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El laboratorio más desconocido de Navantia: turbinas nucleares y motores para buques de guerra
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FÁBRICA DE TURBINAS

El laboratorio más desconocido de Navantia: turbinas nucleares y motores para buques de guerra

La empresa anticipa el boom del hidrógeno verde y busca sitio en la parrilla de salida entre los escasos productores del mundo. En el astillero de Ferrol conviven el pasado y el futuro

Foto: Navantia muestra este martes las nuevas instalaciones de su Fábrica de Turbinas de Ferrol. (EFE/Kiko Delgado)
Navantia muestra este martes las nuevas instalaciones de su Fábrica de Turbinas de Ferrol. (EFE/Kiko Delgado)
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En el astillero ferrolano de Navantia lo antiguo y lo nuevo, en términos energéticos, comparte una nave de 40.000 metros cuadrados. Es la base nodriza de la división de Seanenergies Turbinas —propulsión y generación— de la compañía pública, donde la ingeniería supera, con mucho, los límites de un barco. El Confidencial ha visitado este laboratorio, donde la generación nuclear, abocada a morir, coexiste con los preparativos de la energía del futuro: el hidrógeno verde.

En la apuesta estratégica —y obligada— hacia la descarbonización del planeta, la empresa ha llegado a un acuerdo con Repsol y explora otras vías con tecnólogos y promotores como Enagás. Fuentes de la dirección de Navantia explican que prevén cerrarlos en los próximos meses y girar el timón hacia los combustibles de la próxima generación. El plan es fabricar electrolizadores a partir de 2025.

Para llegar a tiempo, trabajan en acondicionar una parte de la fábrica de Turbinas, que requiere de unas condiciones especiales de aislamiento y dimensiones para alojarlos. Navantia ha invertido, en esta primera fase, 1,2 millones de euros para cimentar la futura nave de electrolizadores y habilitará una segunda línea de producción.

¿Qué es un electrolizador? La pieza clave en la ecuación para producir hidrógeno. Simplificando, genera un proceso químico (electrólisis) que separa las moléculas de oxígeno e hidrógeno del agua con fuentes renovables y bajas emisiones. La oportunidad pasa por llevar la delantera, ya que apenas se cuentan unas 14 capacitadas en todo el mundo, de Reino Unido a India, pasando por Estados Unidos, Corea del Sur, Alemania o Noruega.

Los grandes buques de la Marina española son híbridos en su propulsión, combinando motores diesel y eléctricos con turbinas de gas

Mientras llega ese futuro, que ya es presente, casi todas las energías modernas conviven en el mismo taller, con 114 años de historia —fue pionero en España— y muchos más metros cuadrados que plantilla (150 personas), en permanente metamorfosis. Acaba de invertir 5,5 millones en modernizar y renovar equipos (mandrinadora y torno), preparar el área de electrolizadores y dotarse de un banco de pruebas puntero para acortar plazos y asegurar la operatividad del equipo.

Desde el prototipo de turbina de vapor que logró empujar un barco por el río Delaware en 1787 han pasado 237 años y mucha ingeniería sobre el mismo fundamento y toda pasa por esta factoría ferrolana. La compañía pública está decidida a reinventarse más allá de la construcción naval a base de talento universitario y formar a sus profesionales en FP muy específicas. No obstante, el mercado militar sostiene gran parte de su actividad como líder en el diseño y construcción de fragatas.

placeholder Instalación en grada de la caja de cambios en la fragata F-111 'Bonifaz'. (Cedida)
Instalación en grada de la caja de cambios en la fragata F-111 'Bonifaz'. (Cedida)

Hoy los grandes buques de la Marina española son híbridos en su propulsión, combinando los motores diesel y eléctricos con las turbinas de gas. Turbinas ha logrado dar respuesta a uno de los grandes retos del sector, que pasaba por crear un engranaje reductor de última generación para grandes barcos polivalentes. El "producto estrella" de la factoría es una pieza de 111 toneladas que acopla tres mecanismos de precisión e infinidad de sensores con su propia plataforma de pruebas y software "muy específicos para simular todo un abanico de escenarios", explica Alejandro Torre, responsable de producción de la fábrica.

Sería, por explicarlo de forma gráfica, como la "caja de cambios" de un coche para regular la velocidad, mejorando la maniobrabilidad de gigantescos buques de acero y minorando el ruido en la navegación. La orden se transmite por dos grandes ejes a las hélices para adaptar las revoluciones del propulsor, por ejemplo para bajar de 3.600 vueltas a 200 en el eje de salida. Así lo detalla Elena Rodríguez, la ingeniera al frente de los programas militares.

A esta novedad, que revoluciona la navegación en varios frentes, ya se ha apuntado la Royal Navy británica para tres de sus FSS —buques logísticos de la flota auxiliar a través de Navantia UK—. El primer prototipo, señalan desde el grupo naval, ya ha sido probado con éxito y encajado entre los bloques de la cámara de máquinas de la Bonifaz, la primera de las cinco modernas fragatas de la serie F-110 que Navantia Ferrol construye para la Armada y que son el ojito derecho de la compañía "por su salto tecnológico hacia un buque inteligente". Tanto que, por primera vez, contarán con su propio gemelo digital para replicar en remoto todo lo que ocurra en el barco. Turbinas también interviene en el programa de submarinos S-80 con "tubos lanzatorpedos y mecanizados especiales".

Adiós nuclear; hola eólica marina

De esta factoría gallega salieron hace más de 40 años las turbinas de vapor para erigir las primeras centrales térmicas y nucleares de España. "Se montaron casi todas con nuestras turbinas. De aquí salieron y aquí se revisan y se ajustan", explica Victoria Grueiro, responsable de programas del taller. Esta semana, el taller ponía a punto los componentes de las de Almaraz I (Cáceres), Ascó y Vandellós (Tarragona). Hoy son cinco las plantas nucleares que siguen activas, aportando el 20,26% de la energía al sistema eléctrico estatal, de acuerdo al Ministerio de Transición Ecológica, mientras su cierre se ha ido aplazando del 2027 al 2035.

Foto: Estructuras para eólica marina construidas en Navantia Fene. (EFE)

El mismo taller fabricó y montó turbinas de vapor en centrales térmicas como la de As Pontes, Compostilla o Terual (ya extintas) y en plantas de biomasa con otras aplicaciones industriales, recuerda un antiguo director de Turbinas. Aquí también se fabrican equipos de buques como timones, líneas de ejes, tubos lanzatorpedos y el encapsulado de turbinas de gas.

La factoría fue más allá y dio vuelo a la eólica terrestre a principios de siglo. Produjo más de 700 unidades de aerogeneradores y la facturación escaló hasta los 500 millones, impulsando una transformación en la industria auxiliar. Los contratos parecían no tener fin hasta que la industria del viento giró al mar en 2012 y se reorientó a la eólica marina a través de una nueva división verde, Seanenergies, donde se integra la fábrica de turbinas, que tiene su base en el astillero de Fene para producir y exportar jackets (jaulas), monopiles (cimentaciones de una sola pata) y estructuras flotantes para alojar granjas marinas de aerogeneradores.

En el astillero ferrolano de Navantia lo antiguo y lo nuevo, en términos energéticos, comparte una nave de 40.000 metros cuadrados. Es la base nodriza de la división de Seanenergies Turbinas —propulsión y generación— de la compañía pública, donde la ingeniería supera, con mucho, los límites de un barco. El Confidencial ha visitado este laboratorio, donde la generación nuclear, abocada a morir, coexiste con los preparativos de la energía del futuro: el hidrógeno verde.

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