Salvar Madrid y a Cospedal, y seguir primero en toda España, objetivo mínimo del PP
De la depresión por el retrato que ofrecía el CIS de abril, a la euforia de la campaña, en la dirección del PP se ven ahora en condiciones para salvar la cara en los comicios locales y autonómicos
De la depresión por el retrato que ofrecía el CIS de abril, a la euforia de la campaña, en la dirección del PP se ven ahora en condiciones para salvar la cara en los comicios locales y autonómicos. Los objetivos mínimos son los mismos que se fijó al principio: quedar primeros en las regiones donde ganaron en 2011 (10 de 13) para dibujar un mapa azul en la noche electoral, garantizarse el gobierno en Madrid (alcaldía y comunidad) y salvar a la secretaria general, María Dolores de Cospedal.
El Partido Popular empezó la campaña defendiendo oficialmente que el pronóstico que hacía el CIS de arrancada no era tan malo para sus intereses como parecía pese a que la única mayoría absoluta prevista era la de Castilla y León y el PSOE se ponía por delante del PP en Extremaduray en Castilla-La Mancha, feudo de su número dos, Cospedal. Parecía que en la sede de Génova querían ponerse la venda antes que la herida bajo el principio de que después de cuatro años de recortes y escándalos de corrupción sería casi un éxito seguir primeros en casi toda España.
El desarrollo de la campaña ha elevado la moral de los populares, los candidatos y el aparato del partido. Los sondeos propios en las autonomías donde está la prueba del nueve del éxito o el fracaso en los comicios (Madrid, la Comunidad Valenciana o Castilla-La Mancha), la autoestima recuperada al comprobar que mantienen su capacidad de movilización y, sobre todo, las meteduras de pata de Ciudadanos son los ingredientes básicos para que en el PP hablen de posible remontada de última hora.
Los responsables de la campaña han repetido comentarios positivos desde que empezaron los primeros mítines. “En contra de lo ocurrido en anteriores comicios, como las europeas, esta vez tenemos la impresión y los datos de que en la campaña vamos a más”, “Con una semana más habíamos frenado en seco a Ciudadanos”, “En esta campaña sí que moveremos más de dos puntos el voto” o “Hemos recuperado la presencia en la calle”, eran algunas de las frases recurrentes.
El caso de Madrid es el más seguido por la dirección del PP. Dan por bueno el dato del CIS y suponen que arrancaron el proceso electoral con una intención de voto del 34% en la Comunidad y con la opción de Ciudadanos disparada al alza, con una subida de cuatro puntos en las fechas previas a la campaña. Nada más empezar los mítines, el sondeo de los populares registró una subida de un punto para sus candidatas y el primer descenso del partido de Albert Rivera, de un punto y medio.
Al cierre de la campaña suponen que la tendencia se ha mantenido, que pueden alcanzar el 37% de los votos, muy lejos del 51% de 2011 pero con garantías de mantener el gobierno gracias a la fragmentación del electorado. PSOE, Podemos, Ciudadanos e incluso Izquierda Unida (por ese orden) se repartirían el resto de los votos (alrededor del 60%), pero poco más de la mitad de los escaños. Tendrían que firmar un pacto cuatripartito anti-PP en toda regla para que Cristina Cifuentes no gobernara.
Los estudios internos de los populares apuntan un comportamiento similar de su electorado en la capital, con el trasvase a Ciudadanos frenado aunque con una distribución distinta del voto de la izquierda que no afectaría a las posibilidades de Esperanza Aguirre.
Visión optimista para Valencia
La Comunidad Valenciana es otra prueba del cambio experimentado durante la campaña en el ánimo de los populares. Al principio daban la batalla por perdida porque no pasaban del 30% en intención de voto y aseguraban que los partidos de izquierda preparaban un acuerdo poselectoral para hacerse con la Generalitat. Pero PSOE, Compromís, Podemos (y lo que pueda quedar de la IU local) se tienen que entender también con Ciudadanos por pocos escaños que obtengan los de Rivera. En el PP valenciano también creen ahora que pueden subir hasta el 35% de los votos, con lo que el pacto de los perdedores sería mucho más complicado.
En Castilla-La Mancha las dudas en el PP vuelven a la casilla de salida. Cospedal llega al 24-M al borde de la mayoría absoluta y si la campaña le ha servido para subir más de dos o tres puntos en la intención de voto registrada por el CIS en abril, la presidenta de la Junta de Castilla-La Mancha ganará con claridad. Si el PSOE gana en votos (aunque no lo haga en escaños como apuntaba el CIS) y el socialista Emiliano García Page se alía con Podemos para hacerse con el gobierno regional, la secretaria general de los populares puede ver peligrar hasta su cargo en el partido.
Los cálculos más optimistas de la dirección del PP incluyen ahora repetir mayoría absoluta en La Rioja y Murcia además de la cantada en Castilla y León. Su aspiración es que la noche electoral el mapa de España repita el azul de 2011 al quedar también primeros (además en las autonomías citadas) en Cantabria, Aragón, Baleares y Extremadura. Para salvar la noche electoral les puede servir a sus dirigentes nacionales, pero el drama se sucederá después en el caso de los barones,porque con victorias por el 30% de los votos o mayorías de un 35% de escaños buena parte de las instituciones serán ingobernables. Además, casi todas quedarán al albur de los pactos a varias bandas, con Podemosy Ciudadanos de bisagras; si es que quieren.
De la depresión por el retrato que ofrecía el CIS de abril, a la euforia de la campaña, en la dirección del PP se ven ahora en condiciones para salvar la cara en los comicios locales y autonómicos. Los objetivos mínimos son los mismos que se fijó al principio: quedar primeros en las regiones donde ganaron en 2011 (10 de 13) para dibujar un mapa azul en la noche electoral, garantizarse el gobierno en Madrid (alcaldía y comunidad) y salvar a la secretaria general, María Dolores de Cospedal.