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Diseccionando la estrategia de Zaplana: mediador en todo… pero para sus amigos
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OMNIPRESENTE EN LAS OPERACIONES

Diseccionando la estrategia de Zaplana: mediador en todo… pero para sus amigos

El exministro se presenta ante el fiscal como intermediario desinteresado de una trama de la que asegura no tener beneficio, pero en cuyas operaciones siempre jugaba algún papel

Foto: El exministro y 'expresident' de la Generalitat Eduardo Zaplana. (EFE/Biel Aliño)
El exministro y 'expresident' de la Generalitat Eduardo Zaplana. (EFE/Biel Aliño)
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"Le queríamos ayudar". La frase resume toda una estrategia de defensa. En uno de los momentos del interrogatorio a Eduardo Zaplana de la causa de Erial, que estos días se juzga en Valencia, el fiscal Anticorrupción le pregunta por el hecho de que el exministro de Trabajo proporcionase al que la acusación considera su principal testaferro, Joaquín Barceló Pachano, el nombre del abogado Saturnino Suanzes para buscar soluciones al bloqueo de unas cuentas en la Banca Privada de Andorra (BPA), entonces inmersa en una investigación internacional por blanqueo de capitales impulsada desde Estados Unidos.

¿Ha tenido usted relaciones comerciales o negocios con Barceló?, interpela el fiscal. "He tenido una gran relación de amistad. Ahora que recuerdo, compartíamos la copropiedad de un barco que compramos entre varios amigos. No recuerdo ningún otro", contestó este martes Zaplana. "Yo he dicho siempre que no he tenido dinero fuera de España, y lo mantengo", insistió en otro momento del interrogatorio. Y entonces, ¿por qué interviene en el asunto de Andorra?, viene a insistir el representante del Ministerio Público. "Le presenté a Suanzes. Le queríamos ayudar", responde Zaplana sobre su intervención para tratar de rescatar el dinero andorrano titulado a nombre de su amigo.

El dinero andorrano terminó moviéndose a través de una maraña de sociedades. Hasta ocho millones de euros circularon a través de firmas panameñas como Puncak Services, Plaza Fountains o Merceron Investments hasta la sociedad holandesa Natland y, de ahí, a cuentas en Suiza tituladas a nombre de Disfey, mercantil constituida por el asesor uruguayo Fernando Belhot, que, además de entregar seis millones a las autoridades españolas, ha declarado como testigo (tiene que volver a hacerlo por videoconferencia desde Uruguay) que se trataba de dinero de Zaplana, algo que este insistió en negar en su comparecencia de este martes.

Barceló tiene turno este miércoles para declarar como acusado en el juicio. Ha mantenido negociaciones con Anticorrupción que podrían concretarse en una confesión a cambio de una rebaja de las penas. La declaración de Zaplana no le deja en buen lugar. Le hace responsable de toda una estructura financiera y societaria internacional millonaria cuyo origen no está claro.

El país pirenaico había sido uno de los refugios bancarios de los movimientos de fondos manejados por Barceló, cuyo origen comienza en Luxemburgo con el traspaso de la propiedad de la mercantil Imison International, fundada por la familia Cotino, con el fallecido Juan Cotino al frente de las operaciones, incluso cuando era director general de la Policía Nacional por decisión del Partido Popular. Fue Cotino quien llevo dinero en el avión privado de la familia a Andorra para constituir Imison en el despacho luxemburgués de Beatriz García Paesa, sobrina del que fue espía de los servicios decretos españoles, Francisco Paesa, ya fallecido. Imison habría sido el primer depósito de los sobornos pagados por la concesión de estaciones de ITV y derechos para levantar parques eólicos cuando Zaplana era presidente de la Generalitat. Los sobrinos de Juan, Vicente y José, también se sientan en el banquillo de los acusados y han negociado acuerdos de confesión con el Ministerio Público.

Ese tipo de referencias a intervenciones aparentemente desinteresadas o favores por razones de amistad trufó las explicaciones de Zaplana a las interpelaciones del fiscal en su declaración de este martes, la primera que ha aceptado hacer desde que en 2016 arrancó el caso. En lo que intentó ser un golpe de efecto para dar imagen de trasparencia, Zaplana contestó a todas las preguntas de Anticorrupción. Su abogado, Daniel Campos, incluso desistió de hacer preguntas tras manifestar que el interrogatorio con el fiscal había sido muy clarificador y exculpatorio para su cliente. Fue un juego para generar percepciones a su favor en el tribunal presidido por el magistrado Pedro Castellano. Con ese cortafuegos, el exministro intentó en todo momento desvincular su economía personal de la trama exterior, el blanqueo y repatriación de fondos y las operaciones inmobiliarias realizadas en España.

Foto: Eduardo Zaplana está siendo investigado por blanqueo de capitales.

