de Sanidad explicaba este martes que el cambio de criterio se debía a que “la evidencia actual muestra que el hecho de tener una infección tras tener la pauta completa de primovacunación hace que se desarrolle una respuesta inmune más potente y más amplia en términos de neutralizar otras variantes del virus”, pero Gómez Rial recuerda que no aportan las evidencias. “¿Qué estudio? No hay ningún estudio. Son decisiones arbitrarias, si tomas las decisiones así, estás dando pie a la gente mal pensada”.

Las decisiones erráticas llevan a la desconfianza, prosigue. El ejemplo más claro es el de la vacuna de AstraZeneca, que desapareció de nuestras vidas a causa de una mala comunicación. “La política se la cargó: empezaron a dudar, a cambiar plazos, así que la gente dejó de querer saber nada de ella”, prosigue el inmunólogo. “Pero sigue siendo la vacuna más empleada en el mundo: es de bajo coste, fácil de transportar y de administrar, pero se cargaron la confianza que había en ella”.

Comunicar la duda

Uno de los problemas con la comunicación científica de la vacuna es que, como recuerda Carlos Elías, catedrático de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de ‘La razón estrangulada: la crisis de la ciencia en la sociedad contemporánea’ (Debate), estamos tratando con ciencia de frontera en la que aún no existen las mismas certidumbres que con la ciencia consolidada y, por lo tanto, el conocimiento puede cambiar a cada momento: “Hay experimentos realizándose constantemente, por lo que a lo mejor uno nuevo puede recomendar algo diferente”.

"El problema de comunicación se debe a la rapidez que exigen muchos medios"

En una línea semejante apunta Celia Díaz, socióloga de la Universidad Complutense de Madrid, que considera que el problema de comunicación se debe a “la rapidez que se exige por parte de muchos medios, así como los formatos de comunicación, que a veces no dan lugar a las explicaciones en detalle”. Como recuerda, en la estrategia de vacunación se señala que el marco temporal es “una horquilla (se puede realizar después de cuatro semanas, pero tiene mayores beneficios cinco meses después), que además depende de otras variables, como la edad o el estado de las personas”. No es un cambio, sino “una modulación”.

En la última actualización de la estrategia de vacunación, publicada a finales de diciembre, de hecho se lee que “se administrará esta dosis de recuerdo con ARNm (0,3 ml de Comirnaty o 0,25 ml de Spikevax) al menos cuatro semanas tras el diagnóstico de la infección y a partir de los seis meses si la última dosis administrada en la primovacunación fue con vacuna de ARNm (Comirnaty o Spikevax), y a partir de los tres meses si fue una vacuna de vector de adenovirus (Vaxzevria o vacuna de Janssen)”.

placeholder Carolina Darias, ministra de Sanidad. (EFE/Chema Moya)
Carolina Darias, ministra de Sanidad. (EFE/Chema Moya)

La socióloga no considera que sean incoherencias, sino el propio funcionamiento de la ciencia, que se actualiza constantemente: “Debemos agradecer que haya tanta vigilancia sobre los efectos de las vacunas que haga posible acomodar cada vez mejor todas las recomendaciones”. El problema se encuentra, en todo caso, en “querer reducir la complejidad que conlleva”, concluye. “Se trata de diferentes casuísticas por tipos de vacunas, por situaciones de personas, etc., a lo que se ha sumado un triunfalismo mal enfocado”.

Una cuestión de liderazgo

Elías publicó el año pasado un trabajo en el que abordaba la comunicación gubernamental en la era del covid. Ahí ya tocaba uno de los temas en los que vuelve a insistir: uno de los errores comunicativos de España, en comparación con otros países, ha sido la ausencia de caras visibles con credibilidad científica. “En muchas comunidades o en el Gobierno, se ha utilizado como portavoz a un ministro, un secretario de Estado o un cargo político, y cuando tienes que comunicar una medida política funciona, pero en ciencia, no”, explica.

"Echo de menos una figura respetada en la comunicación de la pandemia"

“Cuando la que habla es una ministra o Fernando Simón, que tiene su carrera, pero no es una eminencia, le resta credibilidad. La ciencia, para esto, es personalista, y necesita que el portavoz sea alguien incuestionable”, añade mientras recuerda que Carolina Darias es jurista. Para el catedrático, hay otro factor añadido que hace que la tercera vacuna sea más discutida que las primeras dos dosis: el momento epidémico. “Esta variante está siendo diferente, y la gente empieza a plantearse si es necesario. Sucede lo mismo que con la vacuna de la gripe, que los jóvenes no nos vacunamos, pero también produce muchas muertes al año. Sin embargo, por los estudios sí que se ve que la tercera vacuna contribuye a una mayor protección”.

Gómez Rial está de acuerdo en esa ausencia de credibilidad entre los portavoces. “Han ido cambiando y ahora es la ministra, pero no sé hasta qué punto debe ser la responsable de comunicación, echo de menos una figura respetada que sería la equivalente a Fernando Simón, porque en otros países no están dando bandazos”, valora.

Ser honesto y parecerlo

Otra de las quejas más habituales es la que señala que, frente a la (supuesta) unanimidad que había respecto a las dos primeras dosis, la tercera vacuna ha creado mayor división entre los expertos. Gómez Rial considera que “no deberíamos discutir cada uno nuestra opinión en redes sociales, y me incluyo como inmunólogo, sino hacerlo en sedes oficiales y que salgan indicaciones fiables, porque si no, nos cargamos la confianza de la población española en la vacuna”.

"Los científicos no podemos estar discutiendo pautas vacunales en redes sociales"

En su opinión, uno de los problemas ha sido la visibilización del desacuerdo: “Los científicos no podemos estar discutiendo pautas vacunales en entrevistas o redes sociales”, añade. “Creo que es el momento de que el Ministerio de Sanidad se dé cuenta de que esto no puede seguir así y alinear a todas las sociedades médicas, inmunólogos, atención primaria, pediatría, enfermería, farmacia…”. Gómez Rial solicita una mayor transparencia en la toma de decisiones de vacunación, como la publicación de los informes de ponencias de vacunas, para evitar que se conviertan en una cuestión “política”.

Foto: Vacuna. (EFE/Pool/Doménech Castelló)

Para Díaz, el problema no es el debate, que considera “sano”. “La cuestión es que hay que distinguir, primero, quiénes son las voces, sobre qué evidencias se sitúan y después, no menos importante, qué intereses apoyan sus opiniones”, explica. “En la toma de decisiones sobre salud pública entran en juego muchas condiciones, más allá de las evidencias en inmunología”. La incertidumbre es parte esencial del proceso científico, recuerda una vez más, y las diferencias de criterio seguirán existiendo. “Si no, no hablaríamos de ciencia, sino de otro tipo de conocimiento basado en algún criterio de autoridad de fe”.

Como concluye el inmunólogo, aunque hayamos ganado las primeras batallas de la vacunación, aún quedan mucho camino por recorrer y muchas pautas que poner a grupos en riesgo o de cierta edad, por lo que no se puede bajar la guardia comunicativamente.

España es uno de los países del mundo que más creen en las vacunas y donde menos reticencias han surgido frente a la vacunación. Al menos, así ha sido hasta las últimas semanas, cuando la llegada de la tercera dosis ha comenzado a sembrar dudas que no existían hace no demasiado. Para algunos, la gota que ha colmado el vaso ha sido el anuncio el pasado martes 25 de enero de alargar el tiempo que han de esperar los contagiados en ponerse la tercera vacuna de uno a cinco meses.

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