Fabra cree en su resurrección política y llega a la campaña sin estar desahuciado
Alberto Fabra era hace seis meses un cadáver político y en Génova se intentó forzar su salida y buscarle un sustituto. Ayer, el CIS le dio vida: aún tiene posibilidades
La campaña electoral más incierta de los últimos 20 años en la Comunitat Valenciana empezó esta noche con un tablero en el que todos juegan, incluido el actual presidente de la Generalitat, Alberto Fabra. No es un asunto menor. Hace menos de seis meses nadie daba un céntimo por el futuro político del hombre que sustituyó de repente a Francisco Camps en la calle Cavallers. Todo eran síntomas negativos.
La corrupción generalizada en la administración valenciana, la quiebra económica del Gobierno autonómico, la falta de cohesión en el PP regional y hasta la reticencia de Mariano Rajoy por confirmar su candidatura hacían de Fabra un protagonista amortizado. El debate en el partido no era tanto si el actual presidente seguiría siéndolo si no quién debería ocupar su puesto tras una derrota sin paliativos.
Pero Fabra ha conseguido llegar al inicio de la campaña electoral sin estar desahuciado de antemano. Al menos algunas encuestas le dejan un estrecho margen de esperanza. El propio barómetro del CIS, difundido este jueves, dibujaba una horquilla que, en el extremo más optimista para los populares, permitiría al PP mantener el Consell si alcanza un acuerdo con Ciudadanos.
Nadie en el PP ha lanzado las campanas al vuelo. La mayor parte de las encuestas realizadas hasta ahora por distintos medios de comunicación y empresas demoscópicas privadas auguran una mayoría en Les Corts de los partidos de la oposición y, pese a que será el partido más votado, la pérdida de apoyos del PP le sitúan fuera de cualquier opción de gobierno.
Pero hay una posibilidad y a ella se han agarrado Fabra y su estrecho equipo de colaboradores. A este aparejador de 51 años nacido y criado en Castellón la esperanza le vale para hacer campaña estos 15 días que quedan por delante. Una campaña que no será fácil, con todos los casos de corrupción que ha heredado, alguno de reciente implosión, como el que afecta al presidente provincial y aún de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus.
La carta de la recuperación económica
Fabra jugará dos cartas en esta partida compleja que tiene por delante. Una será la recuperación económica, que incluye el hecho de haber salvado de la bancarrota a la Generalitat, aunque haya sido a costa de la inyección multimillonaria del Estado. La otra, su famosa y controvertida línea roja contra la corrupción. Durante su mandato, Fabra ha conseguido limpiar al grupo parlamentario lleno de minas que le dejó Camps. Poco a poco han ido dimitiendo todos los implicados en casos investigados o juzgados y condenados.
Rafael Blasco, Ricardo Costa, Vicente Rambla, Sonia Castedo, Milagrosa Martínez, Angélica Such, Juan Cotino… Todos exconsellers de Camps y todos con sombra de sospecha o con condena, como el primero de la lista. Ninguno llegó al final de la legislatura. Solo una mancha seguramente imposible de limpiar: la del propio Camps, que consiguió salir sin imputación de momento, aunque está siendo investigado por el caso de la Fórmula 1.
Pero todo este proceso de reconversión de Fabra, que pasó de alcalde de Castellón a presidente de la Generalitat y del partido, tiene un coste. El PP de la Comunitat Valenciana está dividido y no serán pocos los casos en los que los candidatos municipales traten de escapar de la imagen de perdedor que algunos han insistido en moldear al candidato.
A la sombra de Rita
Fabra empezó la campaña prácticamente a la sombra de Rita Barberá, la persona en la que Rajoy confió para liderar el proceso electoral valenciano. Pero la alcaldesa no atraviesa un buen momento. La dimisión obligada de su número 2, Alfonso Grau, procesado por el caso Nóos, o los efectos aún no cualificados del caso Rus sobre sus colaboradores, han tocado a una alcaldesa que lleva 24 años en el cargo.
El presidente está prácticamente solo en una lucha a la que llega al menos sin los clavos remachados en el ataúd en el que algunos le metieron hace tiempo. La posibilidad de salir victorioso de esta guerra se juega en dos semanas. El Palau de la Generalitat busca a su próximo inquilino.
La campaña electoral más incierta de los últimos 20 años en la Comunitat Valenciana empezó esta noche con un tablero en el que todos juegan, incluido el actual presidente de la Generalitat, Alberto Fabra. No es un asunto menor. Hace menos de seis meses nadie daba un céntimo por el futuro político del hombre que sustituyó de repente a Francisco Camps en la calle Cavallers. Todo eran síntomas negativos.
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