Pero a la vez evidenció que estaba en el meollo de muchos de los movimientos de la trama. Ese fue el éxito indisimulado del interrogatorio poco agresivo y suave del fiscal. Según la explicación de Zaplana, desde que en 2008 dejó la política activa y fichó por Telefónica (por una llamada de César Alierta, admitió), dedicaba tiempo a "hacer gestiones y negocios" en favor de muchos empresarios. "Me dedicaba a eso", dijo, tras afirmar que recibía llamadas de "infinidad de personas". "El apelativo jefe —con el que Barceló y Francisco Grau se refieren a él conversaciones grabadas por la UCO—, que le valió a usted para meterme en prisión —reprochó al fiscal— es un apodo con el que a mí se dirigen desde que estaba en el Ayuntamiento de Benidorm, para mi desgracia", intentó excusarse.

Lo curioso de su tesis, y así quedó patente tras el repaso de varias operaciones sobre las que fue interpelado por Anticorrupción, es que entre esos negocios siempre hubo tiempo para intermediar en favor de Barceló, de algunos otros acusados y de operaciones que proporcionaron suculentos beneficios a sociedades que los investigadores sitúan bajo el control del expolítico, como Costera del Glorio o Medlevante, cuya operativa quedó reflejada en un documento hallado en los registros policiales dentro del maletín de Zaplana. "Me lo dio Francisco Grau", otro de los acusados, dijo sobre ese papel, en el que se traza una operación de traspaso de fondos para recolocar unos inmuebles.

"El señor Grau me pidió en una reunión que hiciera una intermediación. Eran unos apartamentos embargados por el Banco Popular. Me los dio por si conocía alguna persona en el banco de Santander para plantearles la gestión". De nuevo, Zaplana haciendo favores desinteresados a sus amigos. Lo mismo dijo en el caso del empresario Carlos Gutiérrez, que trasfirió 2,2 millones de euros a Natland y asumió más de 230.000 euros del coste de dos cruceros por el Mediterráneo disfrutados por el exministro y conocidos suyos, como la diputada el PP en el Congreso Macarena Montesinos. Zaplana había hecho gestiones en Bankia en favor de una operación de refinanciación de empresas del grupo de Gutiérrez.

Foto: Instalaciones de Levantina, ahora en manos del fondo Bybrooks.

Entre estas gestiones, apareció también la de poner en contacto a la sociedad Costera del Glorio para comprar por algo más de dos millones de euros una parcela en la lujosa urbanización La Finca, de Pozuelo de Alarcón, que después fue recomprada por su promotor, el fallecido Luis García Cereceda a través de Urbanizadora Somosaguas por 4,3 millones de euros. "Podría haberla comprado yo", trató de excusarse Zaplana sobre la inversión en aquella parcela, que se cerró en 2007, cuando todavía era portavoz del PP en el Congreso. De nuevo, trazó un relato de mediación en favor de su amigo Barceló.

La operación brindó a Costera, controlada por Barceló, una jugosa plusvalía de más de dos millones de euros que, entre otros bienes y viajes, fueron reinvertidos, según la UCO, en la compra de un piso en la calle Núñez de Balboa de Madrid, en el que Zaplana estuvo residiendo varios meses. Su secretaria de toda la vida, Mitsouko Henríquez, se encargó de tramitar hasta la compra de los muebles. El nombre de ella también aparece en el sumario como receptora de operaciones para blanquear fondos usando la técnica de cambistas al estilo sudamericano. "Somos amigos, por qué te voy a cobrar", dice Zaplana que le dijo Barceló sobre el hecho de que disfrutase de un inmueble valorado en 1,6 millones de euros en pleno distrito madrileño de Salamanca.

La declaración de Barceló es muy esperada porque ha estado negociando un acuerdo con el fiscal para confesar y admitir los hechos a cambio de una rebaja en la petición de penas que pueda evitarle la prisión. El "amigo de la infancia, desde el colegio", como lo describió Zaplana, está en el centro de casi todas las operaciones de Erial. Su nombre figura como administrador en sociedades, en cuentas bancarias detectadas en comisiones rogatorias internacionales, en poderes notariales… Este miércoles se conocerá si le devuelve la pelota "al jefe" o se come todo el marrón. Si confiesa, el relato basado en la amistad de Zaplana podría caerse como un castillo de naipes.

"Le queríamos ayudar". La frase resume toda una estrategia de defensa. En uno de los momentos del interrogatorio a Eduardo Zaplana de la causa de Erial, que estos días se juzga en Valencia, el fiscal Anticorrupción le pregunta por el hecho de que el exministro de Trabajo proporcionase al que la acusación considera su principal testaferro, Joaquín Barceló Pachano, el nombre del abogado Saturnino Suanzes para buscar soluciones al bloqueo de unas cuentas en la Banca Privada de Andorra (BPA), entonces inmersa en una investigación internacional por blanqueo de capitales impulsada desde Estados Unidos.

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