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Radiohead en la Valencia de 1995: entre la fascinación y el bostezo
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Radiohead en la Valencia de 1995: entre la fascinación y el bostezo

El próximo agosto, Thom Yorke volverá a subir a un escenario en Valencia. Su única visita a la ciudad se remonta al 16 de noviembre de 1995, cuando los ingleses Radiohead exhibieron su influyente disco 'The Bends', en Arena Auditorium

Foto: Jonny Greenwood al frente y Thom Yorke a la derecha, The Smile, los otros Radiohead. (Cedida)
Jonny Greenwood al frente y Thom Yorke a la derecha, The Smile, los otros Radiohead. (Cedida)

En 1993, un buen puñado de quinceañeros valencianos pensaba que Creep era otra canción de un grupo grunge de la costa noroeste estadounidense. Aquella angustia no pertenecía al hedonista brit pop y ese joven de pelo oxigenado llamado Thom Yorke, que lloraba ante el micrófono en el videoclip, parecía recoger el espíritu contemporáneo de Kurt Cobain en lugar del revival sesentero de sus compatriotas Kinks, The Who y Beatles, que marcaba la música inglesa de Oasis y Blur.

Radiohead brotaron desde el corazón de Inglaterra como una anomalía al signo de los tiempos marcados por las revistas New Musical Express, Melody Maker y Mojo y las discográficas británicas dinamizadoras del pop británico, protagonizado por los hermanos Gallagher y Damon Albarn. En 1995, tras el lanzamiento de su segundo disco, The Bends, los de Oxford se convertirían en la banda más influyente de su generación, algo que entonces ni se intuía. La sala de conciertos Arena Auditorium, situada en el barrio valenciano de Benimaclet, acogió una de las citas de la gira nacional del grupo, un jueves 16 de noviembre de aquel año.

El guitarrista valenciano Juan Luis Salmerón contaba con 20 años de edad. En aquel momento formaba parte del combo Ora Pronobis, y poco después formaría La Muñeca de Sal, prestigiosa banda del rock independiente valenciano de los 2000. "Recuerdo que lo esperábamos con ganas porque el primer disco Pablo Honey nos impactó. El concierto se centró en la presentación de The Bends, del debut tocaron seguro Creep y Anyone Can Play Guitar pero poco más, sonó algún tema que no estaba incluido en sus dos elepés y que, por tanto, desconocíamos".

Foto: Black Note Jam Session. (Cedida)

El templo valenciano de la música en directo de los años ochenta y noventa poseía un aforo de alrededor de 3.000 espectadores. Aquella noche, Arena sobrepasó la media entrada. "No se llenó. Estuvimos muy cerca del escenario y no hubo agobios como en los conciertos de Suede y Manic Street Preachers. Nos sorprendió aquel aforo incompleto", comenta Salmerón.

placeholder Cartel de Radiohead en Valencia 1995.
Cartel de Radiohead en Valencia 1995.

En las redes sociales de Arena Auditorium, actualizadas con cartelería original y viejas fotografías de algunos de los mejores conciertos que desfilaron por el local, los testimonios a pie de página corroboran la media entrada en la velada. Informan además de la facilidad de parte del público para conversar con los miembros de Radiohead durante el postconcierto, y alguna presume de púa regalada por el guitarrista. "Arena era una sala con buen sonido, las guitarras estaban bien definidas y recuerdo que aunque estábamos impactados con la manera de cantar de Thom Yorke, lo que más nos impresionó fue Jonny Greenwood", indica Salmerón, "el guitarrista apareció con una prótesis metálica en la mano derecha y, en algunos temas, con el mástil presionaba el teclado mientras tocaba la guitarra".

Foto: Plena 79 con el Premio de la Música Valencia 2023. (Cedida)

Entre la prensa especializada de 1995, la sensación tras el concierto fue otra. Dos días después de la cita, el periodista Daniel Grau relataba en su crónica para El País que "los dos álbumes han sido indebidamente sobrevalorados cuando, en realidad, estaban repletos de canciones anodinas entreveradas con algunos destellos (los menos) de lucidez ciertamente geniales, además su comentada agresividad escénica se queda en un par de inocuas convulsiones que acompañan a algún estallido de guitarras". El cronista musical y fundador de Discos Ámsterdam Juan Vitoria lo recuerda como "un directo soporífero, me gustó el disco debut en el que facturaban pop, pero después, pese al encumbramiento como quintaesencia de la vanguardia, me parecen pretenciosos y tremendamente aburridos".

Yorke y Greenwood regresarán a Valencia el próximo 28 de agosto con su proyecto paralelo The Smile, junto al batería de Sons of Kemet, Tom Skinner. La actuación tendrá lugar en los Jardines de Viveros y permitirá a varias generaciones de valencianos seguidores de Radiohead contemplar a dos iconos de lo que hoy ya es rock clásico. "Visto con los ojos del presente, el concierto no tuvo la repercusión que podríamos esperar, tratándose de una cita con Radiohead, ya que ahora son uno de los grandes nombres de la historia del rock, pero tampoco pasaron desapercibidos ni fue una cita exclusiva para iniciados en la música independiente", explica el miembro de La Muñeca de Sal, "desde el boom de Nirvana, en 1992, creo que el underground valenciano se amplio y Creep fue un pelotazo importante que transcendió más allá del circuito de la escena musical valenciana".

La explosión mundial de Radiohead llegaría dos años después de la gira que los trajo a Valencia, con el lanzamiento del álbum OK Computer, en 1997. Para el ecosistema valenciano de mitad de los años 90, la influencia del grupo de Oxford fue relevante. "Supuso un cambio sistémico en los registros vocales y en las maneras de tratar las guitarras: todo el tema de explosiones de distorsión y de volumen características de Radiohead, que ya anticiparon Pixies y Nirvana hizo que una generación de jóvenes buscara nuevos sonidos, alejándonos de las anteriores sonoridades virtuosas ochenteras, con otra intensidad donde lo melódico de la voz confrontaba con una instrumentación ruidosa y contundente. Esto influyó en muchos de nosotros. Se podía hacer una preciosa melodía vocal, lejos de las baladas ñoñas, metiendo una instrumentación rotunda para crear un contraste interesante", concluye el músico.

En 1993, un buen puñado de quinceañeros valencianos pensaba que Creep era otra canción de un grupo grunge de la costa noroeste estadounidense. Aquella angustia no pertenecía al hedonista brit pop y ese joven de pelo oxigenado llamado Thom Yorke, que lloraba ante el micrófono en el videoclip, parecía recoger el espíritu contemporáneo de Kurt Cobain en lugar del revival sesentero de sus compatriotas Kinks, The Who y Beatles, que marcaba la música inglesa de Oasis y Blur.

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